“La idea se me ocurrió en octubre. Inmediatamente comencé a hacer pruebas de sabor y recolecté pequeños huesos de dátil, los dejé secar al sol durante varios días; luego los tosté al fuego y los molí hasta lograr un polvo marrón oscuro”, explicó a Efe sobre un proceso similar al del grano tradicional.
El resultado no tardó en llegar: “Probé una taza del torrefacto y realmente sabía muy bien”.
Comerciantes palestinos que importan el café tradicional de Brasil, Yemen y Argentina a través de puertos israelíes, además de propietarios de cafeterías y tiendas especializadas en Gaza que han probado el sucedáneo de dátiles, coinciden en que se trata de otro tipo de café, que es empleado para ciertos fines saludables.
Abu Jumeizah demuestra de nuevo que la necesidad agudiza el ingenio y con su iniciativa ha abierto un mercado nuevo en el paupérrimo enclave costero, donde los recursos y materias primas escasean a causa del férreo bloqueo que Israel mantiene sobre las fronteras terrestres, marítimas y aéreas desde 2007, y la economía se deteriora a pasos agigantados.
Tras las primeras pruebas, Abu Jumeizah, su mujer y tres hijos se metieron de lleno en una empresa familiar para sacar adelante este arriesgado proyecto que ya va dando sus frutos.
Comerciantes palestinos que importan el café tradicional de Brasil, Yemen y Argentina a través de puertos israelíes, además de propietarios de cafeterías y tiendas especializadas en Gaza que han probado el sucedáneo de dátiles, coinciden en que se trata de otro tipo de café, que es empleado para ciertos fines saludables.
Mohamed Qasem, vendedor que importa café que llega de Argentina a Israel y logra entrar en Gaza, asegura que un kilogramo del café normal se vende en la franja a 40 shekels (US$10.23 o Q78.25), unos Q35.56 la libra, y que la difícil situación económica ha arrojado a muchos a adquirir el alternativo.
“Hay gente a la que le gusta el café pero no pueden permitírselo y ahora, por el precio, prefieren el café de dátiles”, subraya.
Producción
La familia de Abu Jumeizah es propietaria de una amplia granja al oeste de la ciudad donde se cultivan unas 600 palmeras y que hasta el año pasado se centraba en la producción de dátiles frescos rojos y amarillos, secos, pasta de dátiles y dulces hechos a base del jugoso fruto.
“Después de recolectar los frutos, prensarlos y obtener la pasta y la miel de los dátiles, no tiramos las semillas a la basura, sino que las almacenamos y comenzamos el proceso.
Gracias a ello, hemos logrado producir un tipo de café bastante razonable y más barato, que gusta a la gente”, añade.
El dátil es un fruto muy particular con unas características únicas. Se suelen considerar parte del grupo de las frutas secas, como las uvas y ciruelas pasas o los orejones de albaricoque, pero lo cierto es que los dátiles maduran y se secan en la propia planta.
Ha pasado los últimos meses recolectando semillas y ha comprado un molino de café eléctrico y producido una cantidad suficiente de torrefacto para poder colocarlo en el mercado de Gaza. Un kilogramo de café de dátiles cuesta 20 shekels (US$5.12 o Q39.16), unos Q17.80 la libra.
El emprendedor no está sólo en su empresa, Fadi al Tawil, de 26 años y titulado en Desarrollo Económico por la Universidad Islámica de Gaza, le echa una mano y ha decidido comercializar el producto por internet.
“Tras estudiar el tema desde el punto de vista científico y económico, descubrí que Gaza produjo solo en 2015 alrededor de 7 mil toneladas de dátiles”, afirma Al Tawil y añade que “la población generalmente consume 6 mil 300 toneladas del fruto y tira unas 700 toneladas de huesos a los que no se daba utilidad”.
Asegura que la franja palestina puede llegar a producir cada año unas 700 toneladas de café de huesos de dátiles y cree que hay una posibilidad para un negocio que ya han emprendido en otros países como Arabia Saudí, Jordania o Marruecos.
Ambos confían en que, si la iniciativa sale adelante, “contribuirá a impulsar la economía de la franja y creará unos 200 puestos de trabajo para jóvenes sin empleo”.