Muy ágil se acomoda en su silla para alcanzar su quepi de oficial y su seguridad es evidente cuando estrecha fuerte la mano y saluda amablemente.
Sus cargos
Juanito, de 44 años, ha ocupado varios cargos con grandes responsabilidades en la PNC.
“En la capital se dieron cuenta de mi talento como dibujante, porque elaboraba los mapas para los operativos en Chimaltenango”, refiere.
“Cuando me han visto en la calle se burlan y me preguntan cómo voy a engrilletar a alguien. Piensan que porque soy pequeño no lo puedo hacer, pero lo he hecho. Los oficiales tenemos funciones en oficina, pero cuando he estado en comisiones me he topado con situaciones en las que me ha tocado intervenir y ponerle los grilletes a los delincuentes”.
Trabajó como zapatero, pero después de luchar para que le aumentaran el sueldo, solo alcanzó un aumento de Q25, lo que animó más su decisión de especializarse en las fuerzas de seguridad.
El oficial Camey Guerra ha sido encargado de despachos, instructor en la academia en el área operativa y años atrás fue catedrático para ayudar a los de nuevo ingreso que no tenían el ciclo básico.
La estatura siempre fue un problema para Juanito, no porque no pudiera desempeñar algunas funciones, sino por la falta de confianza de sus compañeros, pues consideraban que no podía lograr algunos objetivos.
“En la PNC les he demostrado que no tiene nada que ver la estatura, sino la preparación. Según ellos yo no puedo subir edificios en allanamientos, pero les he demostrado que sí puedo”, dice el oficial.
También ha participado en operativos de tránsito en donde su función es dirigir y supervisar.
Las burlas
“Cuando me han visto en la calle se burlan y me preguntan cómo voy a engrilletar a alguien. Piensan que porque soy pequeño no lo puedo hacer, pero lo he hecho. Los oficiales tenemos funciones en oficina, pero cuando he estado en comisiones me he topado con situaciones en las que me ha tocado intervenir y ponerle los grilletes a los delincuentes”, asegura.
A pesar de ser conocido en la Policía, nunca faltan las miradas indiscretas de quienes visitan la Dirección General de la PNC, e incluso del propio personal, pero eso es lo que menos le importa, asegura el jefe policial.
“A mi papá no le gustaba que se burlaran de mí y me instaba a que demostrara que sí podía, y se me quedaron esas palabras, aunque ha sido un camino difícil para llegar aquí”, dice Camey, padre de dos niños de 9 y 11 años, y esposo de una mujer de estatura normal.
“Mi familia admira lo que hago, mis hijos han sido un amor especial. Ahora que manejo vehículo me felicitan más, me dan gracias por enseñarles que todo se puede y es cuestión de voluntad”, asegura.
Obstáculos
Cada una de las trampas que le han puesto en el camino son recordadas por Juanito, a pesar de eso dice no tener rencores.
“Aunque uno se sienta mal debe de seguir adelante. Eso le digo a mi familia. Hubo un tiempo en que los jefes me trasladaban con frecuencia de lugar para que me desesperara, pero tenía compañeros que también me decían que siguiera adelante”, recuerda.