La vivienda de dos plantas le fue obsequiada a la familia Maradona en 1978 por Argentinos, el club con la que debutó como profesional hace exactamente 40 años el que ahora es considerado como uno de los mejores futbolistas de la historia. Fue en parte de pago por la firma de su primer contrato, algo muy poco frecuente en aquella época para un jugador menor de edad, pero con un talento excepcional.
Apenas se traspasa la puerta, el visitante se encuentra con decenas de fotografías, documentos, objetos y una ambientación del lugar que evocan a la adolescencia de Maradona, previo a convertirse en una leyenda viviente. Una fotografía suya, con cabellera enrulada y sonrisa inocente, sentado en un escalón de la entrada a la vivienda prueba la autenticidad del lugar, reforzada con la escritura original a nombre de Don Diego, padre del ex astro y fallecido el año pasado, que se atesora en una repisa de vidrio.
El primer contrato firmado en su carrera es otra de las reliquias exhibidas en el museo que es propiedad de Alberto Pérez, un ex dirigente de Argentinos Juniors y coleccionista “maradoniano”.
“Esta fue quizás la parte más romántica de su vida, tal vez la mejor época”, apuntó Pérez, quien ocupaba un alto cargo en la comisión directiva del equipo de La Paternal a fines de los 70 y tuvo trato directo con el futuro capitán del seleccionado argentino campeón del mundo en 1986.
Parado en el patio interno de la casa, donde Maradona solía matar las horas jugando al ping-pong con sus hermanos, el ex directivo recordó que “a Diego lo criamos en Argentinos Juniors. Hay muchos aquí que no lo quieren, pero no se pueden olvidar lo que significó Diego para el club y el barrio. A nivel mundial nos conocen por él”.
Motivado por esta certeza, Pérez negoció durante años la compra de la casa con una mujer que la había adquirido luego que los Maradona abandonaran el barrio en 1981, cuando el hijo pródigo fue transferido a Boca Juniors.
Logrado el objetivo hace ocho años a cambio de US$100 mil, Pérez se dedicó a buscar réplicas exactas de los muebles originales de estilo vintage y de otros objetos de época tomando como guía fotografías de las entrevistas que allí le habían hecho a Maradona.
En la planta alta de la casa está el pequeño cuarto que pertenecía a Maradona, con una cama de madera de una plaza, acolchado azul y al lado una pequeña mesa con una lámpara. Insignificante comparada con las habitaciones de hoteles cinco estrellas que ocuparía luego como estrella del futbol mundial.
“Diego dormía en esta pieza y tenía un baño afuera. En invierno hacía frío. Diego es una persona que siempre se comportó con la familia”, contó Pérez.
Es en la cocina, con piso de cerámica y azulejos de color rosa pálido originales, al igual que la despensa, donde el visitante puede inmiscuirse en la intimidad de la familia Maradona, que había abandonado suburbio pobre de Villa Fiorito por un típico barrio de clase media de la capital.
En ese ambiente mandaba Doña Tota, madre de cinco hijas mujeres y tres varones, y quien falleció en 2011.
“En las fotos se puede ver lo feliz que él era”, comentó César Pérez, quien ayudó a su padre Alberto en la concreción del proyecto. “Esto está hecho con el corazón, es un homenaje en vida al mejor jugador de todos los tiempos”.
La visita a casa convertida en museo es gratuita, y apenas inaugurada hace un par de semanas se ha convertido en nueva atracción de los cientos de fanáticos “maradonianos” en Argentina y el exterior.