Revista D

“Guatemala es un país saqueado”

El abogado y notario Américo Cifuentes Rivas habla de su participación en el movimiento socialdemócrata de los años de 1960 y 1970.

Américo Cifuentes Rivas, junto a Manuel Colom Argueta, luchó por los ideales socialdemócratas (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).<br _mce_bogus="1"/>

Américo Cifuentes Rivas, junto a Manuel Colom Argueta, luchó por los ideales socialdemócratas (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).

El 22 de marzo de 1979 asesinaron a Manuel Colom Argueta, uno de los líderes de la izquierda guatemalteca.

El abogado y notario Américo Cifuentes Rivas, hoy de 80 años, era uno de sus más allegados. “Meme —como le decían sus amigos— encabezó el partido político Frente Unido de la Revolución (FUR), cuya inscripción oficial le consumió cerca de 19 años de trabajo consistente y constante, junto con sus demás compañeros de lucha institucional”, resume.

Durante su trayectoria, Cifuentes Rivas, mediante el ejercicio del Derecho, ha estado cerca de los movimientos socialdemócratas —”una izquierda que dialoga y que busca el desarrollo social del país”, según sus palabras—.

Por su postura ideológica, señala, ha sufrido persecución. “El 25 de junio de 1956 —tenía 22 años—, el gobierno de Carlos Castillo Armas —derechista— disparó contra una manifestación, cerca del cine Lux, en la Sexta Avenida. Ahí íbamos nosotros, una muchachada valiente, rumbo al Palacio Nacional para exigir que se respetaran las libertades individuales, para que se liberaran los presos políticos y para que se levantara el estado de Sitio”, narra. Murieron varias personas y resultaron heridas otras tantas. Hubo presos y exiliados. “Aquellas persecuciones unieron a la izquierda”, refiere.

Cifuentes Rivas forma parte de una generación que destacó en la política nacional. Se encontraban ahí también Francisco Villagrán Kramer, Adolfo Mijangos López, Alfredo Balsells y, por supuesto, Colom Argueta. “Aquel era el equipo intelectual”, comenta.

¿Cómo recuerda a Manuel Colom Argueta?

Era honrado, honorable y consecuente con su gente. Como alcalde de la Ciudad de Guatemala (1970-1974) modernizó la administración edil; diseñó, además, un plan de desarrollo que alcanzaba el año 2000. En su momento, Meme construyó el sistema de colectores de aguas negras, el Anillo Periférico —el cual lleva el nombre de Adolfo Mijangos López, líder izquierdista asesinado en 1971—, se instauraron las primeras guarderías municipales e introdujo agua potable a diferentes puntos de la capital. Respecto de esto último, ahora no han hecho nada, por lo que considero que la ciudad se va a morir de sed en unos años. También en esa época se formó la Asociación Nacional de Municipalidades, con la cual la presencia política de Colom Argueta creció en todo el país.

A Colom Argueta lo asesinaron hace 35 años. ¿Cómo se vivían aquellos momentos en Guatemala?

Antes de Meme habían matado a otros líderes políticos; todo era tenso. En esa época estábamos por inscribir al FUR después de una lucha de casi dos décadas. El 21 de marzo de 1979 —un día antes del asesinato— nos reunimos en su oficina para prepararnos para la asamblea nacional. Al terminar la sesión me mencionó: “Mañana por la mañana quiero que vengas conmigo al Ceur (Centro de Estudios Urbanos y Regionales)”, pero, casi al salir, cambió de opinión y me dijo que mejor no, que me llamaría si era necesario.

Al día siguiente, cuando estaba en mi oficina, en la zona 1, me dieron una mala noticia. Mi amigo, Héctor Ruano, quien vivía en la zona 9, me indicó por teléfono que frente a su casa acababa de haber una balacera contra un carrito rojo, muy sencillo. “Creo que es el de Meme“, me dijo. En efecto, esa mañana lo mataron, ahí en la 3a. avenida y 5a. calle de la zona 9. Si Colom Argueta no hubiera cambiado de opinión al último momento, a mí también me hubieran matado en ese incidente.

¿Quiénes y por qué lo mataron?

Es una pregunta difícil. Parece que el autor intelectual fue el general David Cancinos, entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional y quien iba a postularse para las elecciones generales de 1982. La hipótesis dice que si Colom Argueta participaba, ganaba, y por eso lo eliminaron.

¿Qué significó aquel asesinato para la historia del país?

Meme representó —y aún lo hace— a una generación de resistencia al sistema, al statu quo. Demostró que se puede construir un liderazgo con trabajo, y no con dinero, y que la política verdadera conlleva planificación, no como los gobiernos actuales, que carecen de objetivos concretos y que sencillamente son “apagafuegos”. La derecha guatemalteca —la oligarquía fundamentalmente— se caracteriza por atacar cualquier forma de planificación, porque argumentan que eso es “comunista”. Pero Colom Argueta evidenció que no se necesita ser comunista para planificar el desarrollo social de un país.

¿Cree que aún hay ideologías?

Claro que las hay. Algunos elementos de derecha dicen que no, que ya se terminaron y que no hay que hablar del pasado. Pero lo que quieren es que la gente olvide, y eso no debe ser así.

¿Qué es la derecha para usted?

