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Descargas residenciales, lluvias y tala ilegal: Cómo San Miguel Petapa se hizo más frágil al clima en menos de ocho años

El cambio climático ha modificado el panorama en el país aunado a las pocas acciones municipales y estatales para reducir la vulnerabilidad en zonas de alto riesgo.

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Vecinos de la 34 avenida, sector 4, Villa Hermosa I, San Miguel Petapa, han sido afectados por la crecida del río Pinula. Esta zona ha sido declarada de alto riesgo desde 2001, según Conred. (Foto Prensa Libre: Elmer Vargas).

Vecinos de la 34 avenida, sector 4, Villa Hermosa I, San Miguel Petapa, han sido afectados por la crecida del río Pinula. Esta zona ha sido declarada de alto riesgo desde 2001, según Conred. (Foto Prensa Libre: Elmer Vargas).

Las imágenes del desbordamiento del río Platanitos el pasado 2 de septiembre se han compartido por las diversas redes sociales y han causado no solo el asombro ante la inminente tragedia que provocaron, sino que también ha abierto el análisis sobre qué ocurre en con ese afluente y otros que atraviesan municipios del sur del departamento de Guatemala.

La amenaza ha ido aumentando en las últimas dos décadas, asegura una fuente especializada en el tema de reducción de desastres. El cambio climático, asegura, realmente ha modificado el panorama, sumado a las pocas acciones municipales y estatales para reducir la vulnerabilidad.

La fuerte lluvia del 2 de septiembre desbordaron el río Platanitos justo en la comunidad de Santa Inés en el municipio de San Miguel Petapa. Varias familias se resguardaron ante el peligro de que se inundaran sus viviendas.

Pero esos aguaceros también afectaron otras áreas de San Miguel Petapa. Es el caso del río Pinula, cuya crecida del caudal impactaron en zonas residenciales del sector 2 y 4 de Villa Hermosa 1, donde, de acuerdo con reportes oficiales, 14 casas han caído entre la correntada y otras 11 están en grave riesgo.

Estos casos no son nuevos. Una nota de Prensa Libre del 16 de septiembre de 2016, por ejemplo, contaba la historia de una familia quien 20 años atrás había comprado un terreno en el sector dos de la colonia Villa Hermosa 1, zona 7 de San Miguel Petapa, y construyó una casa de dos niveles.

Atrás del inmueble corría el caudal del río Pinula, y parecía ser un lugar privilegiado hasta que en el 2013 el panorama cambió, el sector se volvió inseguro debido a que aumentó el cauce del afluente y destruyó diez casas.

Desde entonces los hechos siguen ocurriendo, pero las personas se han resistido a irse a otro lugar, porque es el único patrimonio con que cuentan. Muchos han optado por hacer algunos arreglos y se han arriesgado a quedarse a vivir en esos lugares.

De hecho, en el 2015, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) declaró el sector 2 de Villa Hermosa 1 como de alto riesgo, por la destrucción que causa el río Pinula. La crecida del afluente ocurre por la disminución de la filtración de agua en el suelo ya que cada vez más drenajes desfogan en él.

Pero el riesgo de esta área, y otras más que están en las cuencas de Amatitlán, Villalobos y Michatoya, que tienen mucha relación con el área, se remonta al 2001.

A pesar de la declaratoria de alto riesgo emitida por el gobierno guatemalteco en 2001 para las cuencas de Amatitlán, Villalobos y Michatoya, la situación ambiental en estas zonas se ha vuelto más complicada en el transcurso de los últimos 22 años.

Expertos y exfuncionarios de la Conred advierten que la vulnerabilidad ha aumentado debido a una serie de factores humanos que incluyen la falta de mantenimiento, extracción minera y descargas residenciales e industriales en estas áreas críticas.

El Acuerdo Gubernativo 179-2001, emitido el 16 de mayo de 2001, estableció la declaratoria de sectores de alto riesgo en estas cuencas, prohibiendo cualquier tipo de proyecto público o privado hasta que se resolviera la amenaza u ocurrencia de desastres. Sin embargo, en 2023, la situación persiste y se agrava.

Alejandro Maldonado, exsecretario de la Conred, destaca que en lugar de reducir la vulnerabilidad, esta se ha incrementado. Según el exfuncionario, varios factores han contribuido a esta situación, incluyendo la extracción minera, descargas residenciales e industriales, talas ilegales y el crecimiento urbano descontrolado en la región.

Una de las principales preocupaciones es la falta de acción por parte de las autoridades municipales y el gobierno central para ejecutar las disposiciones establecidas en la declaratoria de alto riesgo de 2001.

Maldonado insiste en que la idea original no era frenar el desarrollo del país, sino realizar estudios adecuados para minimizar los riesgos.

En la actualidad, se solicitan estudios de vulnerabilidad y riesgo para establecer medidas de mitigación en los lugares donde se desarrollan proyectos.

La responsabilidad se ha trasladado principalmente a la iniciativa privada y a los propietarios de terrenos, mientras que las comunidades locales y el Estado aún no han cumplido completamente con los lineamientos de la declaratoria de alto riesgo.

Para abordar la situación actual, Maldonado propone la creación de un listado de prioridades y la identificación de áreas críticas en las cuencas.

Esto permitiría tomar medidas específicas, como evacuaciones, proyectos de ingeniería o soluciones ecológicas, en los puntos más problemáticos.

Además, los Planes de Ordenamiento Territorial de las comunas afectadas son fundamentales para afinar los estudios y desarrollar soluciones efectivas.

El exsecretario de la Conred subraya que el enfoque actual sigue esperando una emergencia en lugar de invertir en prevención, y hace un llamado a la acción urgente para abordar la vulnerabilidad persistente en estas importantes cuencas.