SI ME PERMITE

Convivir es compartir

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“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.” Martin Luther King

Muchas necesidades son superadas cuando sabemos escoger correctamente a las personas con quienes queremos ocupar nuestro tiempo, al igual que cuando ponemos de nuestra parte para alcanzar los ideales que hemos soñado a lo largo de la vida.

Cuando nos referimos al prójimo que nos acompaña en esta vida, estamos hablando de varios grupos: en primer lugar están los parientes correctamente relacionados, ya sean cercanos o lejanos. No hay diferencia si cada uno desempeña su papel responsablemente.

En segundo lugar están los que no podemos elegir, como el caso de los vecinos, con los que compartimos el área del lugar que ocupa mi vivienda, como también los compañeros del trabajo, los cuales están asignados para desempeñar una tarea al igual que se me ha asignado a mí. Con ellos funcionamos como lo hace una orquesta sinfónica, si bien no tocan el mismo instrumento y tampoco exactamente las mismas notas, deben armonizar para que el que la oye pueda sentirse gratificado.

Los seres que me rodean no son perfectos, al igual que mi persona, cometemos errores por más de una razón, pero lo importante es que como humanos que somos sepamos perdonarnos y superar las diferencias que nos caracterizan. Con esto nos evitamos llegar a ser llaneros solitarios en nuestro mundo interior, y aunque a nuestro derredor esté el gran amontonamiento de gente que vive su mundo y nosotros somos ajenos.

Cuando aceptamos la realidad de la vida en la que sí hay un espacio de privacidad que más que sana es una necesidad indiscutible, también necesitamos de los demás porque con ellos uno logra cubrir necesidades esenciales que van mucho más allá que las cuestiones meramente físicas y económicas. No importando de dónde vengo y a dónde debo ir, pero en el camino me cruzo con muchos con los cuales podemos intercambiar una simple sonrisa o bien un buenos días y el panorama cambia completamente.

Tristemente, en nuestros días vivimos tan apurados que nos cuesta admitir cómo nos estamos atropellando. Esto es evidente cuando iniciamos haciendo algo con el mayor empeño y entusiasmo y en el proceso hemos cambiado en más de una vez y no solo terminamos sin alcanzar mayor cosa, sino adquirimos frustraciones, las que no podemos ocultar bajo ningún argumento. Esta vivencia, si fuera compartida con alguien, seguramente alguna opinión o sugerencia que nos hubiera externado las cosas sería mucho más llevadera.

Hoy día se habla mucho de los que son pobres o ricos, al punto de que se ha llegado a conflictos innecesarios, cuando, la verdad, esta polarización no debería ser de carácter económico, sino en mucho debieran prevalecer las relaciones y amistades.

La parte correctiva de esta realidad se inicia sencillamente con saber por qué vivimos y luego aprender a convivir en cada una de las diferentes relaciones que cultivamos, entendiendo que hay otros mortales, al igual que mi persona, que quieren convivir y no simplemente suplir necesidades, sean estas esenciales o simples gustos.

Valoremos el hecho que el tiempo, capacidad, gustos y todo lo demás se aprecian, no porque se tienen, sino porque se comparten. Salgamos de nuestro escondite, encontremos al prójimo que el buen Dios ha puesto en nuestro camino y compartamos lo que somos para gratificar y también satisfacer nuestra razón de vivir.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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