Mencionó que se trata de comunidades que antes no contaban con servicio de energía, el cual ahora ya poseen pero de forma aislada, porque no están conectadas al sistema eléctrico nacional.
La primera central hidroeléctrica comunitaria, en la comunidad Chel, Chajul, es operada desde hace ocho años por Asochel. Tiene capacidad para generar 165 kilovatios, con lo que benefician a 2 mil 600 personas, dijo el dirigente.
Se invirtieron Q7 millones de un financiamiento que provino de diferentes organizaciones, incluyendo la Organización Latinoamericana De Energía (Olade). El Instituto Nacional de Electrificación (Inde)) se hizo cargo de la instalación de la red eléctrica por medio del Programa de Electrificación Rural (PER), además del apoyo de empresas privadas y municipalidades, añadió.
La segunda planta, que empezó a operar hace 14 meses, está en la comunidad Batz Chocolá, a 60 kilómetros de la cabecera municipal de Nebaj, en la cual se invirtieron Q4.5 millones. Con capacidad de 90 kilovatios, beneficia a 165 familias (unas 1 mil 300 personas).
Además, está en proceso la tercera, en el vecino Uspantán, que tendría 300 kilovatios de capacidad y podría cubrir comunidades más dispersas, pero el proyecto podría tardar de cuatro a seis años.
Camposeco indicó que las personas aprendieron a manejar un negocio, a negociar y a hacer gestiones, y tienen una alta responsabilidad como usuarios, porque la morosidad es solo de 0.04%.
Asegura que no basta llevar energía, sino que también produzcan, por lo que están introduciendo en Chajul proyectos de carpintería, beneficio para cardamomo y un área con computadoras para acceso a internet.
“Ahora, las comunidades tienen un plus, dicen que somos capaces. Hay mitos, la gente no se imaginaba que del agua se podría generar energía de calidad” dijo Manuel Camposeco, coordinador de incidencia de la organización Semilla del Sol.