Además es un problema que “pasa delante de todo el mundo”, por lo que la región, donde viven 47.8 millones de personas, debe “encontrar una manera menos controversial para abordar la temática”.
Schaerer invitó a los Estados a reconocer el desplazamiento forzado de “manera más abierta” para así poder “responder” a las necesidades de sus ciudadanos.
“Falta una lectura más precisa del fenómeno de desplazamiento en América Central, hay cifras, pero generan muchas discusiones”, subrayó.
No obstante, el especialista resaltó que Honduras es uno de los países que en los últimos años ha reconocido la problemática, por lo que se ha convertido en “un ejemplo” para la región y en la actualidad trabaja en la elaboración de “una ley y una ruta de atención” a los desplazados.
Enfatizó que sí la región impulsa “estrategias” que permitan “limitar y prevenir” el desplazamiento de personas que solicitan refugio, “automáticamente van a limitar el movimiento de personas (desplazadas)”.
“No hay que tener miedo de mirar el problema de una manera más amplia, siempre respetando los derechos y políticas de un país”, destacó.
Schaerer participó en la nueva iniciativa regional para proteger a los refugiados y reducir las personas desplazadas, en el marco de los compromisos en la materia adquiridos con las Naciones Unidas que fue inaugurada el jueves en el norte de Honduras.
“Hay una necesidad de mirar (el desplazamiento) desde una perspectiva global (…), donde cada uno de los países pueda contribuir a aliviar esa situación, pero también responder a sus obligaciones”, dijo.
Apuntó que el desplazamiento es un tema “relativamente sensible en términos políticos” que puede tener “consecuencias humanitarias” para la población.
“Es muy difícil fortalecer la respuesta (de los Estados) a una problemática que no es reconocida” y por eso el primer paso es “identificar las razones que provocan el desplazamiento de una familia o una comunidad, entender las raíces de los problemas y después ir trabajando sobre la prevención” con el apoyo de la sociedad civil y organizaciones internacionales, subrayó Schaerer.
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Para el dirigente de la CICR, la violencia que afecta a Centroamérica es uno de los “elementos centrales” que causan el desplazamiento forzado.
Los países de Centroamérica, especialmente el Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), son “los más violentos del mundo, en relación a los altos índices de homicidios comparados con países que están en conflictos”, resaltó.
Ante ese panorama, Schaerer ve necesario “visibilizar un poco más” el hecho de que la violencia provoca “una serie de consecuencias que van desde el fallecimiento de personas, desaparecidas, pero también desplazadas”.
En Centroamérica hubo 17 mil 344 homicidios en el 2016, lo que representa una tasa de 36.2 homicidios por cada 100 mil habitantes, más del triple del promedio mundial, según datos oficiales.
Schaerer destacó el papel que juega el CICR en “aliviar algunas de las consecuencias humanitarias derivadas de la violencia armada” que, en su opinión, no se combate solo con “mano dura”.
“La respuesta no se limita únicamente por pedirle a las fuerzas de seguridad restablecer el orden, es un conjunto de diferentes acciones donde la seguridad es obviamente un elemento esencial, pero no es el único”, finalizó.