Enrique Lacs, director ejecutivo de la entidad, expuso que en el 2022, este fue el sector que más exportó, con US$2 mil 521 millones, que representa un crecimiento interanual de 23%. Le sigue vestuario y textiles con US$2 mil 445 millones, con más del 30% de crecimiento.
Ello, a pesar de que el volumen fue similar al año anterior, pero el factor que más ha estado influyendo en la mejora de las ventas al exterior se deriva de la tendencia al alza que han mantenido los precios internacionales. Entonces, el sector representa el 17.7% del total de las exportaciones, lo cual también refleja un crecimiento porque en el 2021 significaron el 16%.
Entre los productos más enviados durante el segundo semestre del 2022 están diferentes aceites de palma, por US$550 millones; galletería y panadería, salsas preparadas, bebidas, confites, agua gaseada y azucarada, preparaciones para sopas y otras partes de atún. Este último producto tuvo un incremento de 143%, y así como galletería y panadería con 39.9%, y aceite de palma. En tanto preparaciones para sopas tuvieron una baja en el monto, de -5.4%.
Pero el país también compra productos de ese segmento. En el 2022, se importaron productos del sector por cifras similares (US$2 mil 575 millones), 19.7% más que el año anterior.
Dentro de estos, los más importados son aceite de soya sin refinar; bebidas y preparaciones compuestas para bebidas; preparaciones alimenticias; productos de panadería; quesos rallados o en polvo; papas congeladas; maltas sin tostar y otros. Estos dos últimos crecieron más de 60% cada uno, seguidos por quesos rallados y en polvo, preparaciones alimenticias y bebidas.
Mercados pendientes de aprovechar
El país envía los productos de este tipo a 74 destinos. Sin embargo, se deben aprovechar oportunidades de diversificar destinos, y en algunos como a Estados Unidos, ampliar la presencia.
Según la estructura total, del total exportado, el 4% se fue a Estados Unidos, cifra que se ha mantenido por varios años, en tanto que el 91.3% de las exportaciones se enviaron a 10 países, incluidos a los centroamericanos, con el 44%.
“Los envíos a Países Bajos crecieron 78.9%, desplazando a Honduras de la segunda posición; además se puede ver República Dominicana con un crecimiento del 40%”, dijo Lacs.
Agregó que la industria de alimentos y bebidas de Guatemala sigue siendo un motor importante en la economía y mostró gran dinamismo durante el segundo semestre del 2022, tanto en las exportaciones como las importaciones, y sigue siendo una parte importante del comercio bilateral de los países con los que se está comerciando, y se espera que en el 2023 se tenga el mismo o mejor comportamiento.
Sector en crecimiento
Según el Estudio de Impacto y Huella Económica de Alimentos y Bebidas en Guatemala de la Gremial de Alimentos y Bebidas (Gremab), adscrita a Cámara de Industria de Guatemala (CIG), que recoge datos del 2021 y del primer semestre del 2022, el sector de alimentos y bebidas aporta alrededor de Q43 mil 500 millones (unos US$5 mil 700 millones) anuales al Producto Interno Bruto (PIB) del país, expuso Julio Orozco, director ejecutivo de la gremial.
Al agregar a esas cifras al sector agrícola, la representatividad total asciende a Q155 mil millones (US$20 mil millones) anuales y el informe refleja que ha existido un importante crecimiento de la industria manufacturera de alimentos y bebidas en los últimos años (con un crecimiento promedio del 2.9%), impulsado por la recuperación del país y las exportaciones.
Algunas subactividades han mostrado un desempeño aún más alto como las grasas y aceites comestibles, con crecimiento promedio de 7.4% por año e incluso, duplicando su producción nominal en la última década; bebidas no alcohólicas, 4.5% por año; preparaciones de pescado, crustáceos y moluscos, 3.7% anual; y productos cárnicos, 3% por año.
Considerando el comercio de productos agrícolas, fuertemente interrelacionados con los productos alimenticios manufacturados, Guatemala registra exportaciones por hasta US$6 mil 700 millones anuales e importaciones por US$4 mil 340 millones. Estas cifras representan hasta 50% de todas las exportaciones de bienes que realiza Guatemala, además de 14% de las importaciones.
“El comercio exterior de productos agrícolas, alimentos y bebidas es superavitario para Guatemala; es decir que genera más ingresos por exportaciones que los egresos por importaciones de estos productos”, expresó Orozco.
Expectativas, retos y estrategia
Respecto a las expectativas para el sector de alimentos y bebidas, el ejecutivo menciona el contexto nacional e internacional, así como avances y retos en diferentes ámbitos:
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un crecimiento del PIB mundial del 3.2% en 2022 y de 2.7% en 2023, y se empieza a retomar la tendencia de crecimiento precovid-19.
“Para el caso de Guatemala en este 2023, las elecciones juegan un rol importante con relación a la confianza del desempeño económico. Adicionalmente, en materia logística, el contexto mundial siempre presenta un nivel de incertidumbre al cual debemos prestar atención y actuar proactivamente”, se añade.
También recordó los niveles de inflación, indicador para el cual el Banco de Guatemala (Banguat) prevé que cierre en 5% a diciembre de 2023 y se prevé un crecimiento económico de 3.3% a pesar de la coyuntura mundial, el cual se encuentra por encima de las estimaciones del resto de países de la región centroamericana.
Desde la óptica de la industria alimentaria y de bebidas, es importante comprender que este sector opera ante retos complejos, en pos de asegurar el aprovisionamiento de alimentos y bebidas a nivel local, regional e internacional, como los efectos post pandemia.
Estas situaciones interrumpen y encarecen las cadenas de abastecimiento, la logística del transporte y distribución, que limitan la comercialización, crean barreras arancelarias innecesarias y, en ocasiones, retroceden procesos de innovación importantes, indicó la gremial.
Ante estos retos se debe resaltar la importancia de continuar el trabajo interinstitucional, en especial en el marco de la integración regional. Además, derivado de la seguridad jurídica que deriva del proceso de integración regional, la industria alimentaria y de bebidas inició en los últimos años una importante estrategia de inversión y reinversión en los países de la región, en materia de infraestructura, tecnología y centros de distribución.