Quetzaltenango

Productores quetzaltecos necesitan vender chocolate artesanal que está almacenado

La crisis sanitaria por el coronavirus impidió que una pequeña empresa de Quetzaltenango vendiera su producto y ahora se acumuló.

La pareja almacena el chocolate en cajas para guardarlo mientras tienen la oportunidad de venderlo por mayor. (Foto Prensa Libre: María Longo)

La pareja almacena el chocolate en cajas para guardarlo mientras tienen la oportunidad de venderlo por mayor. (Foto Prensa Libre: María Longo)

En la casa de Gricelda Martínez y César Macario, ubicada en la zona 4 de Xela, el olor del chocolate es agradable, pero la razón del aroma preocupa a los padres de familia, quienes relataron que tienen 20 quintales de chocolate almacenados porque no pudieron venderlos.

La pareja se dedica a la producción y venta de chocolate por medio de una microempresa familiar, para ellos la Semana Santa y La Navidad son dos fechas que representan una venta importante, pero este 2020 sucedió lo contrario.

“Empezamos a preparar el producto desde febrero y a almacenarlo, pero cuando dijeron que se suspendía la Semana Santa se nos quedó ahí, tenemos 50 días sin fabricar más, aparte está el que ya habíamos repartido en San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, pero no sabemos si podrán pagárnoslo”, dijo la productora.

El chocolate está almacenado en cajas, mientras los productores le piden a Dios que una empresa, un mayorista o alguna dependencia del Gobierno compren su producto “por mayor”.

Los productores entregan a domicilio pedidos de al menos 10 libras. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Con la suspensión de las actividades de la Semana Mayor,  la interrupción del transporte y la prohibición que se dio de trasladarse a otros departamentos, los productores no pudieron vender el producto que tenían preparado para una fecha de alta demanda.

La microempresa involucra a tres generaciones y cuatro familias, para la temporada alta contratan al menos a tres personas externas.

“Nosotros no pedimos ni dinero, ni víveres, lo que queremos es que el producto llegue al consumidor, San Pedro, San Marcos, es el punto de concentración del altiplano, es nuestro mercado, como no hay transporte se ha paralizado y los gastos así como los pagos continúan”, indicó la mujer.

Los colaboradores que están acostumbrados a tener un empleo los llaman “insistentemente” para saber cuándo reanudarán la producción de chocolate, porque necesitan trabajar, pero los comerciantes no pueden continuar sin vender lo almacenado.

“Consumamos lo nacional, productos de aquí de Guatemala, porque necesitamos unos de otros para sobrevivir, no queremos llegar a los extremos que han llegado otras personas con banderas blancas, lo que pedimos es trabajo”, expresó Gricelda.

La materia prima está guardada junto al chocolate.

Gricelda asegura saber poco de las redes sociales pero en la desesperación por encontrar compradores decidió arriesgarse y ofertar el producto por ese medio, hasta ahora ha tenido poca respuesta.

“Gracias a dios nuestro producto no es perecedero, hay personas que lloran porque se descompone su venta, pescado, verduras”, dijo Macario.

César intentó el Miércoles Santo viajar a San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, municipio donde tienen su clientela, pero no lo dejaron pasar, ahora la festividad pasó y busca compradores mayoristas.

Desde hace 50 días los vendedores suspendieron la producción y se quedaron con materia prima que no han podido utilizar. (Foto Prensa Libre: María Longo)

“Nosotros no tenemos un salario, no somos empleados sino empleadores, nunca hemos recibido un cheque, aportamos al Estado de Guatemala con nuestros impuestos. La que más nos preocupa es nuestra colaboradora Irene Tay, quien tiene que viajar al Igss de la capital porque tiene un problema renal, pero no tiene como, todo es una cadena”, dijo Macario.

Los precios del chocolate oscilan entre Q7 y Q35, por 10 libras la pareja puede entregar el producto a domicilio, los productores brindan los números de teléfono 5794 2846 y 5400 2204 para contactarlos.

“Nos duele ver la situación de otras personas desamparadas, cada mañana es una incertidumbre. Tengo a mi madre de 87 años que espera su despensa y tenemos que cuidarla, ya nos aprieta la inactividad”, afirmó Macario.