LIBERAL SIN NEO

Suicidio cultural

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Un artículo de la revista National Review se refiere al suicidio cultural de Occidente, proponiendo que el multiculturalismo —en contraposición a la sociedad multirracial unida por una cultura— se ha convertido en una paradoja. Tendría poco sentido el profundo romance por una cultura en abstracto, que las personas han rechazado en concreto. Los multiculturalistas idealizan y exaltan la grandiosidad cultural “originaria”, en contraste con los valores decadentes y materialistas de Europa y Estados Unidos. La realidad es distinta; la masiva migración de sur a norte, pasando por el Río Grande y de Medio Oriente y África hacia Europa, representa el abandono de su propia sociedad y la selección concreta de otra.

Mientras se idealiza la sociedad de la que se huye, grandes segmentos de la población buscan llegar a sociedades donde predominan los valores fundamentales de la civilización moderna, especialmente la tolerancia y la igualdad ante la ley. El salto es de la rigidez cultural y la falta de movilidad social, hacia los valores de gobierno representativo de consenso, la libertad y dignidad del individuo, capitalismo de libre mercado, igualdad de género, tolerancia religiosa, el derecho a disentir y una sociedad gobernada por el racionalismo, liberado de la rigidez cultural ancestral y el dictado de la religión.

De enero a diciembre de este año habrá llegado a Alemania, por lo menos, un millón de “refugiados” musulmanes. Oktoberfest, “festival de Octubre”, es una tradición alemana, originalmente de la ciudad de Münich, en la que durante dos semanas cantan y comparten, ingiriendo copiosas cantidades de cerveza y salchicha de cerdo. Morad Almarudi, un migrante musulmán, dirigió una petición al Concejo de la Ciudad de Münich, declarando que el Oktoberfest es un evento “injusto, intolerante y antiislámico”, ya que se bebe cerveza y consume carne de cerdo. “Comprendemos”, dice Almarudi, “que el Oktoberfest es una tradición alemana anual, pero nosotros, los musulmanes, no podemos tolerar este evento antiislámico, porque ofende a todos los musulmanes en la Tierra”. Almuradi, junto con otros 250 firmantes de la petición, piden la inmediata cancelación del Oktoberfest. “También creemos”, dice, “que el Oktoberfest podría ofender a todos los refugiados musulmanes y su cancelación ayudará a los refugiados a no olvidar su historia islámica”.

La compasión por refugiados no debiera tener que significar el suicidio cultural. El tema no es la migración per se, sino la creación de grandes segmentos de migrantes que se asientan como una población paralela y separada, que rechaza, a veces con conflicto y violencia, los valores del país que los ha adoptado. No quieren integrarse y pretenden que la sociedad se adapte a ellos. Como señala Abraham Miller, ninguna nación puede darse el lujo de abrir sus puertas a aquellos que escogen ser gente aparte, absorbiendo la generosidad de una sociedad, incluyendo sus beneficios sociales, educación y atención médica, mientras establecen un mundo paralelo. Esa no es una política migratoria que fortalezca a una cultura, más bien causa su desintegración. Muchos de los refugiados de Medio Oriente quieren vivir en Europa y disfrutar de su nivel de vida, pero no quieren ser alemanes, franceses o suecos; quieren ser musulmanes.

Bajo el manto del multiculturalismo, la tolerancia y la bondad, gran parte de Europa está cometiendo suicidio cultural. Parafraseando a Lenín, no les están vendiendo la soga para que los cuelguen, la están regalando.

fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).