VENTANA

En el mismo barco

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“¿Se puede generar un clima de inversión y de desarrollo en un país donde en sus barrios urbanos, y en sus comunidades rurales, las familias viven atemorizadas por las bandas de criminales que asedian las escuelas, que agreden sexualmente a las niñas y a las mujeres, que extorsionan a los pequeños comerciantes, que asesinan y descuartizan vivas a sus víctimas?”, preguntó el Clarinero.

El clima de terror que provoca sentirse indefenso y desprotegido paraliza. En Guatemala esta cruel realidad ha ido en aumento. La gente elige no ver, no escuchar, no hablar sobre lo que ocurre a su alrededor. Teme denunciar porque nuestro sistema de justicia está roto. Priva la ley del silencio. La desconfianza destruye el tejido social. ¿Se puede vivir en este infierno?

Para sobrevivir, a las familias no les ha quedado más que migrar al extranjero. A mediados del año pasado el dramático aumento de niños y jóvenes chapines, salvadoreños y hondureños, no acompañados, que cruzó la frontera de Estados Unidos preocupó a la administración de este país. De allí la iniciativa del Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte. El objetivo es transformar la vida de millones de personas en nuestros países. Lo vino a ratificar esta semana el vicepresidente Joseph Biden.

A mi juicio, este Plan para la Prosperidad es una gran oportunidad para iniciar el cambio que tanto hablamos, pero que nunca concretamos en Guatemala. El vicepresidente declaró públicamente: “Las empresas quieren venir aquí, pero hay que terminar con el clima de violencia y la pobreza endémicas”. Hizo hincapié en que tenemos que llegar a la causa de los problemas para resolverlos y no trabajarlos a medias, “mitigándolos”. Y nos recordó puntualmente que el éxito de este Plan no dependerá del dinero que ellos aporten, sino de nuestro compromiso para asumir retos impostergables. Entre ellos: implementar las políticas anticorrupción, combatir la impunidad, abrir espacios para mayor participación ciudadana, y en materia de seguridad, en mi opinión, profesionalizar la carrera policíaca. Urge una Policía humana, ética, que sea respetada y… más cerca de los ciudadanos. Para ello es preciso garantizarles buenos salarios, vivienda y seguridad social.

Lo que me alegra de este Plan para la Prosperidad es que demuestra que todos “vamos en un mismo barco”. Ganamos conciencia de que formamos parte de un ecosistema, porque lo que les ocurre a los adultos afecta a la niñez. Porque lo que hace el Gobierno afecta al país entero, y lo que les sucede a nuestros países del Istmo impacta a Estados Unidos. Lo que me preocupa es que en los cuatro ejes temáticos no se refleja el concepto fundamental de la sostenibilidad. Actualmente nuestras actividades productivas e industriales impactan negativamente al planeta. Los nuevos proyectos deben ofrecer soluciones sustentables. Ninguna comunidad humana saldrá adelante, si en su territorio se continúa talando indiscriminadamente sus bosques, contaminando su fuentes de agua, polucionando su aire limpio y envenenando sus suelos fértiles. Preservar estos bienes naturales para las generaciones futuras es parte de la nueva ética de desarrollo en este siglo XXI.

clarinerormr@gmail.com

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