Vida

Presto non TroppoCon Miroslava

En el XIIIe. Arrondissement

A esta cantante se le conoce, con toda razón, por su voz; una voz privilegiada. Dotada, flexible, muy hábil, con una capacidad de ejecución e improvisatoria musical que sorprende a cuantos la escuchan.

Intérprete guatemalteca de excelentes cualidades, Miroslava Mendoza ha brillado en un terreno difícil, como vocalista de jazz.

Con estudios musicales en Berklee, incontables actuaciones públicas, y (quizá lo menos común en cualquier gremio…) la admiración y el respeto de sus colegas, su talento pareciera estar aguardando un lugar y un momento apropiados para obtener el reconocimiento que se merece.

Recuerdo un concierto en Guatemala, en el que -como parte del espectáculo- un solista venido del extranjero pedía a sus músicos (entre quienes figuraba Miroslava) que participaran en un “gag”. Este consistía en que cada cual fingía sugerir una mala idea musical para la siguiente canción, y los demás debían fingir abuchearlo. El público hacía eco de la diversión, y así pasaban de uno en uno sin que ninguna de las ideas fueran “aprobadas” por la concurrencia. Mas, tocó el turno a Miroslava y, por mucho que ella puso su afán en aparentar impericia, sus magníficas condiciones vocales la delataron y el público no pudo ocultar su asombro: he ahí una buena idea musical que no podían reprobar. Por supuesto, la broma tenía que continuar como había sido planificada, y ella le siguió el juego al solista, pero entre quienes presenciábamos el evento corrió la voz -literalmente-: ésta sí tiene voz, ésta sí canta…

Hoy día instalados en el “treizihme arrondissement” de Parms, ella y Philippe me han recibido amablemente para compartir una comida y un sinnúmero de memorias, principalmente sobre Guatemala.

Ponderamos el desenvolvimiento de Miroslava al lado de los mejores ejecutantes chapines. Evocamos, también, que el paso de Philippe por nuestras tierras encajó con la época en que Alux Nahual creó y presentó lo que sería su último disco, y que no fueron pocos los esfuerzos que él dirigió a gestionar su difusión y promoción. Nos divertimos recordando los largos minutos que pasaron antes de que nos reconociéramos mutuamente y conviniéramos en reunirnos en su casa, cuando un azar propició que nos encontráramos en el aeropuerto Charles de Gaulle.

¿Qué hace Miroslava ahora? Lo que otros artistas guatemaltecos que se hallan en la compleja Europa: buscar la forma de abrirse camino en un medio muy desarrollado, pero cerrado. Muy rico en posibilidades, pero hostil a la hora de compartirlas. En el que se sabe mucho de todo el mundo, pero se conoce muy poco de una nación como Guatemala. Un medio en el que Guatemala no significa mayor cosa, ni tampoco existe el interés en que llegue a significarlo.

Desde que emigró a Francia, donde vivió durante algún tiempo en el interior antes de pasarse a la capital, Miroslava proyecta su excepcional voz a un mundo tan cosmopolita, que no logra valorar todo lo que engloba, pero tampoco engloba todo lo que tiene valor.

Mucho ánimo, pues, Miros. Que tu voz resuene y se eleve para quienes tienen los oídos y la sensibilidad dispuestas.

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