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Los trabajadores “invisibles” (y mal pagados) que están detrás de tu vida digital

Piensa en un día de tu "vida digital".

Los microtrabajadores generan información transcribiendo textos y videos, limpiando bases de datos, corrigiendo y categorizando contenido. (Foto Prensa Libre: BBC)

Los microtrabajadores generan información transcribiendo textos y videos, limpiando bases de datos, corrigiendo y categorizando contenido. (Foto Prensa Libre: BBC)

Buscas en tu teléfono restaurantes y te aparece una serie de recomendaciones. Tu aplicación de música te sugiere una lista de canciones que parece perfecta para tu estado de ánimo y tus gustos.

Tus redes sociales te muestran, casi siempre, contenido libre que no es ofensivo. Y te imaginas un futuro de autos que se conducen solos.

Nada de esto sería posible sin un ejército invisible de manos que hacen posible la economía digital: los “microtrabajadores”.

No trabajan en Silicon Valley, y en su mayoría no van a ninguna oficina y trabajan desde el hogar.

Pero juntos realizan operaciones que las computadoras no pueden procesar.

Reciben poco por su trabajo, y a veces tienen que realizar tareas angustiantes, como ver imágenes violentas.

Para algunos, sin embargo, representa la única fuente de empleo en situaciones de crisis.

¿Qué es el microtrabajo?

Los microtrabajadores generan información transcribiendo textos y videos, limpiando bases de datos, corrigiendo y categorizando contenido.

Su trabajo provee datos para entrenar los algoritmos de los sistemas de inteligencia artificial.

Y lo hacen añadiéndole un elemento humano a la información que las computadoras no pueden sentir ni comprender.

Ilustración mostrando cómo se marca un video de autos moviéndose
(Foto Prensa Libre: BBC)
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Los microtrabajadores ayudan a enseñarle a los autos sin conductor a reconocer obstáculos.

Hay muchos tipos de tareas. Un microtrabajo puede consistir en trazar los contornos de objetos en un video que muestra un auto en una carretera, por ejemplo, y etiquetarlos.

Estos datos son utilizados para enseñarles a los autos sin conductor cómo es un árbol, un obstáculo, o una persona caminando.

Los trabajadores también etiquetan contenido según las emociones producidas, para enseñarles a los algoritmos de análisis de sentimientos cómo suena una canción triste, o qué tiene que decir un texto para que sea “angustiante”.

O anotan imágenes de humanos, para que la tecnología de reconocimiento facial aprenda a diferenciar entre ojos, narices y bocas.

¿Quién utiliza sus servicios?

Amazon creó la primera plataforma de microtrabajo en 2005.

En ese entonces, el presidente de la compañía Jeff Bezos la llamo “la inteligencia artificial, artificial”.

La llamaron Amazon Mechanical Turk, o el turco mecánico, en homenaje a un muñeco autómata ajedrecista del siglo XVIII que engañaba a los jugadores, quienes pensaban estaban en una partida contra una máquina.

Pero dentro del dispositivo se encontraba escondido un ajedrecista humano.

Ilustración de un "turco mecánico"
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
El “turco mecánico” le hacía pensar a los ajedrecistas que estaban compitiendo contra una máquina, pero escondía dentro de sí a un jugador humano.

Amazon descubrió este sistema cuando se puso a la tarea de eliminar millones de páginas duplicadas de su catálogo.

Las computadoras no hacían este trabajo eficientemente, pues no notaban diferencias muy sutiles que sólo los humanos podían detectar.

La opción de revisar millones de páginas, sin embargo, no era humanamente posible.

Amazon desglosó esta tarea gigante en miles de labores pequeñas, separadas y repetitivas que podían ser finalizadas por trabajadores humanos en cuestión de segundos, desde cualquier parte del mundo.

Luego abrieron este modelo de trabajo a través de un sitio de internet, en el que Amazon es el intermediario entre las compañías que necesitan completar trabajos a través de tareas pequeñas, y los trabajadores que las completan.

Las empresas les pagan a través de la página, tarea por tarea.

¿Quiénes son los microtrabajadores?

Es difícil determinar cuántos microtrabajadores hay en el mundo, ya que las compañías no tienden a publicar otro dato más que el número de usuarios registrados.

Pero para hacerse una idea, se calcula que en Amazon Mechanical Turk trabajan decenas de miles de personas cada mes, y que en cualquier momento del día de 2.000 a 2.500 personas están activas.

