HAGAMOS LA DIFERENCIA

La monja blanca

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En un artículo anterior mencioné que varios de los símbolos patrios de Guatemala están en peligro de extinción. La monja blanca, flor nacional, es uno de ellos. Prácticamente no ha habido en los últimos diez años avistamiento en su hábitat natural, aunque hay especímenes en colecciones privadas. Sin embargo, en algunos países se tiene en mayor cantidad, entre ellos Japón, Estados Unidos y México. Su hábitat natural se encontraba en la zona húmeda norte de parte de Mesoamérica, desde Chiapas, México, hasta Guatemala, excluyendo Izabal.

En 1933, Guatemala participó en una exposición mundial de orquídeas en Miami Beach, Florida, Estados Unidos, con un ejemplar de la especie Lycaste virginalis var. alba, flor de extraordinaria belleza, que llamó la atención de la experta Leticia M. de Southerland, quien sugirió al Gobierno de Guatemala nombrarla como Flor Nacional. El presidente Ubico, después de consultar con expertos como Ulises Rojas y Mariano Pacheco H. y entidades como la Biblioteca Nacional y la Sociedad de Geografía e Historia, la designó como Flor Nacional, el 11 de febrero de 1934.

Paradójicamente esta designación fue el inicio del fin de esta belleza porque la hizo muy apetecida por coleccionistas privados. Su comercialización se dio en grandes proporciones y se exportó hacia varias partes del mundo, provocando un saqueo de los bosques de las Verapaces. Preocupado por el peligro de su extinción, el presidente Juan José Arévalo, en acuerdo gubernativo de 1947, prohibió la colecta y exportación de la planta, bulbos y flores. Además, años después fue incluida como especie en vías de extinción en la lista de la organización de Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (Cites).

En diciembre de 2014, las autoridades del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) presentaron resultados de una investigación cuyo objetivo era rescatar, conservar y reproducir la monja blanca —Lycaste Virginalis Forma Alba (Dombrain) Archila& Chiron— in vitro. El estudio fue financiado por el Fondo Nacional para la Conservación (Fonacon) y ejecutado por la Asociación de Rescate y Vida Silvestre (Arcas), que permitió la reproducción in vitro de 500 plántulas, bajo la dirección de Fredy Archila, considerado el orquideólogo más experimentado de Guatemala. En estos días se está ejecutando la segunda fase, que consiste en el desarrollo de las plantas, y se tiene prevista la tercera fase, que es llevar las plantas a floración.

Esta es una noticia alentadora para el país, pero al mismo tiempo es importante revisar y actualizar el acuerdo gubernativo que prohíbe la comercialización de la especie, debido a que es muy ambiguo, y debe legislarse para incentivar su cultivo al permitir bajo ciertas condiciones su comercialización. Sería muy agradable ver florecer bajo las condiciones adecuadas, en nuestras casas, ejemplares de esta belleza guatemalteca. Al fin y al cabo en otros países, por pocos dólares, puede conseguirse la semilla, mientras que en Guatemala, por estos decretos, los precios son prohibitivos y, además, dependiendo de la interpretación que se le dé, se puede caer en una violación a la ley.

samreygo@yahoo.com

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.