En esta época del año, el ritmo acelerado de la vida moderna no disminuye: simplemente cambia. Se trata de correr para comprar los regalos, para visitar a las personas allegadas, para concurrir a las celebraciones. Pero al hacer un alto y meditar, nos encontramos con que todo este barullo exterior nos ha hecho olvidar las raíces de la festividad navideña y nos preguntamos: "Y antes, ¿cómo era?". Desde que estas tierras recibieron la buena nueva del Evangelio, en 1524, la amable fiesta del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo
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