Revista D

Los viajes de Marco Polo

En 1271, un joven veneciano de tan solo 17 años emprendió un viaje que duraría más de 20 años, por el Lejano Oriente. Su nombre: Marco Polo.

Imagen del veneciano, según la ilustración del libro Marco Polo, el hombre que viajó por el mundo medieval, de Nick McCarty.

Imagen del veneciano, según la ilustración del libro Marco Polo, el hombre que viajó por el mundo medieval, de Nick McCarty.

Con los relatos de su libro Il milione (El millón) el mundo occidental del siglo XIV supo, a detalle, de territorios hasta entonces desconocidos.

Aventura de décadas

Marco era hijo de una familia de comerciantes que construyó una fortuna por medio de los intercambios con el Cercano Oriente. Nació hacia 1254, en la isla de Korcula —en esa época dependiente de Venecia; hoy Croacia—.

Conoció a su padre y a su tío a los 15 o 16 años, cuando estos regresaron de un primer viaje que los condujo hasta China, con el rango de embajadores del emperador Kublai Khan, nieto de Gengis Khan, ante la corte pontificia.

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En 1271, los Polo volvieron a embarcarse hacia Oriente. Esta vez, Marco los acompañó.

Llegaron a Jerusalén, donde la legación pontificia les entregó cartas para llevar al Khan. Desde allí marcharon a Turquía, pasaron por el norte de Persia en 1272, cruzaron desiertos y enfrentaron a bandidos en su camino al golfo Pérsico. Luego fueron por tierra hasta China, atravesando la meseta de Pamir. Desde entonces siguieron la legendaria Ruta de la Seda, en las fronteras chinas, y llegaron a Zhangdu —Marco lo denomina Ciandú en su libro— en 1274 o 1275.

Los Polo residieron en la corte imperial mongol durante los 16 o 17 años siguientes, tiempo durante el cual desempeñaron funciones no muy bien aclaradas, pues la obra de Marco no da muchos detalles biográficos, y es difícil seguirle el rastro en las crónicas chinas.

Se sabe, sin embargo, que bajo el reinado de Kublai muchos extranjeros fueron funcionarios suyos, debido a que desconfiaba de los chinos nativos.

Marco no conocía el chino, pero sí el dialecto turco que hablaban los mongoles, además de otras lenguas.

El veneciano atrajo la simpatía del emperador, a quien le gustaba escucharlo cuando hablaba sobre los países lejanos que había atravesado.

Il milione hace pensar que Kublai lo empleó para efectuar investigaciones en puntos distantes del imperio y administrar el monopolio de la sal.

Alrededor de 1292, cuando fue necesario enviar una princesa mongola a Persia, los Polo se ofrecieron para acompañarla, y venciendo la resistencia de Kublai, que no quería dejarlos partir, comenzaron su viaje en el puerto de Quanzhou con 600 cortesanos y marinos. Después de bordear Indochina y Malasia hicieron un alto en Sumatra, para llegar a Sri Lanka, para seguir luego la costa oeste de la India hasta el estrecho de Ormuz, donde entregaron a la princesa.

Con el fin de regresar a Europa, los Polo atravesaron Turquía, pero en Trebisonda, sobre el Mar Negro, unos bandidos les robaron sus tesoros.

Siguieron, no obstante, el camino a Constantinopla, donde se embarcaron hacia Venecia, ciudad que alcanzaron en 1295.

Poco después de su regreso, Marco fue hecho prisionero por lo genoveses, junto con un tal Rustichello, un ciudadano de Pisa escritor de novelas caballerescas. A él le dictó los detalles de su aventura, y fue así como surgió Il milione, más conocido como Los viajes de Marco Polo, cuyo éxito fue inmediato y duradero.

En los siglos siguientes, la obra de Marco Polo, quien murió el 8 de enero de 1324, en Venecia, ha sido aceptada por algunos y puesta en duda por otros. El autor, asimismo, ha sido considerado un fanfarrón y un mentiroso, pero también como un genio de prodigiosa memoria, observador detallista y gran funcionario de un monarca oriental.

Las investigaciones contemporáneas, sin embargo, permiten afirmar que Marco reflejó con agudeza lo que vio y lo que escuchó, aunque esto último muchas veces le llegara falseado. Se dice que su descripción de Japón ayudó luego a Cristóbal Colón a trazar su itinerario hacia las Indias por occidente, y a los comerciantes europeos, enviar sus flotas hacia el Oriente.

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