El crimen, un gran problema nacional

Luis Morales Chúa

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Reducir el problema a porcentajes es un método admitido; pero, puede no entrar en sintonía con la percepción ciudadana de que la acumulada crisis de inseguridad pública continúa igual, casi igual o peor.

El asunto tiene su origen en la falta de conocimiento público de lo que debe entender por criminalidad, a lo cual contribuye a la ausencia de divulgación de estudios locales de ese fenómeno, cuya principal característica es la violación de las leyes penales, y que constituye un gran problema nacional, al lado de otros como la pobreza.

La población de todas maneras, con explicaciones o sin ellas, siente que la amenazadora sombra de la criminalidad aletea sobre su cabeza todos los días y a toda hora.

La palabra criminalidad tiene proyecciones complejas, conocidas ampliamente solo por pequeños grupos de especialistas de cada país; pero, desconocidas por todos los demás.

Sucede no solo en Guatemala. La poderosa Organización de las Naciones Unidas (ONU), por ejemplo, ha tenido que acudir a gobiernos y a un numeroso grupo de expertos para producir documentos explicativos de qué es la criminalidad en Centroamérica y los países de El Caribe, cómo funciona y quiénes son los principales actores, sin dejar de hacer la salvedad de que toda la responsabilidad de esas investigaciones y sus resultados corresponden a las personas e instituciones consultadas y no a los órganos de la ONU.

Uno de esos estudios se titula Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y El Caribe. Una evaluación de las amenazas, publicado en septiembre de 2012 bajo los auspicios de la Oficina Contra la Droga y el Delito, cuyas oficinas centrales están en Viena, Austria. Puede ser consultado en el sitio web oficial de las Naciones Unidas, de donde tomo estos datos. Es una publicación que toca muy de cerca a Guatemala, describe con amplitud el fenómeno de la delincuencia. Se infiere de las conclusiones que Guatemala tiene hoy por hoy una de las más altas tasas de criminalidad del mundo, y en otro documento titulado Informe de las Naciones Unidos sobre el crimen organizado en Centroamérica, la ONU concluye que el problema en la región centroamericana reside no solamente en las organizaciones criminales sino en la incapacidad de la policía de cada país para hacer frente al problema y cita, como siempre, entre las causas de la criminalidad “la corrupción generalizada” en las fuerzas de seguridad y en “el aparato administrativo”, realidad admitida reiteradamente a título oficial en nuestro medio y puesta en evidencia por numerosos procesos judiciales y las respectivas publicaciones periodísticas.

Sin embargo, en Guatemala la situación ha cambiado; poco, pero ha cambiado, como resultado de un fenomenal trabajo conjunto entre la Policía Nacional Civil, el Ministerio Público, la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, la Agencia contra las Drogas (DEA), de los Estados Unidos, la cooperación europea y una más eficaz justicia preventiva y sancionadora. Tanto, que las prisiones están por reventar y a la espera de muchos más delincuentes.

Luego, si Guatemala es uno de los países más violentos del mundo, escenario de incontables crímenes y donde reina una impunidad apabullante, se debe admitir, no sin gran repulsión, que la batalla contra la delincuencia es una tarea difícil, particularmente si uno de los principales actores, el Gobierno, acusa permanentemente carencia de recursos técnicos, humanos y financieros suficientes para desempeñar el papel vital que le corresponde en la solución de ese enorme problema nacional.

Pero, si otros países han bajo la tasa de criminalidad a menos de 1 homicidio por cada 100,000 habitantes ¿por qué Guatemala tiene 34 homicidios por cada 100,000 habitantes?

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