ALEPH

¿Hasta cuándo, Maquiavelo?

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Cuando una ve las decisiones que toman los encargados de hacer gobierno y escucha sus discursos, la pregunta obligada es: ¿quién piensa con ellos y por ellos?, ¿desde hace cuánto no hay buenos pensadores que asesoren a nuestros gobiernos y cuál es el momento en el que tantos políticos comienzan a pensar fuera del marco de la ética?; ¿dónde están las personas que analizan con inteligencia y profundidad el quehacer político del Estado en los contextos particulares de cada época?; ¿para qué se usa el pensamiento político en este-no-país?

Pareciera que Maquiavelo sigue vivo entre la gente que hoy hace gobierno (y la parte de la sociedad que ha sido su cómplice). Él afirmaba que las principales razones de un Estado son la seguridad y el orden, y que para mantener ese orden había que servirse de la fuerza y las leyes. Lo humano le importaba poco, como a tanta gente de la clase política y a sus socios en los grupos de poder social y económico de la Guatemala actual. Quien gobierna ha de tener claro que sus “súbditos” son enemigos de cualquier nuevo orden que busque establecerse, y más vale ser temido que amado, señalaba.

La última decisión de Jimmy Morales y Jafeth Cabrera (junto con todo su gabinete) de decretar estado de Prevención, se suma a otras infortunadas decisiones o declaraciones que han dado ambos desde el inicio de su gestión. Y justo se dio antes de que el señor Morales hiciera su viaje a la Asamblea de Naciones Unidas, cuando los señalamientos por corrupción y falta de transparencia contra ambos y/o sus familias están en la picota. Es un hecho que esta obsoleta práctica política, contenida en la ley de orden público, se ha venido aplicando en los últimos gobiernos, cuando los políticos les han querido devolver favores a sus patrocinadores o compadres de las patronales guatemalteca o transnacional. Pero esto no justifica que se continúe haciendo en una Guatemala que vivió el 2015 en las plazas y que está queriendo salir de la corrupción y la impunidad.

Peor aún, decretar un estado de Prevención argumentando para ello las torrenciales lluvias que nos afectan es un síntoma claro de dos cosas: 1.) la clase política no se ha dado cuenta de que ya cambiamos, y 2.) hay carencia de materia gris y abundancia de evidencias de una rancia y maquiavélica forma de hacer política. ¿Qué tienen que ver las lluvias, por ejemplo, con los tres derechos constitucionales que se violaban con esa decisión como, por ejemplo, el de la libre expresión? ¿Por qué se decretó que durante los quince días que duraba el estado de Prevención, el Estado podría comprar sin cotizar ni licitar?

Es cierto, hay torrenciales lluvias por acá, pero como dijo una tuitera: “No es exceso de lluvias, es ausencia de Estado”. Y cada vez que se derraman las aguas sobre nuestro territorio, recordamos que no somos aún un país. Si lo fuéramos, podríamos ejercer plenamente nuestra ciudadanía, nuestros derechos y obligaciones; podríamos vivir con dignidad y seguridad; y desarrollarnos como seres humanos. Seríamos algo así como una comunidad de personas culturalmente distintas pero identificadas entre sí, a partir de un sentido ético y político común.

En Guatemala hay escasez de un pensamiento político que le apunte a los nuevos tiempos y se atreva a sumarle ética a la práctica política. La vida política (que no es lo mismo que la política partidaria en sí) nos ofrece la oportunidad de realizar cosas extraordinarias con nuestros semejantes. Pero mientras la inercia nos siga llevando por los caminos del mercantilismo político y el enanismo humano, Maquiavelo seguirá gobernando.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.

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