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¿Cómo evolucionó la inseguridad alimentaria en Guatemala desde la llegada de la pandemia?

Informe mundial de FAO sobre accesibilidad a alimentos marca retroceso en varias regiones de Latinoamérica, producto de la coyuntura global.

La seguridad alimentaria también se ve afectada por la irregularidad de las lluvias que provocan la pérdida de cosechas por las sequías. Un agricultor en un área del Corredor Seco. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La seguridad alimentaria también se ve afectada por la irregularidad de las lluvias que provocan la pérdida de cosechas por las sequías. Un agricultor en un área del Corredor Seco. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) reveló el pasado 9 de noviembre el informe, Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2023 para América Latina y el Caribe, en el cual revela que, en el caso de Guatemala, hubo más dificultad para acceder a alimentos.

El documento hace una evaluación del trienio 2020-2022 y detalla que, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en Guatemala aumentó en 14.6 por ciento al compararla con el trienio 2017-2019, y se situó en 59.8 por ciento —arriba del promedio de América Latina y el Caribe, 39%—, el equivalente a 10.5 millones de personas.

De acuerdo con la FAO, estos grados de inseguridad alimentaria reflejan las limitaciones para obtener alimentos suficientes en el transcurso de un año. La moderada es la situación en la que los individuos se enfrentan a incertidumbres sobre su capacidad para obtener alimentos, viéndose obligados a reducir la calidad o cantidad que consumen, debido a la falta de dinero u otros recursos.

Mientras que la grave significa que se han quedado sin comida, han padecido hambre y, en el caso más extremo, han pasado días sin comer, con lo cual su salud y bienestar se ponen en grave riesgo. En ese lapso, solo Haití superó a Guatemala en la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada y grave, puesto que la padeció más del 80% de su población.

El estudio también revela que la inseguridad alimentaria golpea más a las mujeres, el 67.3% la padecieron frente al 52.3 de hombres.

Mal de nunca acabar

El informe de FAO también da detalles de la prevalencia de desnutrición crónica, o el retraso en el crecimiento de los menores de 5 años en relación con su edad.  En Guatemala este indicador se sitúa en 43.5% frente al 44.2% de 2020. Es decir, disminuyó apenas 0.7%

Guatemala es por mucho, el país donde sus menores de 5 años son más afectados por este mal que repercute, aparte del crecimiento, en las conexiones neuronales y consecuentemente en el rendimiento escolar y en la productividad de la persona en la vida adulta.

Según expertos, quienes sufre desnutrición crónica de pequeños, también son propensos a enfermedades crónicas de adultos.

Finalmente estudio también revela datos de subalimentación, que significa no alimentarse bien a pesar de contar con recursos, lo que usualmente deriva en sobrepeso u obesidad. En este sentido, según los datos de FAO, la prevalencia en Guatemala durante el trienio 2020-2022 fue de 13.3%, una disminución de 0.8% en relación con el periodo 2017-2019.

“Se han estancado los avances”

 

Al respecto del informe, Ricardo Rapallo, representan de FAO en Guatemala conversó con Prensa Libre y expuso su visión y recomendaciones acerca de los números, así como de las preocupaciones por el desarrollo de la coyuntura nacional e internacional.

¿Qué nos dicen los números de este informe?

Uno de los mensajes es que los lentos avances que veníamos viviendo en la región y en Guatemala con la disminución del hambre se han estancado por una combinación de factores. Evidentemente por toda la crisis del covid-19, por los acontecimientos entre Rusia y Ucrania y por el tema climático que lo hemos vivió aquí en Guatemala.

¿Qué se puede hacer de manera urgente en Guatemala tomando que habrá en enero un cambio de gobierno?

Hay medidas que se deben mantener y otras que se deben reforzar. En los primeros seis meses del próximo año hay una realidad, en relación con el precio de la canasta básica alimentaria —que se ha encarecido—, se necesitan intervenciones urgentes para la población de ingresos más bajos. Luego hay temas de mediano plazo, hemos hablado de las bondades del programa de alimentación escolar y creemos en políticas de programas de riego que son beneficiosas para paliar la variabilidad climática. Luego hay programas de apoyo a la agricultura familiar y pequeños productores que necesitan asistencia técnica y servicios financieros.

¿Qué análisis hacen de la coyuntura mundial y cómo podría afectar a la seguridad alimentaria?

Vivimos en un contexto mundial muy volátil e incierto. Ahora estamos en una diminución de los precios de los alimentos a nivel mundial, —pero— en cualquier momento, cualquier dinámica cambia. Cada vez vemos que estamos sujetos a mayor recurrencia y severidad de impactos, económicos, ambientales y de otra índole.

En cuanto a retraso del crecimiento —desnutrición crónica—, ¿por qué no bajan las cifras después de tanta inversión pública y de cooperación?

En la medida que se desarrollen acciones integrales sostenidas sobre la variable económica estaremos atendiendo las causas —de la desnutrición crónica—, y para eso se necesita la intervención del Estado. Mientras que no haya agua potable, atención médica y oportunidades económicas no vas a cambiar esos indicadores; y eso, por desgracia, cuando se hacen diversos análisis, —estos— dicen que eso no ha sucedido.

La inseguridad alimentaria moderada y grave afecta más a las mujeres ¿por qué?

Ese indicador refleja a las personas que se ven obligadas a reducir la calidad o cantidad de comida que consumen, y esto es significativamente mayor en las mujeres por varias razones, normalmente de manera voluntaria o no sacrifica parte de lo que ella puede ingerir para dárselo a los niños. También hay un tema cultural en el sentido de que la distribución de los alimentos va en perjuicio de ellas. Se garantiza que el hombre, que trabaja en el campo, tenga mejor alimento, luego el hijo mayor o el que trabajan con el papá. Si sobra se le da a la niña y por último a la mujer.

¿Las crisis políticas como la que atraviesa Guatemala qué tanto afectan a la seguridad alimentaria o qué tanto preocupan?

Sin duda. Por ejemplo, lo que pasa en Gaza e Israel es una vulneración obvia al derecho a agua y alimentación. Lo que sucede en Panamá con el corte de carreteras y en Guatemala, durante los bloqueos, vimos cómo aumentaron los precios y si a eso le sumas otras crisis, económicas o climáticas, afectan todavía más a las familias que viven en un nivel de fragilidad, como lo vemos en los indicadores de inseguridad alimentaria aguda que las familias tienen tal precariedad en sus medios de vida que estas crisis son gotas más que se derraman del vaso.

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