PLUMA INVITADA

Es necesario frenar la corrupción carcelaria

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LA VIOLENTA MASACRE ocurrida en la Granja Modelo de Rehabilitación Pavón, con saldo de 13 reos asesinados, muy lamentable por cierto, permite, afortunadamente, avizorar una excelente oportunidad de cambio en el censurable Sistema Penitenciario, ante el cual, no obstante su alta importancia, varios gobiernos del pasado marcaron total indiferencia e irresponsabilidad. El actual mandatario debe abolir tan condenable corrupción, apoyado en un marco legal, seguro y firme. Esa masacre se suma a la grave crisis general que afronta el país.

Censurable que hayan estado involucrados expresidentes de la República, exministros y ex viceministros de Gobernación, exdirectores, ex subdirectores y ex jefes de la Policía Nacional Civil; exdirectores, ex subdirectores, guardias y empleados administrativos del Sistema Penitenciario, parlamentarios, jueces y hasta familiares de reos. Tan llevado y traído problema nacional se ve marcado por una serie de delitos de todo tamaño como ingreso y venta de drogas y licores, entrada de celulares para facilitar la comunicación de los reos con sus compinches fuera de prisión, así como la amenaza y asesinato de sus víctimas de extorsión; ingreso y distribución de armas, salida constante de reclusos poderosos a la calle, intereses políticos y económicos, elevado cobro en dólares por traslado de presos a otras cárceles, diversas cantidades por ventas de chucherías, registro interesado de visitantes y locales privados para descansar durante el día; motines, sobornos, mordidas, amenazas, ataques, asesinatos, etcétera.

La famosa talacha aplicada a los nuevos internos ha sido una ilegal, horrible y repugnante acción, pues además de tantas cosas conocidas sobre este ilícito, está el repudiable castigo de introducirle a un recluso la cabeza entre estiércol humano por no pagar la cuota exigida. El tiempo ha transcurrido y ninguna autoridad ha reparado en la erradicación de esta práctica.

Afortunadamente existen entidades evangélicas y católicas que apoyan espiritualmente a los presos para que cambien de vida, así como fábricas y ventas para que ganen unos centavos, y trabajo y buena conducta para que obtengan redención de penas, pero lamentablemente los programas de rehabilitación están abandonados o mal aplicados. Urge su reactivación, para que los liberados no salgan peor de como ingresaron, para seguir delinquiendo. Los reos tienen derechos: su recuperación, el más importante; no permanecer en hacinamiento, no ser maltratados; tener acceso a comida, ropa, educación, higiene, recreación, deportes, trabajo, radios, televisores, estufas y demás utensilios de ayuda personal. ¿Que pasará? No sabemos, esperamos lo mejor.

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