A sus 15 años, Albarrán quería ser boxeador. “Estás medio lorenzo (loco)”, le dijo su padre. Así que terminó lo más cerca que pudo del boxeo: en la fábrica de Cleto Reyes, el hombre que fundó una marca que han utilizado los más grandes campeones.
“Fueron de los primeros guantes que armé. Cuando vi la pelea (de Ali) me emocioné por la marca y luego en el periódico lo vi”, dice a la AFP Albarrán, de 64 años, bajo la mirada de Alberto Reyes, hijo de Cleto y director de la marca mexicana de guantes que utiliza a la fecha el filipino Manny Pacquiao.
La anécdota de cómo Ali utilizó unos guantes hechos en un suburbio de Ciudad de México en lugar de otras marcas tiene ya forma de leyenda.
“Ya tenían contratada una firma, entonces él dijo ‘yo no peleo si no es con los guantes de Cleto'”, recuerda Alberto Reyes, de 65 años de edad, en su oficina de la capital mexicana.
Le permitieron pelear con los guantes mexicanos aunque la marca debía ir tapada con una cinta.
Ya en el ring, Ali le pidió a su entrenador, Angelo Dundee, que quitara la cinta. De esa forma, su imagen, sudoroso mientras aguanta un castigo de Spinks con unos guantes en los que se lee “Cleto Reyes”, dio la vuelta al mundo.
Esa publicidad fue más que suficiente, y otros campeones los utilizaron: el mexicano Julio César Chávez, el panameño Roberto “Manos de Piedra” Durán e incluso el ficticio Rocky Balboa, que interpretó Sylvester Stallone en el cine.
El guante “es cómodo para sus manos, se lesionan menos. Uno busca siempre proteger a su boxeador con el vendaje y que no se lastime”, dijo a la AFP Ignacio Beristáin, entrenador de campeones mexicanos como Juan Manuel Márquez y Ricardo “Finito” López.
Con los nombres de los boxeadores que han utilizado los guantes “Cleto Reyes”, el hijo del fundador afirma que jamás ha tenido que pagar para que alguien se los ponga.
“Ellos los usan porque se sienten seguros, saben que van a noquear, es un relleno que va a proteger tanto su puño como al rival”, dice.
Fabricante en el ring
Cleto Reyes quiso boxear mucho antes de que Ali apareciera en escena.
Eran los años 1930, cuando el boxeo mexicano tomaba fuerza de la mano de púgiles como Juan Zurita y Rodolfo Casanova, y cuando también se permitía que un amateur probara su suerte en el ring. Reyes fue uno de esos boxeadores espontáneos.
“Subió y peleó. Aguantó los tres rounds pero perdió”, recuerda su hijo. “Los entrenadores le decían a mi papá ‘ve al gimnasio, para que aprendas a meter las manos, tienes condición, eres valiente'”.
Después de dos semanas, Reyes todavía se acordaba de la paliza y juró: “jamás vuelvo a meterme al boxeo”. Sin embargo, aprovechó su trabajo en un taller de artículos de béisbol y decidió arreglar los guantes que utilizó en esa pelea.
Así comenzó a fabricar los guantes para Zurita, quien los utilizó en una pelea de campeonato en 1945 que perdió frente al estadounidense Ike Williams. “Ese fue un gran estímulo y continuó trabajando”, dice su hijo.
De forma artesanal
La fabricación del guante comienza con la selección del cuero, que llega a la fábrica en varios colores, aunque el icónico rojo es el que más salta a la vista.
“No podemos permitir que un guante en pleno combate se vaya a romper”, dice Reyes al hablar de la calidad del cuero que utiliza.
Después, los trabajadores en las plantas de Ecatepec y Toluca, localidades cercanas a Ciudad de México, cortan las piezas para coserlas, rellenarlas y darles forma.
El nombre de la marca no acaba en los guantes. En Ecatepec, los empleados dan forma a las caretas, protectores e incluso los cinturones de los vencedores.
Aunque utilizan máquinas de coser e instrumentos para cortar y dar forma al cuero, el proceso es artesanal en su mayor parte.
Un par de guantes profesionales de Cleto Reyes cuesta 1.380 pesos (unos 75 dólares). En su interior tienen espuma y cerda, materiales que evitan un mayor daño a los oponentes.
Frente a una imagen del expresidente Carlos Salinas con Cleto Reyes y carteles de peleas, Rubén Albarrán cose orgulloso una pera de boxeo.
“Ahorita ya me dediqué a hacer peras. Da gusto, que la empresa en la que estoy trabajando es un reconocimiento internacional”, dice Albarrán.