Este cálculo fue realizado por Panos Ipeirotis, profesor de Ciencias de la Información, Operaciones y Gestión de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos.

Su estudio* encontró que la mayoría de trabajadores de esta plataforma se encuentra en Estados Unidos e India.

Esto sucede, en parte, porque durante muchos años la plataforma limitó el acceso a trabajadores fuera de EE.UU.

Tienen un alto nivel educativo. Encuesta de la OIT. .
(Foto Prensa Libre: BBC)

Pero ahora existen muchas más plataformas de microtrabajo en el mundo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) hizo una encuesta entre 3.500 microtrabajadores en 75 países en diversas plataformas.

Encontró que, en promedio, los encuestados tenían 33 años.

Un tercio de ellos eran mujeres, pero en países en desarrollo esta proporción bajaba a un quinto.

La OIT también encontró que el nivel educativo entre los trabajadores era alto.

Sólo el 18% de ellos tenían menos de un diploma de educación secundaria.

Un cuarto de ellos había estudiado en la universidad, y un quinto tenía diplomas de posgrado.

La mitad de ellos habían estudiado carreras de ciencia y tecnología: el 23% ingeniería, y el 22% ingeniería de sistemas.

¿Cómo viven los microtrabajadores?

El microtrabajo puede ser una tabla de salvación para aquellos que no tienen acceso a empleo o a fuentes de ingreso tradicionales.

Michelle Muñoz es odontóloga.

Vive en Venezuela y lleva trabajando por internet ya dos años.

El microtrabajo es su única fuente de ingreso en un país cuya economía colapsó y que se encuentra en medio de una espiral de hiperinflación.

Michelle Muñoz
(Foto Prensa Libre: BBC)
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En Venezuela la gente no tiene dinero para un odontólogo. Eso llevó a Michelle Muñoz a realizar microtrabajos.

“Yo tenía un consultorio pero por la situación de la migración tuve que cerrarlo, lamentablemente”, cuenta.

Muchas personas se fueron, y las que están aquí no tienen suficiente dinero para pagar un odontólogo y las personas tienen otras prioridades como la comida y la educación“, explica.

Yahya Ayoub Ahmed es sirio.

Viven el campo de refugiados de Darashakran, en Erbil, la capital de la Región Autónoma Kurda de Irak. Allí llegó huyendo de la guerra.

Una organización llamada Preemptive Love le enseñó inglés y sistemas, y le facilitó el acceso a microtrabajos.

“Lo puedes utilizar remotamente y generar ingresos. Presentarse a un empleo aquí es muy difícil, no puedes simplemente buscar algo en Google. Este sistema te permite trabajar sin tener que mandar una hoja de vida”, dice.

Yahya aprendió a realizar tareas de alta precisión, como trazar cajas en videos o generar máscaras de segmentación.

Está entusiasmado con aprender sobre el entrenamiento de sistemas para la inteligencia artificial.

Yahya Ayoub Ahmed
(Foto Prensa Libre: BBC)
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Yahya Ayoub Ahmed es sirio, pero ahora vive en Irak.

Existe, sin embargo, un obstáculo para los trabajadores en países en desarrollo como Irak y Venezuela.

“La mayoría de servicios restringe el acceso a los iraquíes. Incluso si pudiesen acceder mágicamente, no hay una manera fácil de recibir el dinero de los pagos, porque todo se realiza a través de sistemas bancarios tercerizados como Paypal”, explica Allen Ninous, de Preemptive Love.

Su organización firma acuerdos especiales con las compañías para facilitar el acceso.

Encontrar trabajos es aún más complicado para quienes los hacen desde su casa.

Rafael Pérez también vive en Venezuela.

Se gana la vida con microtrabajos, y dice que la mayoría de los publicados en las plataformas no están disponibles para personas en Venezuela.

Rafael también describe la soledad de no tener a quién acudir cuando las cosas salen mal.

Edificio de oficinas
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Uno de los peligros de trabajar para estas plataformas es que podrían no pagarte tras haber dedicado horas a “microtrabajos”.

“Yo he perdido dinero muchas veces. Una vez hice 180 dólares en 15 días, que es bastante dinero aquí. Y nunca me lo pagaron. Y metí el reclamo, llamé… pero nada. Es como una lotería”.

¿Cuánto se cobra?

El microtrabajo ha sido el blanco de críticas, pues se paga muy poco.

