La planta que fue fundada hace 53 años como como una iniciativa del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Gobierno guatemalteco en 1951, y que rebosaba de actividad en la década de 1960 cuando estaba en su apogeo, ahora luce abandonada completamente y la maleza, herrumbre y animales del campo son ahora sus huéspedes.
Los trasportes de leche y cabezales de trailers perdieron la lucha contra los matorrales y ahora esperan que la lluvia y el óxido los deterioren lentamente.
Las héctareas de terreno destinadas a pastizales y potreros ahora forman parte de un asentamiento que, según oriundos del lugar, está habitado principalmente por salvadoreños y hondureños que invadieron, y que ahora constituye un área “roja”.
Según testimonios de productores de leche y pobladores del lugar, después de aproximadamente dos décadas, la decadencia de la empresa empezó cuando representantes de Unicef abandonaron la empresa y la dejaron en manos gubernamentales.
Juan Francisco Torres, médico y productor miteco de leche, explicó que Prolac tuvo crecimiento sostenido desde su fundación, pero a partir de 1973, “los políticos la coparon y empezó su decadencia”.
Según Torres, Prolac incentivó el crecimiento de la ganadería, así como la tecnificación y mejora de las razas de ganado. “La empresa constituía el orgullo de Asunción Mita y daba trabajo para muchos pobladores”, recuerda.
El productor refirió que en su mejor época la planta lechera procesaba en promedio entre 55 mil y 60 mil litros diarios, aunque tenía una capacidad instalada de 85 mil litros.
De acuerdo con Torres, el procesamiento de todos los productos se hacía bajo estrictos controles de calidad, lo que era uno de los sellos de la empresa.
El 40% se enviaba a la capital para hospitales del Seguro Social y otros nosocomios. El resto era entregado a industrias alimenticias, se vendía en tiendas propias y era exportado a El Salvador.
Números rojos
La planta convertida en empresa estatal, operaba sin producir utilidades, de acuerdo con un informe del 26 de agosto del 2004 enviado por el entonces gerente de Prolac, Gustavo Adolfo Mendizábal, al ministro de agricultura, Álvaro Aguilar Prado.
El documento agrega que, con excepción de tres años, cuando hubo números positivos, el Ministerio de Agricultura había absorbido los gastos administrativos, por lo que se recomendó liquidarla.
El texto refiere que al momento de la liquidación, la firma tenía deudas por alrededor de Q1.29 millones con Banrural, la Contraloría General de Cuentas de la Nación y el Ministerio de Finanzas.
La planta se entregó en 1971 a la Cooperativa Integral de Producción Láctea (Ujiapa R.L.) pero no funcionó, por “falta de interés de participar en una empresa quebrada y sin funcionamiento”.
Según el informe, los ingresos de la empresa provenían en un 93.5% de venta de leche fluida, crema y otras bebidas de leche envasadas.
La pérdida de competitividad empezó a partir de 1980 cuando se facilitó el ingreso de grandes cantidades de leche en polvo por debajo del precio nacional, lo que impactó en Prolac, pues la industria dejó de comprarles.
Eduardo Martínez, gerente de la Cámara de Lecheros de Guatemala, opinó que entre los factores que causaron la quiebra de Prolac están la caída de precios internacionales de la leche, pérdida de calidad del producto, problemas en logística, falta de mano de obra calificada y problemas administrativos.
Martínez dijo que se debe tomar en cuenta la experiencia de Prolac para comenzar un nuevo proyecto de procesamiento de leche sin cometer los mismos errores.