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Vino orgánico y agroturismo en pleno desierto del Néguev

En pleno desierto del Néguev, en un pequeño valle que se extiende entre montes rocosos y pelados, está Carmey Avdat, un viñedo familiar junto con una bodega y una casa de turismo rural cuyo proyecto es pionero en esta región árida y meridional del sur de Israel.

Su propietario, el agricultor Eyal Izrael, fue de los primeros hace 20 años en tomar la iniciativa de cultivar vino en pleno desierto, una tradición agrícola que se había perdido en la zona y que él recuperó con su esposa para crear un negocio familiar según un modelo de agroturismo sostenible.

“La apuesta que hicimos cuando empezamos a cultivar vino en esta zona hace dos décadas era arriesgada, pero nos funcionó bien”, cuenta Izrael entre una larga extensión de viñedos en la que cultiva distintas variedades de uva con las que produce varios tipos de vino.
“Encontramos terrazas y canales de irrigación antiguos en el valle y volvimos a plantar viñas para recuperar la tradición vitícola que hubo aquí en época bizantina antigua, hace 1.500 años”, agrega el agricultor, que combina las viejas canalizaciones de regadío con métodos de irrigación modernos.

Clima apto para el vino

La zona en la que cultiva, rodeada por paraje desértico, “es un área a 500 metros sobre el nivel del mar, donde el clima es muy bueno para la viticultura”, añade.
“Estamos muy cerca de obtener vino orgánico por el aislamiento y la sequedad del clima, gracias a ello nuestras viñas casi no padecen enfermedades”, dice Izrael, pero reconoce que aún no han logrado el objetivo y tienen que utilizar ciertos productos químicos para el cultivo.
“Al principio nadie se creía que nuestro proyecto pudiera tirar hacia adelante, pero el riesgo mereció la pena”, comenta el viticultor, que actualmente produce 5.000 botellas de vino al año y vende en un mercado de proximidad.
Junto con la viticultura, Izrael tiene habilitadas habitaciones para visitantes en Carmey Avdat, y se inspira en un modelo de turismo rural propio de Francia o Italia que en el momento que empezó era poco común en Israel, pero ahora recibe turistas de países europeos como Alemania o Holanda durante todo el año.

Cuando pueden, él y su esposa viajan a Europa para visitar viñedos y obtener nuevas referencias.
Su siguiente destino será la Rioja Alavesa, donde quieren visitar Bodegas Valdelana, la explotación vitícola de una familia que hace vino desde el siglo XVI.
“Tenemos cuatro hijos jóvenes que ahora viven fuera, pero esperamos que vuelvan para seguir con la empresa y la tradición familiar”, concluye.

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