
Alan de León, Boris Hernández, Óscar y Jorge Rodríguez descubrieron lo gratificante que es compartir y recibir los abrazos de los niños y observar sus sonrisas mientras preparaban los postres.
Al principio tenían miedo de no cumplir con las expectativas de los menores, pero se dieron cuenta de que lo que importa es la voluntad de ayudar a otros.
“Cuando unos niños se nos acercaron y nos dieron un abrazo, fue lo mejor para nosotros. No esperamos que hicieran eso. Nos hubiéramos conformado con un gracias. Nos quedaron ganas de volver para compartir con ellos lo poco que nosotros tenemos”, explica De León.
“Recibir un agradecimiento de esa manera lo motiva a uno para que siga aportando más”, agrega Óscar Rodríguez, e invita a los guatemaltecos a hacer un cambio en la sociedad con pequeñas acciones.
“Los niños llenan su corazón con una cosa tan sencilla. Un helado puede cambiar todo el día de alguien”, comenta Ivonne Colorado, de la Casa Bernabé, donde albergan a menores de cero a 18 años.