La tasa regional de 6.6 por ciento de desempleo —frente al 5.9 de promedio mundial— esconde realidades como la de Bolivia, donde el empleo informal supera el 80 por ciento, o las de Perú, Colombia y Paraguay, con más del 60 por ciento.
Aunque el trabajo informal “siguió disminuyendo” en América Latina, se mantiene como una característica extendida y en todos los países supera el 40 por ciento, según los resultados del informe “Tendencias Mundiales del Empleo”, de la OIT, que fue presentado en Ginebra.
El director ejecutivo del sector de empleo de la OIT, José Manuel Salazar-Xirinachs, destacó que la región latinoamericana ha mostrado una enorme resistencia en los tres últimos años, gracias a las medidas de estímulo fiscal implementadas por los gobiernos y a los altos precios de las materias primas —petróleo y metales— en los mercados internacionales.
Esas condiciones permitieron que el número de trabajadores pobres —con ingresos menores US$2 diarios por personas— se redujera, en algunos casos de manera considerable.
El experto sacó a relucir el ejemplo de Brasil, que consiguió sacar a buena parte de sus trabajadores de la precariedad gracias a políticas, al salario mínimo y al crecimiento de su economía en general.