Dora Sagastume, gerente administrativa de AMO, recuerda que cinco mujeres dieron vida a la asociación. Una de ellas tuvo la oportunidad de asistir a un intercambio cultural en Costa Rica y se dio cuenta de que con el maguey se podían hacer varias cosas, entre ellas: zapatos, individuales, alfombras, cinchos, canastas y más de cuatro estilos de bolsas.
Al regresar a su comunidad decidió utilizar esa idea en la asociación.
Con las nuevas ideas, las mujeres comenzaron a innovar en los productos.
Las bolsas tradicionales, como ellas las llaman, fueron sus primeras creaciones, hechas a base de prueba y error. “En la región nadie conocía este tipo de producto y fue un éxito”, recuerda Sagastume.
Con el transcurrir del tiempo, más mujeres se asociaron y recibieron capacitación para teñir la materia prima con productos naturales como roble, coco, zanahoria, remolacha, hoja de mango, guayaba, nance, coco y achiote, entre otros.
Perfeccionaron el producto y los consumidores les solicitaron diseños nuevos, motivo que las obligó a buscar fondos para continuar con el aprendizaje en otras áreas; además, compraron productos de mejor calidad para la elaboración de las artesanías y buscaron a un diseñador de textiles.
“Fue difícil conseguir un diseñador que trabajara con fibra de maguey, pero nos enseñó a hacer rombos, cuadros, a contar hilos, fue un reto aprender, ya que la mayoría de las mujeres no había asistido a la escuela”, relata Sagastume.
Uno de los retos que enfrenta la Asociación es la producción masiva, ya que es un trabajo hecho 100% a mano y algunos productos requieren de dos o tres días para ser concluidos.
Actualmente, Amor Chortí cuenta con tres máquinas industriales para fabricar un producto con un mejor acabado y poder cumplir con las demandas del mercado nacional.