La final de la Copa de la Liga enfrentaba a los dos gigantes de Francia, que trasladaron la lucha que mantienen en el torneo de la regularidad al campo del Olympique de Lyon, escenario en el que los hombres de Unai Emery se vieron las caras con los de Leonardo Jardim.
Era el enfrentamiento entre los grandes dominadores de Francia en los últimos años contra los aspirantes a desbancar al París Saint Germain, subido en un trono que se tambalea en la Ligue 1 por la irrupción de una buena camada de jóvenes del Mónaco.
Los chavales del cuadro del principado han conseguido situar a su equipo tres puntos por encima del multimillonario club parisino en el torneo de la regularidad y amenazaban con quitar un título a su máximo rival.
Emery, dispuesto a ganar su segundo trofeo en Francia tras vencer en verano la Supercopa gala, necesitaba una victoria para olvidar definitivamente la dolorosa derrota ante el Barcelona en la Liga de Campeones (6-1) que llegó a cuestionar su trabajo.
Para ese reto, no pudo contar con Thomas Meunier, lesionado con Bélgica, y colocó a Serge Aurier en su lugar, mientras que en el Mónaco todos esperaban ver al hombre de moda, Kylian Mbappé. La ausencia obligada del colombiano Radamel Falcao, aún con problemas en la cadera, permitió al planeta fútbol asegurarse ver entre los 22 elegidos a la estrella emergente del cuadro monegasco.
Con ese guión, el París Saint Germain salió con fuerza al partido y durante los primeros 20 minutos dominó el duelo con un tempranero tanto, en el minuto 5, del alemán Julian Drexler, que aprovechó la generosidad de Ángel Di María para marcar a placer el primero de la noche.