ENCRUCIJADA

Fragilidad y traición

Juan Alberto Fuentes Knight

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La situación política guatemalteca es cada vez más frágil. A los problemas como la pobreza, desigualdad, inseguridad y vulnerabilidad ambiental se une ahora una creciente incapacidad del Estado para suministrar servicios básicos, instituciones públicas precarias y perspectivas de inestabilidad política. Dos procesos políticos, uno interno y otro externo, podrían aumentar nuestra fragilidad pero con eventuales resultados positivos. El primero es la creciente brecha entre lo que hace la mayor parte de la actual dirigencia política, incluyendo diputados y funcionarios, y lo que siente una creciente proporción de ciudadanos guatemaltecos. Es una traición. Las manifestaciones permitieron medir su alcance original, pero hay otras expresiones de esta frustración, como la alta proporción de indecisos en las encuestas de votación y una prensa independiente que de forma continua está denunciando a esta caduca dirigencia política. A pesar de ello, las encuestas continúan dándole posibilidades de ser electos a parte de esta caduca dirigencia. La red económica que mantiene a verdaderos ejércitos de empleados y dependientes girando alrededor de ciertos partidos y del proceso electoral es efectiva. Y las encuestas también se explican por una situación de desigualdad y atraso que permite que discursos populistas sean atractivos. Pero la tendencia es indiscutible: con manifestaciones o sin ellas, el descontento es cada vez mayor: un creciente número de ciudadanos en todo el país, con gran diversidad ideológica, estamos frustrados y con rabia frente a una dirigencia política tradicional cínica y corrupta.

La segunda brecha es la que está surgiendo entre lo que desea la comunidad internacional y lo que están haciendo los principales protagonistas de esta dirigencia política tradicional, especialmente del partido Líder, apoyado por el PP. El ataque de estas fuerzas a la Cicig no es más que un ataque a los Estados Unidos y al resto de la comunidad internacional. La Cicig no es un títere de los Estados Unidos pero sí es un organismo de las Naciones Unidas que la administración de los Estados Unidos y los miembros del Congreso y del Senado norteamericano que siguen de cerca a Guatemala se enorgullecen de apoyar política y financieramente. Atacar a la Cicig significa entrar en una confrontación con los Estados Unidos y con el resto de la comunidad internacional, que la apoya decididamente.

Los diputados que el jueves actuaron para no quitarle la inmunidad al presidente, que antes evitaron que entraran en vigencia las reformas electorales y que también quieren debilitar a la Cicig, están agudizando el conflicto no solo con los ciudadanos guatemaltecos sino también con la comunidad internacional. Traicionaron a la ciudadanía guatemalteca y ahora están traicionando a la comunidad internacional. Al criar estos enemigos, la dirigencia política tradicional involuntariamente está propiciando una convergencia de fuerzas internas y externas que podría desplazarlos del poder, por una vía u otra. Están cavando su propia tumba.

fuentesknight@yahoo.com

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