Revista D

La Avenida “Amenos”

La transformación de la capital ha dejado en el olvido a la Avenida Simón Bolívar, que en el siglo XX fue un importante centro de negocios.

Vista desde la terraza de Autollantas, uno de los edificios más altos de esta avenida (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).

Vista desde la terraza de Autollantas, uno de los edificios más altos de esta avenida (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).

Un humilde zapatero, de esos que caminan varios kilómetros en busca de clientes, le dio el título a esta nota. La Avenida “Amenos”. Esta es una larga arteria de la capital que va desde El Amate, zona 1, hasta la zona 8, en El Trébol. Oficialmente, desde 1943, se llama Avenida Simón Bolívar.

El zapatero, solo identificado como Amadeo, le llama “Amenos” no porque la avenida sea amena, agradable o vistosa. Todo lo contrario. “Este lugar, con el tiempo, ha venido a menos”, dice, con ingenio. “Ha venido a menos porque, si se da cuenta, antes había más comercio”, comenta.

Recorrer a pie la Bolívar, como regularmente se le conoce, es toda una experiencia. Para atravesarla hay que tener sumo cuidado. Se deben esquivar automóviles, tráileres y motocicletas. Luego, en el carril central, hay que cerciorarse de que no esté por pasar alguna unidad del Transmetro. Por último, hay que esquivar otro montón de vehículos. Las pasarelas son escasas y las que hay no las usan los peatones.

La Avenida “Amenos” cada vez es más sucia. Por eso, en cada esquina es usual ver orines e, incluso, excremento. Ciertos lugares son nauseabundos.

En la Bolívar, según cuentan sus residentes, cada vez transita menos gente honrada. La tensión se siente por distintos sitios, sobre todo en las inmediaciones de El Trébol, donde los ladrones escapan en los redondeles. La misma situación se da en las calles aledañas a la zona 1, cerca del mercado La Presidenta, o por el barrio de Santa Cecilia. En la noche es peor.

En esta Avenida cada vez hay menos comercios. Eso pese a que aún existen negocios como restaurantes, carpinterías o mueblerías. En el extremo sur hay autohoteles y prostíbulos. Al norte, vestidos para novias y quinceañeras. A lo largo de la arteria también se encuentran vidrieras, llanteras, iglesias como la Nazaret Central y hasta el centro de baile Guatemala Musical, tan famoso por presentar toques de marimba-orquesta durante los domingos. A propósito, hay una composición para marimba que se llama Avenida Bolívar.

Vista del sector donde predominan las ventas de vestidos para novias y quinceañeras (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).

Por la 24 calle estuvo la discoteca Tropical Room, que luego se mudó a la zona 4. También funcionaron los cines Tropical, Bolívar —tiempo antes, Cine Venecia— e Ideal —a este último lo conocían como Chimpul, en alusión a que tenía chinches y pulgas, por lo barato que era—.

Muchos comerciantes atribuyen la decadencia de la Bolívar a la puesta en marcha del Transmetro (2008). La razón es que, desde entonces, a los autobuses urbanos y extraurbanos se les prohibió circular por el sector. Por eso hay menos clientes. Ya no es como en las décadas de 1970 y 1980, cuando esta avenida tuvo su apogeo.

Hoy, pocos clientes se detienen en su vehículo, por temor a que la Policía Municipal de Tránsito les coloque un cepo. De esa cuenta, los vendedores ofrecen “parqueo” en las calles o avenidas aledañas.

Por ese problema, varios comerciantes se han mudado. Es visible el estado de abandono en que se encuentran muchos inmuebles. Así como han sido afectadas las mueblerías, han debido cerrar ferreterías, almacenes de material eléctrico, restaurantes chinos, italianos, mexicanos o de hot dogs.

Esa es la realidad de la Avenida “Amenos”, como le dice Amadeo, el reparador de zapatos. Lejos quedan los tiempos de la esplendorosa Avenida Simón Bolívar.

La Avenida Simón Bolívar a principios del siglo XX (Foto Prensa Libre: Reproducción de Óscar Rivas).

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