PLUMA INVITADA

Paludismo

Los insectos son los transmisores más importantes de las enfermedades en las selvas con bosques lluviosos, tipo tropical y subtropical a escala mundial. Hemos escuchado de personas infectadas por enfermedades como el dengue, chikungunya, oreja de chiclero, chagas, oncocercosis o enfermedad de Robles y la malaria.

El paludismo es una enfermedad que hace varios años y para el 2000 la Organización Mundial de la Salud se propuso eliminarla, pero aún no ha sido posible. En Guatemala persisten casos de paludismo en los focos principales de transmisión, como en la región del Pacífico, especialmente en Escuintla, Suchitepéquez, San Marcos y Quetzaltenango, y los departamentos del norte, como Petén e Izabal. En las riberas del Lago de Amatitlán existen algunos casos.

A través de programas foráneos se ha podido controlar en varias regiones. La historia del paludismo es larga e interesante. La enfermedad fue reconocida por los griegos en el siglo IV a. C. Observaron que había una relación entre los pantanos, las calenturas periódicas y aumento del bazo, pero no los asociaron con los zancudos. Varios siglos después, los romanos drenaron los pantanos. En el siglo XVII, los europeos reconocieron el valor de la corteza del árbol de chinchona contra la calentura. La palabra malaria proviene del mismo siglo. Los italianos relacionaron el aire de los pantanos con la enfermedad, por lo que la llamaron malaria, es decir, aire malo. En 1880, el científico francés Laveran observó por primera vez la presencia de gametocitos —estadíos del parásito— en la sangre de un paciente.

Dieciocho años más tarde, usando un parásito de aves, Ronald Ross comprobó que los zancudos transmiten el paludismo. Esto fue confirmado por Patrick Manson, en 1900, quien transmitió Plasmodium vivax a varios voluntarios, incluyendo a su hijo. Casi 50 años más tarde, por primera vez se identificó la fase del Plasmodium en seres humanos.

Hay muchas especies de Plasmodium. Algunas infectan a hombres, monos, aves, roedores y reptiles. Solo cuatro causan infecciones en seres humanos: Plasmodium vivax, P. falciparum, P. malariae y P. ovale. Los zancudos o mosquitos del género Anopheles son los transmisores de la enfermedad, como el A. albimanus. El P. vivax y P. falciparum son los que se encuentran en Guatemala, y P. vivax emerge con mayor frecuencia en las áreas donde hay paludismo. Las infecciones con P. falciparum son menos comunes pero son las más graves. Aunque los síntomas clásicos son escalofríos, calenturas y sudores periódicos, hay que percatarse de que generalmente aparecen después de varios días de haber contraído la enfermedad.

El tiempo transcurrido entre la picadura del zancudo y la aparición de los primeros síntomas, se conoce como período de incubación. Generalmente varía de acuerdo con la especie del Plasmodium. En P. vivax es de 12-20 días, y en P. falciparum, de 9-14. El paludismo principia con síntomas no específicos, como falta de apetito, fatiga, dolor de cuerpo, dolor de cabeza, náusea y fiebre leve e irregular. Estos duran de dos a tres días en P. vivax, pero en P. falciparum pueden ser de cinco a siete días; luego empieza la calentura característica.

Los escalofríos, la calentura y los sudores coinciden con la ruptura y la liberación de estadíos del parásito. Para su control el problema ha sido la resistencia de los parásitos. Programas permanentes son importantes para la erradicación de los vectores. En regiones como Petén, los casos han sido reducidos en un 87%. Si el caso del lago de Amatitlán continúa será indiscutiblemente un pantano criadero de zancudos y foco para las enfermedades subtropicales.

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