La fiesta de Candelaria recuerda el pasaje bíblico del Evangelio según San Lucas (2,22-40) que narra la presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén: “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley —Levítico 12,1-8—: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones”.
También se le conoce como la Presentación del Señor, la Fiesta de la Luz y la Fiesta de las Candelas. De este último se deriva el nombre de Candelaria, debido a que se emplean muchas velas, que simbolizan la luz y pureza del alma de la Virgen. Los fieles llevan candelas para que sean bendecidas durante la misa, y las emplean durante sus oraciones en el transcurso del año, indica el historiador Miguel Álvarez, cronista de la Ciudad.
Devoción centenaria
Se desconoce cuándo comenzó el culto a la imagen de Nuestra Señora de Candelaria en Guatemala. Sin embargo, el historiador y folclorista Celso Lara sostiene que esa tradición se originó en el barrio del mismo nombre, y cuenta con una historia de fe de varios siglos. Las celebraciones van del 25 de enero al 2 de febrero.
En la capital se organizan procesiones y rezados que recorren las principales calles de los históricos barrios de Candelaria, el Cerro del Carmen y la Parroquia Vieja, durante los cuales se bendicen las parroquias y las casas de los devotos donde se reza la novena al Niño Dios y se elaboraron belenes.
Durante esas fechas, la cultura popular guatemalteca se manifiesta en los puestos de venta de comida típica, donde se puede degustar atoles, melcochas, torrejas, buñuelos, churros, chupetes y otros productos culinarios propios de las ferias cantonales.