Francisco Canel García tiene 80 años y recuerda que de niño la llegada de las lluvias le representaba felicidad, pues la ciudad era más pequeña, no existían asentamientos ubicados en laderas y poco se escuchaba de fallecidos sepultados por aludes.
Como el testimonio de Canel se escuchan muchos otros en el departamento de Guatemala, donde cada vez son más severos los estragos de la temporada de lluvias.
Más población
Según un estudio del Ceur, cada año en la metrópoli, que abarca la capital, Amatitlán, Mixco, San Miguel Petapa, Santa Catarina Pinula, Villa Canales y Villa Nueva, la población crece en un promedio de 1.5 a 2 por ciento, debido a que concentran el mayor número de fuentes de empleo y migraciones internas para buscar esas oportunidades. Sin embargo, en los últimos dos años se estima que aumento entre 2.7 a 3 por ciento, a causa del auge de la vivienda vertical.
Según el censo poblacional de 2018 elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, la población a nivel nacional es de 14 millones 901 mil. Unos 4.3 millones corresponden al departamento de Guatemala.
Estas variables han incrementado la demanda de servicios básicos, la carga vehicular y, por consiguiente, el volumen de residuos sólidos y líquidos, según el estudio.
Byron González, investigador del Ceur, dice que la sobrepoblación implica la construcción de viviendas en lugares de riesgo, un problema en el cual no solo incurren quienes no tienen recursos para adquirir una vivienda formal, sino también quienes tienen el poder adquisitivo, puesto que en la última década han optado por construir más viviendas en laderas donde las lluvias saturan los suelos, y por lo tanto no están exentos de perder sus propiedades por la erosión del terreno.
En la última semana, varias viviendas ubicadas a orillas del río Platanitos, en el sector 2 de Villa Hermosa, San Miguel Petapa, se derrumbaron por las correntadas que socavaron sus bases. Este año ha sido uno de los municipios más afectados por las lluvias.
González remarca que este es un ejemplo de cómo el cambio climático ocasiona que otras áreas se vean afectadas, cuando en años anteriores no sucedía.
“Las municipalidades deberían tomar en cuenta los nuevos patrones de lluvia, porque la infraestructura ya no se puede construir de la misma manera. El volumen de precipitaciones que antes se registraban durante cuatro o cinco horas, ahora toman 30 minutos, y los drenajes colapsan porque no están diseñados para recibir esa cantidad de agua”, explica.
Añade que lo mismo ocurre con las carreteras, pues todavía no se toman en cuenta las variaciones climáticas, por lo que se debe cambiar la forma en que se construyen.
“Guatemala no cuenta con un plan de ordenamiento territorial para tener directrices sobre dónde no se debe construir”, precisa.
Por otra parte, los colectores tienen un tiempo de vida de 20 a 25 años y en la metrópoli no todos han recibido mantenimiento.
Uno de los problemas principales es que a diferencia de otros países, en Guatemala los colectores son de uso mixto y no existe una depuración de aguas residuales y de lluvia.
Hundimientos
Desde el 2022, Villa Nueva se ha convertido en el epicentro de hundimientos por colectores colapsados. El más reciente ocurrió en el km 17.5 de la ruta al Pacífico.
El 24 de septiembre del año pasado, el hundimiento que se registró sobre el bulevar Los Reformadores, zona 6 de esa localidad, causó la muerte de Olga Emilia Choz Ulin, de 38 años, y su hija, Hellen Michelle Mejía Choz, de 15, cuando el vehículo en el que viajaban cayó dentro del socavón.
A nivel Nacional
El arquitecto y urbanista Miguel Ángel Santa Cruz coincide en que los sucedido en San Miguel Petapa es el reflejo de la falta de ordenamiento territorial no solo en ese municipio, sino en todo el país.
“Si cada municipalidad definiera cuáles son las áreas de riesgo donde no se puede construir, eso no sucedería. A veces son terrenos destinados para áreas verdes, pero son ocupados por viviendas sin que las comunas hagan algo para impedirlo”, señala.
Santa Cruz refiere que cuando se construyen viviendas en las riberas se deben construir pilotes o bases de concreto, aunque eso representa “fuertes inversiones que nadie quiere pagar. Entonces se convierten en áreas sensibles que con un poco de agua se erosionan, y más cuando le ponen el peso de casas formales de concreto”, puntualiza.
A tiempo
A diferencia de otros urbanistas, Santa Cruz considera que no es tarde para que las municipalidades, en especial las del departamento central, comiencen a elaborar un plan de ordenamiento territorial.
“Nunca es tarde para hacerlo, porque cada vez habrá más áreas con alto riesgo de erosión que serán ocupadas por familias sin vivienda. Es urgente que las municipalidades lo prevengan”, remarca.
Estos derrumbes, según el arquitecto, no son problema exclusivo de los municipios metropolitanos, sino también de áreas urbanizadas en el interior del país, y es responsabilidad de los alcaldes implementar medidas de prevención.
El Código Municipal establece que las corporaciones ediles están obligadas a dar mantenimiento de obras, aunque no hayan sido construidas por el mandato en funciones, administración y monitoreo de los servicios de alcantarillado.