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Entregas a domicilio no tienen barreras

El sector de entregas de paquetería y comida a domicilio se disparó en el 2020 por efecto de la pandemia, y a pesar del impacto económico de las medidas sanitarias en la población, no parece detenerse.

Servicio de mensajería

El servicio de entregas se multiplicó durante la pandemia, pero detrás de las cifras hay historias y experiencias. (Foto Prensa Libre, Esbin García)

En el 2019, este mercado rondó los US$430 mil millones y en el 2018, era de US$380 mil millones. La española Glovo entró a operar en Guatemala en junio del 2018, y a mediados del 2020 contaba con cuatro mil 800 usuarios repartidores y cuatro mil 600 comercios activos afiliados al servicio. La mayor porción de facturación de ventas en Guatemala —el 53 por ciento— fue generada por pequeñas y medianas empresas. En el 2019, generó negocios por US$43 millones en Centroamérica.

Las compañías que prestan servicios de entrega a domicilio se han multiplicado, sobre todo por efecto de las restricciones y temores a desplazarse en la calle a causa de la pandemia.

Historias

Inclemencias del tiempo, asaltos, accidentes, embotellamientos y desvelos son las principales dificultades que enfrentan en su trabajo diario quienes se dedican a la mensajería en la ciudad de Guatemala.

Con la llegada de la pandemia, ha sido evidente el incremento en la demanda de los servicios de mensajeros en todos los ámbitos comerciales, indispensables para que las personas esperen o envíen diferentes encomiendas o documentación, entre otras actividades, en la comodidad de su casa u oficina, para evitar salir.

En los últimos años ha aumentado el número de personas que se dedican a este oficio, no solo porque el costo de las motocicletas ha disminuido, lo cual les facilita buscar empleo como mensajero, sino también por la demanda de los servicios que prestan.

Según datos estadísticos del 2019 de la Superintendencia de Administración Tributaria, el parque vehicular de motocicletas era de 1 millón 524 mil 121, la más alta por tipo de vehículo. En el 2010, apenas era de 575 mil 645, es decir, aumentó un 265% en 10 años, y de enero a septiembre del 2020 fue de 1 millón 668 mil 591.

Juan Carlos Almeida, presidente de la empresa de mensajería Envía de Guatemala, expone que la evolución de este segmento ha sido exponencial, pues ha pasado de la entrega de documentación a paquetes, además de que muchas personas hacen sus compras en sitios de Internet y que reciben en sus casas. Aunque ha aumentado el número de empresas de mensajería, dice Almeida, también hay que tomar en cuenta que el consumidor se vuelve cada vez más exigente, pues busca calidad, precio y rapidez y no todas las compañías pueden cumplirlo.

Almeida calcula que con la pandemia, la demanda de servicios de mensajería aumentó de 15% a 20%.

Rosy de Velásquez, gerente de la empresa de mensajería Serprome, refiere que el trabajo de mensajero parece sencillo pero tiene su complejidad. Entre sus habilidades está conocer muy bien la ciudad, tener inteligencia espacial, ser ordenados, responsables, diligentes, honestos y confiables. Deben seguir instrucciones en cuanto horarios y prioridades, proteger los bienes que se les encomiendan, tener buenas relaciones humanas, ser corteses y amables.

Velásquez añade que el segmento de mensajería ha crecido de manera descontrolada, pues han aparecido empresas fantasma que no pagan impuestos ni prestaciones, por lo que cobran precios que afectan a las compañías que sí cumplen con las leyes laborales y fiscales del país. El salario promedio de un mensajero ronda entre Q3 mil 700 a Q4 mil, añade.

Más comida a domicilio

La industria de la comida a domicilio a través de servicios de traslado en línea cobró gran impulso con la pandemia. Se estima que es un mercado de US$270 mil millones y que su crecimiento será del 20% anual entre 2019 y 2022.

El cambio estructural de hacer compras de productos por internet se conjuga perfectamente con la demanda de alimentos durante la etapa de encierro obligatorio por el covid-19.

La generación de ingresos se obtiene por las comisiones que pagan los restaurantes pero también hay modelos de negocios de pago directo del cliente por el servicio.

Entregas a domicilio no tienen barreras

El comportamiento de consumo entre los usuarios guatemaltecos al momento de pedir comida a domicilio a través de aplicaciones móviles es diverso, destacan al menos seis comidas favoritas y dos horarios en los que se generan la mayor cantidad de órdenes.

Durante el fin de semana las órdenes tienden a ser más grandes, mientras que entre semana suelen ser individuales.
Las comidas más solicitadas son pollo, hamburguesas, comida asiática, ensaladas y comida mexicana. Las horas de mayor cantidad de pedidos, según reportes de Uber Eats, son entre las 12 y las 14 horas y las 19 y las 21 horas.

A pesar de la limitación de horarios o de afluencia de comensales a los restaurantes, la posibilidad de enviar comida a domicilio ha resultado un respiro para estos negocios, sobre todo aquellos que no poseen la infraestructura para tener una flotilla de motocicletas e invertir en la nómina de pilotos para poder prestar el servicio a domicilio.

