Revista D

Escultura manierista

El manierismo es una tendencia estética que se inicia a finales del Renacimiento y se señala como transición al Barroco. Tuvo sus orígenes en las magistrales características escultóricas de la obra de Miguel Ángel, tales como el equilibrio estable entre la masa y el movimiento, sentido de la grandiosidad, facciones perfectas, gestos terribles y la perfección anatómica de la figura.

Esta escultura fue tallada por Juan de Bolonia en 1582.

Esta escultura fue tallada por Juan de Bolonia en 1582.

El 6 de mayo de 1527, las acéfalas tropas del Sacro Imperio Romano Germánico tomaron Roma. En su euforia alcanzaron la Ciudad del Vaticano, donde la Guardia Suiza las enfrentaría con el propósito de resguardar la vida del papa Clemente VII. La batalla terminó en una masacre, pero no en vano, pues el Pontífice logró atravesar el Passetto, un corredor fortificado que comunica al Vaticano con el Castillo Sant’Angelo, ubicado a la orilla del Tíber. Durante los días siguientes, las tropas se ocuparon de saquear Roma, causando la desaparición de numerosas obras de arte, tanto de la Iglesia como de particulares. Este suceso es señalado como el final del Renacimiento clásico.

El historiador Luigi Lanzi indica en su libro Historia de la pintura italiana que este evento aceleró la separación de Martín Lutero y sus seguidores de la Iglesia, lo cual dio pie a una crisis espiritual en todo el mundo católico, pues hizo ver que la salvación podía alcanzarse por fe y no por predestinación o méritos.

“Luego del saqueo de Roma, muchos artistas huyeron y optaron por un arte más espiritual, tomando como base la idealización del cuerpo, de Miguel Ángel, lo que origina el manierismo”, afirma el historiador Aníbal Chajón.

En sus inicios, el término definía a quienes transgredían los cánones de los Genios del Renacimiento, es decir Rafael (1483-1520); Antonio Allegri da Correggio (1489-1534) y el mismo Miguel Ángel (1475-1554). Más tarde, “maniera” tomó la connotación de personalidad artística al crear una obra; sin embargo, con el tiempo se desarrolló con características propias.

“En resumen, las obras manieristas se caracterizaron por la reinterpretación de los cánones clásicos en busca de formas que requerían un conocimiento previo del espectador y una reflexión intelectual”, indica Chajón.

Sin embargo, Arnold Hauser, historiador y sociólogo, difiere de este concepto y considera que más bien surgió como una reacción de los artistas romanos a la imitación de la naturaleza, práctica común del estilo clásico, pues cansados de la razón se decantaron por la idealización del arte.

Por ello se desarrolló en dos corrientes: el naturalismo panteísta, en el que las cosas reales aparecen muy detalladas, y el espiritualismo místico, cuyo mejor representante es Doménikos Theotokópoulos, el Greco (1541- 1614).

El pintor, de origen griego, se instaló en Toledo, España, en 1579 y su pintura fue apreciada por la nobleza y la Iglesia. Su manierismo arrebatado supo interpretar la espiritualidad católica que se creía amenazada por el luteranismo. Superó a los artistas romanos al alargar las extremidades de las siluetas, poblar la composición y abstraer el fondo de sus pinturas.

Sin embargo, en Guatemala esta tendencia se desarrolló al mismo tiempo que las influencias del Renacimiento, traído tardíamente por los españoles. “Es posible que el manierismo haya tardado en aplicarse en el país o quedan pocas obras del siglo XVI que evidencien su ingreso”, expresa Chajón.

En el país

El manierismo se evidencia en las esculturas de la Virgen y San Pedro, en San Pedro Pinula, Jalapa; la Virgen del Rosario, en Rabinal, Baja Verapaz; la Virgen del Carmen, en el Cerrito del Carmen, en la capital; San Agustín, en San Agustín Acasaguastlán, El Progreso; la Virgen de La Merced, en el templo de la capital; el Cristo Crucificado del Hermano Pedro, de Pedro de la Rosa; en el Calvario antigüeño, y la efigie de Santiago, en Jocotán, Chiquimula.

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