De inmediato, integrantes de la Brigada de Respuesta de Incendios Forestales de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) se abalanzaron a la cueva y descubrieron que se trataba de tres cachorros de perro, los cuales habrían muerto quemados si los socorristas no hubieran intervenido con rapidez.
Los apagafuegos recuerdan que el día que localizaron a los cachorros hicieron una brecha para ganar tiempo para el rescate; sin embargo, cuando los perros fueron puestos a salvo ya habían sido afectados por el calor y el humo.
Un año después, la vida ha cambiado para esos cachorros. Dos de los hermanos fueron adoptados por integrantes de la Conred, pero un tercero vive en la sede de la Brigada que le dio una segunda oportunidad de vida.
Se trata de “Dragón”, cuyo nombre fue seleccionado en honor a la forma como fue recatado de entre las llamas. Ahora que ya casi tiene un año, “Dragón” ha demostrado habilidades y obediencia y se encuentra en proceso de ser enviado a una escuela canina en la que aprenderá a buscar personas atrapadas en estructuras colapsadas. Mientras tanto aprende lo básico en obediencia.
Keny Martínez, uno de los bomberos forestales que rescató a “Dragón” y a sus hermanos, se muestra confiado en que el cachorro dé buenos resultados y sea de “mucha” utilidad en las tareas de rescate durante tragedias, como derrumbes o deslizamientos.
Martínez, quien se desempeña como subdirector de la Brigada, recuerda que “Dragón” hacía un recorrido por las instalaciones de la Conred de 12 a 14 horas, porque se ganó el cariño de los trabajadores, quienes le llevaban galletas.
De momento no se tiene claro a qué escuela canina será enviado, pero los encargados del perro están seguros de que tiene alto potencial y que por eso la vida lo puso en el camino de la Conred.