PLUMA INVITADA

Tragedias viales

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Una iniciativa de ley con nuevas y drásticas sanciones para transportistas del servicio urbano, en menor escala, y extraurbano, con mayor incidencia, para evitar constantes y lamentables tragedias por accidentes de tránsito, ante el exagerado e irresponsable abuso de pilotos y falta de aplicación de leyes y reglamentos por parte de las autoridades, presentada meses atrás por el Ministerio de Gobernación y aprobada por el Congreso de la República, permitió avizorar una esperanza alentadora para preservar la vida de los usuarios. Sin embargo, como siempre sucede en nuestro ingobernable país, esta legislación ha quedado en el “tintero”.

Durante el último mes y quince días cercanos, se han producido numerosos y graves percances provocados casi a diario por choferes de camionetas que conducían a excesiva velocidad, en estado de ebriedad, drogados, engomados, desvelados, por dormirse, pelear pasaje para alcanzar buen sueldo diario, con buses sobrecargados, sin mantenimiento y más de alguno sin licencia, dejando muchos pasajeros muertos, heridos o lisiados de por vida. De igual manera, los conductores de tráileres que laboran bajo la consigna patronal de no frenar en caso se les atraviese un peatón o vehículo, en un solo día causaron siete accidentes, muchos trágicos, en las rutas al occidente, sur, oriente y norte del país. Imperdonable situación en contra del pueblo que data desde hace muchos años, bajo criticable flojedad de autoridades específicas.

Esta crisis y corrupción enojan y preocupan por la abierta irresponsabilidad e indiferencia de jefes, directores y funcionarios de la Policía Nacional Civil y del Ministerio de Gobernación, así como elementos municipales de tránsito que ahora operan en toda la república, cobrando numerosas vidas humanas, en buena mayoría víctimas inocentes, como sucede en otros campos “minados” de la vida nacional, como inseguridad, criminalidad, corrupción, violencia y tantas otras lacras que impactan en la sociedad, sin solución inmediata alguna, para nuestra mayor desgracia.

A estos choferes del transporte pesado, no todos, por supuesto, pues los hay responsables, les importa un comino su propia vida, mucho menos la de los demás: pasajeros, ocupantes de otros vehículos involucrados en accidentes o peatones, pues por ir al frente son las primeras víctimas. Citamos pocas leyes en vigencia pero sin aplicación: la de celulares, pues continúan los robos, asaltos y asesinatos; de los motoristas, sin licencias, chalecos, cascos, licencias y placas, y transportando hasta cuatro o cinco personas, entre estas muchos niños ignorantes del grave peligro al que son expuestos por padres o familiares; de los túmulos, la más vieja, continúan causando serias molestias, desorden, congestionamientos, accidentes y daños a vehículos.

Si no multan, encarcelan y condenan a los infractores, continuará tan grave brete y las leyes seguirán dormidas sin aportar obligado beneficio. Qué tristeza, qué desgracia, qué ira, qué decepción.

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