Revista D

Fiesta de Candelaria

La luz de las velas representa la pureza, y dio origen al nombre de Candelaria.

(Foto Prensa Libre: Nestor Galicia)

(Foto Prensa Libre: Nestor Galicia)

El próximo domingo —2 de febrero— se celebrará la purificación de la Virgen María, con lo que tradicionalmente se da por concluido el ciclo de  Navidad, que comienza el 7 de diciembre, víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción.

La fiesta de Candelaria recuerda el pasaje bíblico del Evangelio según San Lucas (2,22-40) que narra la presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén: “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley —Levítico 12,1-8—: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones”.

También se le conoce como la Presentación del Señor, la Fiesta de la Luz y la Fiesta de las Candelas. De este último se deriva el nombre de Candelaria, debido a que se emplean muchas velas, que simbolizan la luz y pureza del alma de la Virgen. Los fieles llevan candelas para que sean bendecidas durante la misa, y las emplean durante sus oraciones en el transcurso del año, indica el historiador Miguel Álvarez, cronista de la Ciudad.

Devoción centenaria
Se desconoce cuándo comenzó el culto a la imagen de Nuestra Señora de Candelaria en Guatemala. Sin embargo, el historiador y folclorista  Celso Lara sostiene que esa tradición se originó en el barrio del mismo nombre, y cuenta con una historia de fe de varios siglos. Las celebraciones van del 25 de enero al 2 de febrero.

En la capital se organizan procesiones y rezados que recorren las principales calles de los históricos barrios de Candelaria, el Cerro del Carmen y la Parroquia Vieja, durante los cuales se bendicen las parroquias y las casas de los devotos donde se reza la novena al Niño Dios y se elaboraron belenes.

Durante esas fechas, la cultura popular guatemalteca se manifiesta en los puestos de venta de comida típica, donde se puede degustar     atoles, melcochas, torrejas, buñuelos, churros, chupetes y otros productos culinarios propios de las ferias cantonales.

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