La OIT encontró que los trabajadores ganan, en promedio, 4,43 dólares la hora.

Aunque este número varía por regiones.

En Estados Unidos reciben, en promedio, 4,70 dólares la hora, que es inferior al salario mínimo.

En África reciben 1,33 dólares la hora.

Y esto sin contar que los trabajadores emplean al menos 20 minutos de cada hora pagada en actividades que no conllevan ingreso, como hacer preguntas de prueba o buscar tareas para hacer.

Los microtrabajadores ganan. Por hora de trabajo (pagado y no pagado) [ US$4,70 Norteamérica ],[ US$3,00 Europa ],[ US$2,22 Asia y Pacífico ],[ US$1,33 África ], Source: Fuente: Encuesta de microtrabajadores, OIT, 2017, Image: Coins around clock
(Foto Prensa Libre: BBC)
“Paso todo el día pendiente de que lleguen tareas. Cuando llegan, pues uno se sienta a trabajar”, dice Rafael.

Gran parte de su tiempo también se pasa mitigando el riesgo de fraude.

Michelle, por ejemplo, cuenta que al principio fue engañado por sitios de internet falsos, por lo que ahora investiga y pone en períodos de prueba a las plataformas antes de trabajar en ellas.

Recaudar el dinero ganado también es complicado.

¿Cómo se paga el microtrabajo?

Los trabajadores reciben sus salarios a través de pagos electrónicos.

Para convertirlos en dinero, utilizan plataformas de intercambio por internet, en el que terceros convierte el crédito electrónico en efectivo, después de sacar una comisión.

Rafael dice que, si le va bien, en un día puede ganar de ocho a diez dólares, con los que compra una caja de huevos, un kilo de harina para hacer arepas, y un kilo de algún grano.

“No vivirás muy bien, pero sí puedes comer bien”, concluye.

Trabajador aburrido
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Las tareas van desde etiquetar palabras en una oración a buscar información o traducciones.

Él se especializa en tareas que define como fáciles pero “tediosas”, como buscar información por internet y etiquetar partes de oraciones escritas.

Michelle, mientras tanto, hace tareas más especializadas como traducciones, trazo de cajas y análisis de sentimiento.

En un buen día gana hasta 80 dólares.

Con ese dinero se compró el teléfono con el que hace las tareas.

Explica que gana mucho más como trabajadora por internet que como odontóloga.

Piensa que tendría que haber mucho más “apoyo y reconocimiento” para los microtrabajadores, que las plataformas hacen mucho dinero gracias a su trabajo pero “pagan poco”.

¿Es este el trabajo del futuro?

“Este tipo de trabajo no es transitorio, sino estructural del desarrollo de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial”, dice Paola Tubaro, quien ha analizado las prácticas del microtrabajo.

“Incluso si las máquinas llegasen a aprender, digamos, a reconocer perros y gatos, y no necesitasen de más ejemplos, todavía vas a necesitar que reconozcan más detalles, por ejemplo, a reconocer señales de tránsito en otros idiomas o de otros países”, explica.

Y a medida que estas tecnologías de expanden, necesitan gente que alimente más datos.

"El microtrabajo es invisible para la mayoría, y atrae poca atención del público.", Source: Paola Tubaro, Source description: Centre National de la Recherche Scientifique, Image:
(Foto Prensa Libre: BBC)

Las plataformas de microtrabajo no están reguladas actualmente por ninguna autoridad, por lo que son las plataformas mismas las que imponen las condiciones.

También han recibido muchas críticas por no ofrecer apoyo emocional a los trabajadores que moderan contenido y están expuestos a imágenes violentas.

La OIT en su estudio hace un llamado a una mejor regulación del sector para que se cumplan condiciones como el pago del salario mínimo, y mayor transparencia en los pagos.

Pero por ahora, dice Tubaro “el microtrabajo es invisible para la mayoría, y atrae poca atención del público”.

Incluso el debate ético alrededor de la inteligencia artificial, dice, se ha centrado en la transparencia y la integridad de los algoritmos.

Sin embargo, “no ha tenido en cuenta a los trabajadores detrás de la producción de la inteligencia artificial”.

“No es justo que estas personas no reciban suficiente dinero, o no tengan ningún tipo de protección social. Nuestra sociedad no puede considerar correcto que trabajen en las mismas condiciones que las fábricas del Siglo XIX”, concluye.

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