VENTANA

Las Muñecas de TA

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Tengo un amigo que me dijo que él no comprendía “por qué el maya se afanó en acarrear tanta piedra para levantar templos enormes sin una función práctica”. Lo que sucede con este señor es que él lo ve desde su lógica occidental. Le respondí que yo, cada vez que recorría una ciudad maya, por ejemplo Tak’alik Ab’aj (TA), me orientaba inmediatamente con el cosmos. En TA todo se refiere a los cuatro puntos cardinales. Sus esculturas, sus altares, sus templos están orientados para seguir el ciclo del sol. “Es como subirnos a una nave espacial que nos recuerda que viajamos en la Tierra, en el gran cocodrilo, por el universo infinito”, susurró el Clarinero. Las ceremonias sagradas de sus antiguos pobladores lo evidencian, por ejemplo sus extraordinarios entierros.

En el año 2012, gracias a Christa Schieber de Lavarreda y Miguel Orrego, directores de TA, conocí in situ el espectacular entierro real del gobernante K’utz Chman. La inhumación nos regresa al siglo VI a. C. La parafernalia con la que fue enterrado me confirmó que el maya miraba el mundo con una luz distinta. La cavidad donde el cuerpo fue colocado tiene una orientación norte–sur. En la cosmovisión maya, el norte es de color blanco. Se le asocia con los ancestros y el viento. Las piezas cerámicas, el sofisticado ajuar conformado por cientos de cuentas talladas en jadeíta, la ofrenda de seis figurillas femeninas bellísimas, todo fue cuidadosamente colocado. Se cree que estas “muñecas”, como Christa y Miguel las denominan, son retratos de las doncellas que acompañaron al gobernante en vida. La ofrenda se ubicaba en el norte, junto a la cabeza del rey. Los labios entreabiertos parecen cantarle al oído “Och b’ ih”, que en maya clásico significa “entra en el camino”.

Durante el proceso de restauración de las figurillas, los estudiosos descubrieron su increíble historia. Me la contaron la noche antes de participar en el Encuentro de Guías Espirituales allí en TA. Christa me dijo que parecen conformar una “coreografía” que simboliza los cuatro puntos cardinales que guían el viaje diario de la tierra y el sol. Las dos figurillas que representan el eje norte-sur, tienen la cabeza hacia el norte y los pies al sur. Al pararlas sobre sus pies diminutos miran de norte a sur. Las figurillas que representan el “Este” y el “Oeste” tienen los pies hacia el norte y la cabeza hacia el sur. Son dos “muñecas” las que se encuentran en el “Este” y se dan la espalda. Dos “muñecas” también en el “Oeste” pero aquí se miran. Están una frente a la otra. Al pararlas, además de representar el punto cardinal correspondiente, siempre hay una que mira en la dirección que representa y la otra la dirección opuesta, manteniendo una “doble vía” de comunicación, hasta visual, que representa la “doble vía” del ciclo solar diario. “Es una coreografía de la concepción ancestral del mundo, del ciclo sagrado de la vida y de la muerte”, concluyó. Sigo el otro viernes.

P. D. ¡Asista al Simposio de Investigaciones Arqueológicas que se llevará a cabo del 20 al 24 de julio en el Munae!

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