Es el neoliberalismo que descansa en la urgencia de hacer dinero a como dé lugar, a costa de cualquier cosa y contra cualquiera, o sea que ni les importa si es a través de la corrupción, el narcotráfico o el crimen organizado. La izquierda, en cambio, es revolucionaria y no necesariamente marxista; es una ideología que urge cambios para progresar.

En el ideario popular existe la concepción de que la izquierda apoya el uso de armas. ¿Qué opina?

Como he mencionado, esta ideología simplemente quiere revolucionar, no con armas. En mi caso, apoyo la izquierda democrática, es decir, que permite el debate. Otra cosa son los comunistas, pues ellos tienen una estructura vertical y centralista.

Se sabe que en 1962, usted, Colom Argueta, Mijangos López y Villagrán Kramer se reunieron con comandantes guerrilleros —Marco Antonio Yon Sosa, Luis Trejo Esquivel, Luis Turcios Lima y el coronel Loarca—. ¿Cuál era el objetivo?

Nos reunimos en mi casa. Básicamente, nos dijeron que el país “no tenía otra salida” y que por eso planteaban el movimiento insurgente. Nos pidieron que nos uniéramos a ellos en la lucha armada. Nosotros, sin embargo, respondimos que no, porque preferíamos una lucha cívica, en las calles, con la pluma, con la academia, con debate. Nosotros ni éramos guerrilleros ni estábamos armados.

¿En qué punto se encuentra actualmente la socialdemocracia y cuál es su futuro?

Está en evolución. La cuestión es que no estamos organizados, pero tampoco nos dejan. Se necesita mucho dinero, y para tenerlo, hay que venderse. De esa forma, se pierde la idea.

El gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza aprovechó ciertos momentos para colgarse la bandera de Manuel Colom Argueta, tío del expresidente Álvaro Colom Caballeros. ¿Qué opina de eso?

Ellos no son socialdemócratas. Usaron el nombre de Meme porque Álvaro es el sobrino. Cuando Colom Caballeros era candidato a la Presidencia, yo me estaba postulando para la Procuraduría de los Derechos Humanos. Uno de esos días, con otras personas, nos reunimos con él y lo primero que nos dijo fue: “Tengo cuatro diputaciones guardaditas; vieran cómo me han costado”, como quien dice “les puedo dar unas a ustedes”. Pero ni yo ni mis acompañantes éramos de ese partido ni queríamos esos cargos. Nosotros a lo que íbamos era para hablar sobre el cargo de procurador. Álvaro se sorprendió y continuó: “Entonces, antes que nada, quiero decirles una cosa. Yo de mi tío Meme, nada. Lo conocí por razones familiares, pero yo con él, no. No estoy con él ni me interesa”. Por eso, me extrañó que la UNE dijera que era socialdemócrata.

¿En la actualidad hay partidos políticos socialdemócratas?

No, no los hay. Todos, sin importar tendencia ideológica, se manejan bajo la corrupción. Buscan el poder a como dé lugar.

¿Qué deben hacer los jóvenes para ocupar espacios de incidencia nacional?

Colom Argueta y Mijangos López siempre enfatizaron esto: “Mientras nosotros —el pueblo— no estemos organizados, nos van a seguir sojuzgando”. Así que la clave está en la organización. Si uno solito habla y habla, no se hace nada. Juntos se pueden hacer las cosas.

Pero la misma izquierda está dividida.

Eso es cierto, pero desde hace dos años, en La Casa de Cervantes —zona 1—, hemos establecido puentes de diálogo para que grupos políticos de izquierda, estudiantes y maestros encontremos un mecanismo de unidad. A esto le llamamos Movimiento de Unidad Progresista Popular. Hay diversos enfoques, por supuesto,
pero nuestro interés común es Guatemala.

¿Cree que la juventud actual tiene características similares a las de la generación que usted vivió?

La juventud es sana y siempre debe ser rebelde, pero con causa. Ahora ciertas cosas han cambiado. Por ejemplo, la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) de antes comparada con la de ahora tiene claras diferencias, sobre todo en el desarrollo cultural y cívico. Ahora, muchos líderes de esa agrupación reciben “plata” de ciertos sectores para mantenerse en el poder. Hay que recordar que la Rectoría y decanos de las universidades participan en las elecciones de magistrados, fiscales, de todo, y por eso necesitan tener pagado para controlar. En pocas palabras, ya no es aquella AEU que me tocó vivir, la valiente, rebelde y beligerante.

Usted, que tiene más de 50 años ejerciendo el Derecho, ¿se siente satisfecho con el sistema de justicia?

No, en absoluto. Las instituciones de justicia están desacreditadas ante la opinión pública. Los jueces y magistrados son elegidos por un mecanismo de compromisos. En mi opinión, creo que es hora de cambiar la Constitución. Considero que la Corte de Constitucionalidad debe desaparecer, porque no ha jugado el papel que los constituyentes creyeron en su momento. Para esto, sin embargo, hay que organizarse, porque, hablando hipotéticamente, si las modificaciones las hacen quienes ahora están en el poder, vamos a llegar a lo mismo.

¿Cómo cree que ha sobrevivido este país?

Guatemala es un país saqueado. Aguanta porque hay gente que trabaja y que paga impuestos. Luego —los burócratas— a saber qué hacen con todo ese dinero.

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