TIEMPO Y DESTINO

Hospital de Cancerología, ventana abierta a la vida

Luis Morales Chúa

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Estuve hace poco tiempo en el Instituto de Cancerología y Hospital Bernardo del Valle, un establecimiento privado de la Liga Nacional Contra el Cáncer, cuyo funcionamiento es costeado con fondos propios y  un aporte del Gobierno, muy pequeño en relación a los miles de pacientes enviados constantemente por la Red Hospitalaria Nacional.

La gran sala de espera estaba totalmente llena de personas en turno para ser atendidas por los médicos, y me sorprendí al ver en ese lugar muchas mujeres y solo unos cuantos hombres, algunos, supe después, eran acompañantes de sus esposas, madres o hijas.

La razón —me explicaron, separadamente, el director del hospital, doctor Carlos Mauricio, y la doctora Vicky de Falla, presidenta de la Liga Nacional Contra el Cáncer— es que hay tipos de cáncer que afectan más a mujeres que a hombres.

En 2014 fueron atendidos 5,423 casos nuevos y 20,105 en reconsulta; 25,528 en total.

De los nuevos fueron diagnosticados 3,094 positivos, y de estos el 78% correspondió a “clase de caso analítico” con una incidencia del 69.7% en mujeres.

En hombres el grupo más afectado corresponde a mayores de 75 años y en mujeres a las comprendidas entre los 55 y 59 años.

Los tumores en órganos genitales femeninos son los que más abundan. Pero, en términos generales, es el cáncer de cérvix —conocido también como cáncer del cuello uterino— el que, en Guatemala, causa mayor mortalidad en mujeres. No es así, en cambio, en países desarrollados, donde la tasa de mujeres afectadas es considerablemente menor, entre otros motivos, porque cuentan con una vacuna preventiva, probada exitosamente, pero cuyo valor en dinero es tan alto que no está al alcance de muchas mujeres, en países donde la pobreza afecta a grandes sectores de la población.

El cáncer de cérvix, explican los manuales, se contagia casi siempre por relaciones sexuales de mujeres con hombres que padecen el virus del papiloma humano (VPH).

Es una enfermedad de lento desarrollo y al principio no presenta síntomas; pero es fácilmente identificable en periódicos exámenes clínicos; acerca de lo cual hay mucha literatura científica; pero, lo importante para la población guatemalteca es saber si la enfermedad puede ser prevenida y si una vez desarrollada puede ser curada.

La respuesta es condicionalmente positiva: el cáncer de cuello uterino puede ser detectado en etapas iniciales, y en ocasiones hasta puede prevenirse por completo mediante las pruebas de Papanicolaou periódicas. Si se detecta a tiempo, es de los tipos de cáncer que se trata con mayor éxito, según la Sociedad Americana Contra el Cáncer.

Lo importante después de todo, repito, es llevar al conocimiento de la población la certeza de que el cáncer, en determinadas condiciones´, es perfectamente curable. Y el trabajo que desarrolla el Instituto Nacional Contra el Cáncer y Hospital Dr. Bernardo del Valle es, ciertamente, una ventana abierta a la vida. Solo hay que llegar a tiempo.

Escribir acerca del cáncer es un trabajo poco socorrido, particularmente cuando no existe, entre nosotros, una rama de periodismo especializado dedicado a informar en torno a temas de salud que constituyen, por cierto, una enorme fuente de noticias.

A mí, la tentación de escribir sobre esto me surgió de carambola, como lo explicaré en otra ocasión. Y me tentó también la necesidad profesional de cesar, estos días de los cuentos de la Nochebuena del Año Nuevo, de escribir en torno al asfixiante cáncer incurable que padece la Administración pública.

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