PARALELO 30

Ni Jimmy ni Sandra

Samuel Pérez Attias

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Ningún partido presenta propuestas para un cambio estructural en el país. Y es de esperarse, para cambiar el futuro de este país se requiere romper con estructuras de poder concentrado, enquistadas históricamente. Pero anunciar eso en campaña, además de no ser “sexy”, es un haraquiri político, si no la condena al ostracismo económico en el país.

¿Acaso no son estructuras de poder concentrado las que dominan los oligopolios de la telefonía, el internet y la comunicación por TV? ¿No son estructuras de poder concentrado las que controlan industrias estratégicas como los fertilizantes, material para infraestructura (acero y cemento), granos y la industria avícola, caña de azúcar y sus derivados (como el ron) y fuentes de energía como el gas licuado?

¿A quién beneficia la democracia como la conocemos? Ni a los pobres, ni a la clase media ni a los indígenas, ni a los jóvenes, ni a las mujeres, por ejemplo. El porcentaje de población que vive en pobreza sigue siendo mayoritario, a pesar de que la tasa de crecimiento del PIB en el país está por encima del promedio centroamericano. La competitividad del país se basa en un modelo de mercados concentrados y de atracción de inversiones por bajos salarios, pocas regulaciones ambientales y exenciones tributarias, a costa de un Estado sin dientes, raquítico e infestado por la corrupción. Las prerrogativas laborales de empleados públicos dependen de sindicatos obsoletos que se mueven a través de mafias con oscuras negociaciones a cambio de movilizaciones sociales y votos. No existen espacios suficientes que canalicen en políticas públicas las respuestas a uno de los problemas fundamentales de Guatemala, que es la concentración de recursos, de poder y de influencia por parte de ciertos grupos minoritarios en el país. La antítesis de la Democracia.

Las elecciones han sido una catarsis de autocomplacencia que nos distrae de los problemas de fondo. Nadie presenta salidas a los problemas profundos del País. De que pueda ser Sandra la primera presidenta de Guatemala o Jimmy el primer “no político” que gana la presidencia a que eso sea lo mejor para el país hay un gran trecho. Peor aún, las opciones que hoy tiene la población son la consecuencia de votar “contra” alguien. ¿Qué tipo de Democracia es aquella en la que el gobernante se define como la consecuencia de no votar por alguien más? Para eso no hace falta plan de gobierno. Que Guatemala no es la misma de hace cuatro meses puede ser cierto, sin embargo recordemos que se necesitó de una Cicig para detonar el movimiento que hoy es parte del ethos ciudadano metropolitano y en un sector tradicionalmente apático. La Cicig sigue siendo imprescindible cuando las estructuras de poder siguen capturando al Estado y secuestrando la Democracia. No es Jimmy ni Sandra quienes van a salvar Guatemala. Es usted y yo. Es que debemos recuperar la democracia y definir las soluciones políticas a problemas estructurales, no a sus consecuencias. Las alianzas van a definir al próximo-a presidente del Ejecutivo. No hay partido químicamente puro entre los dos contendientes. Esas son las condiciones por las que las elecciones hoy por hoy no son la salida a los problemas de Guatemala, pero eso tampoco implica que todo tenga que seguir siendo igual.

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