ESCENARIO DE VIDA

Taiwán, en la mira

El sistema democrático de Taiwán, su identidad nacional y el sistema educativo han sido claves para el desarrollo de esta gran nación, que ahora se ha convertido en una de las grandes potencias mundiales, cuando hace apenas 30 años se le consideraba del Tercer Mundo. De Taiwán tenemos mucho que aprender, y algo que me llama poderosamente la atención es la manera en que le han apostado a la educación. En una ocasión pregunté a la directora de un plantel educativo qué pasaba cuando un alumno perdía el año. La directora se me quedó viendo estupefacta, sin comprender a qué me refería. Según parecía, el término “perder” no estaba en su vocabulario.

Cuando ella finalmente comprendió ese concepto de “perder”, me contestó que si un estudiante no aprobaba era únicamente por situaciones extremas de enfermedad. Me hizo de pronto escoger al azar los nombres de 20 estudiantes para ver sus calificaciones, y comprobé que todos tenían calificaciones sobresalientes arriba de 95. Así fue como comprendí que en Taiwán ningún alumno repite el grado, ni por pereza, ni por dejadez. La gente joven en Taiwán se esfuerza constantemente para lograr el éxito y están mentalizados para lograrlo. Es más, se privan de lujos con tal de darles la mejor educación. De 100% de los estudiantes, 99% o más paran graduándose. Estos atributos son gracias a las lecciones ofrecidas por Confucio. Lo incluyen en su “visión de país”, que es lo que les ha hecho avanzar hacia la verdadera democracia.

¿Cómo podríamos nosotros imitar la receta que llevó a Taiwán a ser la potencia que es hoy? ¿Por dónde debiéramos empezar? Insisto en que por la educación, y podríamos preguntarles su fórmula, pero sé que me dirán que empecemos por cambiar nuestra mentalidad, pues dejamos a la educación en segundo plano cuando debiera ser lo prioritario. Que los jóvenes vean la educación como su prioridad es la tarea más grande.

Regresemos al pasado. Fue el 10 de octubre de 1911 cuando Taiwán se convirtió en la primera república de Asia, por su padre fundador, el Dr. Sun Yat-sen (1866-1925), y otros revolucionarios. Las primeras décadas fueron turbulentas, pero el pueblo taiwanés luchó incansablemente hasta lograr promulgar la Constitución de la República de China, que ordena un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo —los principios fundamentales de la democracia y la paz.

Vemos que en lo que va del año se llevó a cabo la Iniciativa de Paz en el Mar del Sur de China, propuesta por quien fue hasta hace unos días el presidente de la República de China (Taiwán), Dr. Ma Ying-jeou. La iniciativa nació para crear un mecanismo pacífico de resolución de las disputas basado en la salvaguarda de la soberanía.

Quizás estas ansias de paz es lo que más me haga comprender al pueblo taiwanés, ya que demuestran que lo que hacen se basa en el respeto por todas las leyes y regulaciones internacionales relevantes, incluyendo la Carta de las Naciones Unidas y la Convención de la ONU sobre el derecho del mar. Lo importante es que se sostenga la libertad de navegación y vuelo aéreos, y conserven y desarrollen los recursos de la región.

Ahora, con la nueva presidenta electa, Tsai Ing-wen, se espera que se sigan manteniendo estas relaciones armónicas, pues en sus primeras declaraciones mencionó que no permitirá el aislamiento de Taiwán a escala internacional, ya que dañaría los lazos con el continente asiático.

Considero a Taiwán como uno de nuestros más fuertes aliados en el mundo, quien se ha caracterizado por actuar con nobleza y especial cariño hacia Guatemala y se plasma a través de sus embajadores. Felicidades a su nuevo gobierno.

vidamordepaz@yahoo.com

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