LA ERA DEL FAUNO

Escándalos

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Los escándalos pueden volverse costumbre. El crimen, la locura o la irracionalidad escandalizan a una sociedad y al mundo, pero con el tiempo lo grave se vuelve anécdota. Truculento fue, por ejemplo, cuando The Who rompió sus guitarras en el escenario; cuando Jimi Hendrix quemó su guitarra en el festival de Monterrey. Pero ambos hechos dejan de impactar si se comparan con el cantante Karl Erik Welin cortando un piano de cola con una sierra de motor.

Cuando a finales de los 80 los integrantes del grupo de rock Genocide Organ subieron a escena encapuchados, con palos y quemando imágenes de Bill Clinton, escenificaron algo sensacional; pero al poco tiempo surgió GG Allin que mientras cantaba con su grupo de punk The Murder Junkies se desnudó, se pegó a sí mismo con el micrófono, se lo introdujo en el ano y defecó en el escenario. Su práctica se hizo normal: duró más de una década revolcándose sobre botellas quebradas y su propia sangre, hasta que murió.

“Tuércele el cuello al cisne”, escribió el poeta, y también fue escandaloso. Un grupo de rock despescuezó a una gallina y tiró los pedazos sobre sus fans. Actores de teatro desollaron un toro en plena función. Esos menesteres opacan al inocente Jimi Hendrix quemando su guitarra.

Somos parte de un mundo que nos rompe guitarras sobre la rutina, entre sierras de motor noticioso, cohabitamos con criminales famosos que se roban el país entero y dan declaraciones a los medios. Un señorón de apariencia inofensiva resulta tremendo ratero, empresario inescrupuloso que al mismo tiempo pide nuestro voto para seguir robándonos otros cuatro años. Por supuesto que me refiero a Pedro Muadi —expresidente del Congreso de la República y exdirector de la Cámara de la Industria—, pero él solo es ejemplar de una tribu urbana de explotadores, traficantes de leyes, especímenes vestidos con casimir robado, que no contentos con evadir impuestos o participar en la mafia de aduanas se instalaron en todos los poderes del Estado para facilitar el libre usufructo anómalo de lo que caiga. Personas, montañas, ríos y lagos caben dentro de su bolsa. Promotor de un salario diferenciado, cuando se robaba el 75% de cada uno de sus guardaespaldas a los que ni siquiera pagaba el mínimo, Muadi es ejemplo de lo que hacen cuantos ladrones monopolizan el mercado, la salud, educación, alimentación y altos puestos de gobierno.

El Partido Patriota —grupo como anillo al dedo de Muadi, con el que entró— cortó las últimas dos patas a la mesa que tenía tres. En su gran mayoría, diputados, magistrados y jueces conforman bandas delincuenciales. Uno se pregunta cómo es posible que sigan allí sentados, sudando un poco, cruzando los dedos para que la Cicig los pase inadvertidos. Esperan resistir dos años con inmunidad e impunidad para luego acomodarse a contar sus anécdotas. Pero no será así. Para nuestra fortuna, la Cicig sigue haciendo el trabajo más efectivo de toda su gestión y se entiende por qué Otto Pérez la quería fuera.

@juanlemus9

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