SI ME PERMITE

Planifique tiempo en familia

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“Una cosa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por esas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente”. Confucio

Observando cada vez más en nuestros días el modo como la gente a nuestro derredor vive, no es extraño verlos como familia movilizarse y ocuparse en hacer una serie de cosas: viéndoles decir “esa familia está junta” y por lo que aparentemente proyectan uno podría concluir que están conviviendo y compartiendo tiempo juntos.

El razonamiento anterior nos obliga a definir que no es lo mismo calidad de tiempo que cantidad de tiempo. El hecho de que se movilicen todos los miembros de una familia juntos no quiere decir convivencia, relación y también participación en la que cada miembro de la familia está disfrutando y está logrando algo para que pueda valerle en el resto de la vida.

Tenemos que admitir que en los últimos años la superficialidad y la rutina han llegado a capitalizar de tal modo que se considera algo normal y aceptable, y a la manera que vamos lo que se nota es que este ritmo no solo seguirá, sino que se irá profundizando cada vez más con una serie de justificaciones que nadie discute y muy pocos confrontan.

Cuando hablamos de vivir en familia y dedicarle tiempo y valor no estamos hablando de cantidad ni tampoco estamos refiriéndonos a métodos de convivencia. Cada familia es un mundo diferente y tiene capacidades e intereses extremadamente diferentes, pero eso no quiere decir que no se puedan suplir necesidades básicas de aceptación, comprensión y también una interrelación que nos gratifica en lo más íntimo de nuestro ser, porque no nos sentimos solitarios rodeados de gente conocida.

Los elementos distractores de hoy han llegado a ser elementos que construyen muros para no ser interrumpidos por los nuestros aunque estemos compartiendo el mismo espacio. No es extraño ver una familia viajando o simplemente sentados juntos y cada uno con audífonos, escuchando lo suyo, y claro está que cada uno escucha lo que le interesa, y esto se traduce en una diversidad tal que uno cuestiona qué explica que estén juntos. Si es una coincidencia o una simple práctica exterior.

Debemos redescubrir la idea básica de una sociedad y el núcleo del grupo familia, donde la convivencia es compartir, dialogar y exponer ideas a las cuales, en su turno de orden, se escucha y se comentan al punto de que logran madurar y aprender a convivir. Si esto no lo buscamos, cada vez más seremos seres vivientes que coincidimos en geografía y por ello lo que aprovechamos es el tiempo y espacio y no la interacción, que se traduce en convivencia.

Cuantos nosotros tenemos vivencias de alguien que nos habla por teléfono o nos manda un mensaje cuando hemos decidido estar con los nuestros un tiempo y no quisiéramos que nos interrumpan, y nos piden que nos comuniquemos con ellos, tenemos que presentar las debidas disculpas y aclarar que estamos con la familia y luego les estaremos devolviendo la comunicación.

Si lo anterior es parte de la estructura de nuestra vida, en las buenas y en las malas nuestra gente siempre estará con nosotros; de lo contrario, muchos de nosotros seremos seres que vivimos las soledades más tristes, aun cuando podemos enumerar una infinidad de amigos y parientes. El cambio debe hacerse en el terreno individual y no por proyectos de la sociedad. Nunca es tarde una sabia corrección.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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