TIEMPO Y DESTINO

Marichuy es candidata a la Presidencia de la República

Luis Morales Chúa

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Muchos males del país nacen en el seno de algunos partidos políticos y muy particularmente en cierto tipo de dirigentes nacionales y departamentales, en los que se concentra el poder de las grandes decisiones nacionales, motivo por el que todo intento de  limpiar el  fondo del polvoriento sistema de elecciones y de partidos políticos fracasa.

El andamiaje eleccionario sirve para conservar el dominio de la ciudad capital sobre el resto del país. Y los resultados de las elecciones en 2015 lo desvelan. Fueron electos 31 diputados por listado nacional y los demás, provenientes de departamentos fueron, en cantidad, los siguientes: El Progreso 1; Baja Verapaz 2; Chimaltenango 5; Chiquimula 3; Distrito Central 12; Distrito Guatemala 18; Escuintla 6; Huehuetenango 10; Izabal 3; Jalapa 3; Jutiapa 4; Petén 4; Quetzaltenango 7; Quiché 8; Retalhuleu 3; Sacatepéquez 3; San Marcos 9; Santa Rosa 3; Sololá 3; Suchitepéquez 5; Totonicapán 4 y Zacapa 2. Y por ahí se me escapan uno o dos para hacer cuentas cabales. Pero, como puede verse, el distrito central y el de la capital unidos obtienen 30 diputados, en tanto El Progreso eligió 1, Baja Verapaz 2. Y ¿son más grandes los problemas de los capitalinos que los de El Progreso, o los de Baja Verapaz? No. Analfabetismo, pobreza, falta de viviendas y menos atención a la salud pública se dan en mayor grado en el campo y, muy en particular en Baja Verapaz; situación proporcional que desafortunadamente arranca desde la Constitución y se consolida con la Ley Electoral y de Partidos Políticos que concede a cada distrito electoral el derecho a elegir un diputado “por el hecho mismo de ser distrito y a un diputado más por cada ochenta mil habitantes”, y como la capital y los municipios del departamento de Guatemala tienen más votantes que los demás, siempre lograrán un mayor acaparamiento de curules y, por lo tanto, de poder.

Para terminar con esa falta de equidad representativa el Congreso debería integrarse con un número igual de diputados por cada distrito electoral; pues, no se trata de un asunto de cantidad de legisladores, sino de calidad, preparación y honorabilidad de ellos.

Otros países han hecho reformas electorales profundas. Cito a México donde se ha otorgado recientemente el derecho a la postulación de candidatos independientes a diputados, senadores, gobernadores y presidente de la República, terminando así con el tradicional monopolio de los partidos políticos para postular candidatos.

En julio del año próximo, unos 88 millones de mexicanos empadronados acudirán a las urnas electorales y escogerán entre 39 candidatos independientes al sustituto del actual presidente de la República y desalojarán a miles de funcionarios y dignatarios más.

Pero México va más allá en sus reformas. En las elecciones del 2018 todas las planillas de candidatos estarán integradas, por ley, con un 50 por ciento de mujeres, y entre ellas se cuenta ya María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, apoyada por el Consejo Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Las encuestas sin embargo dan a la candidata indígena solo un 4.2 por ciento de la intención de voto, en tanto que una candidata, Margarita Zavala, hasta hace poco militante de un partido tradicional, encabeza los sondeos de opinión con un creciente 38 por ciento.

Honraría a los actuales dignatarios guatemaltecos hacer reformas a fondo mejores, si pueden, que las mexicanas. Diputados ¡anímense! Dejen huellas de las buenas.

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