  • 60 pedidos por minuto atiende, en promedio, en Centroamérica la aplicación Hugo.
  • 45% de envíos prestados por Uber Eats corresponden a pequeñas y medianas empresas.
  • 80% de los pedidos de entrega a domicilio son de comida preparada.
  • 3.7 millones de pedidos entregó la empresa Glovo durante el 2019 en Centroamérica.

Tendencias

En el mercado de la comida a domicilio se marcan varias tendencias claras. La primera es que la inmensa mayoría de órdenes se efectúan desde teléfonos inteligentes y no desde computadoras, por lo cual el desarrollo de aplicaciones eficientes es una oportunidad de negocio.

La búsqueda de nuevas experiencias culinarias y sabores a domicilio es un campo de diversificación que abre mercados para pequeños restaurantes de comida étnica o de autor.

Las opciones saludables constituyen otro campo de oportunidad pero ello requiere a su vez de empaques o formas de transportes que aseguren la calidad de los productos. Finalmente, las formas de pago electrónico se imponen al uso de efectivo, por seguridad física

Accidentes

Amílcar Montejo, director de Comunicación de la Entidad Metropolitana Reguladora de Transporte y Tránsito (Emetra), indica que de los 42 percances viales diarios que se reportan en días hábiles en la ciudad, 20% están relacionados con motocicletas. De cada 10 motoristas que colisionan, siete quedan con lesiones, de los cuales, cuatro deben ser atendidos en hospitales.

Christian Nolck Rodríguez, presidente de la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros, del parque vehicular de motocicletas a diciembre del 2019, apenas estaba asegurado el 1.9%.

“El trabajo de mensajero es muy importante, porque a pesar de la alta tecnología, hay situaciones que requieren de la inteligencia e intervención del ser humano. Valdría la pena considerar el servicio de mensajería como una carrera o diplomado técnico”, puntualiza Velásquez

“Yo no ando loqueando

Entregas a domicilio no tienen barreras
Juan Carlos Portillo (Foto: Juan Diego González)

Hace 17 años, unos amigos le enseñaron a manejar motocicleta a Juan Carlos Portillo, de 36, y desde ese entonces nació su deseo de trabajar de mensajero. Comenzó entregando documentación y visitas de cobros en una empresa alimenticia, y ahora trabaja en una compañía de fumigación.

“La lluvia de cada año dificulta el trabajo porque es altamente peligroso manejar con el asfalto mojado. Tengo que tener mucho cuidado, además, de que no se me mojen los papeles que llevo”, indica Portillo, quien lamenta que en algunos lugares no lo dejan ingresar porque, a pesar de que viste un traje impermeable, llega empapado. “También, hay lugares en los que nos dejan esperando mucho tiempo bajo la lluvia o el sol, pero en otros, son muy amables con nosotros”, afirma. Por otro lado, cuenta que hay compañeros de trabajo que se aprovechan de su amabilidad, pues le exigen que les haga mandados personales, pero él debe explicarles que no siempre puede apoyarles con ese tipo de solicitudes.

En otras ocasiones, en el trabajo se les olvida darle algún documento que debe entregar y lo llaman para que regrese cuando casi va llegando a su destino. Por si fuera poco, a él lo culpan del error.

En relación con el tráfico, afirma conocer muy bien la ciudad y sabe cuáles atajos tomar para llegar más rápido, Dice que realiza entre 20 y 27 mandados diarios y que nunca ha tenido ningún accidente, sino solo resbalones cuando se sube o se baja de la motocicleta. “Yo soy bien precavido para manejar, no ando ‘loqueando y respeto a quienes van en carro”, dice, aunque sabe que hay motociclistas que no actúan de la misma manera.

“Es una gran tontera porque uno lleva las de perder”, dice Portillo, quien recuerda la ocasión en la que debía entregar papelería antes de las 17 horas y eran las 16.30, desde la zona 10 hasta la zona 12. Afirma que hizo el trayecto en tan solo 12 minutos, aprovechando un carril reversible. Portillo refiere que, debido a que muchos documentos se envían por correo electrónico, ya no tiene tanto trabajo como antes, pues al mes entregaba unas 300 facturas, y ahora, unas cien. “Me fascina mi trabajo en la calle y sentirme libre, no puedo trabajar entre cuatro paredes”, dice.

“No puedo ir sobre los carros”

Entregas a domicilio no tienen barreras
Édgar Castillo (Foto Prensa Libre, Juan Diego González)

De la pasión por las motocicletas, nació el deseo en Édgar Castillo de convertirse en mensajero hace 10 años. Trabaja en un restaurante como repartidor de comida hace cinco años. “Un motorista lleva agua y sol, además de que nos exigen que llegue la comida a tiempo al cliente para que esté satisfecho”, cuenta. “Si estoy en Walmart de la Roosevelt es imposible que en 10 o 15 minutos lleve un pedido al Cenma. Tendría que ir sobre los carros”, añade.

Castillo refiere que tuvo un accidente en el 2008, cuando perdió el control de la motocicleta que conducía debido a unas piedras resbalosas sobre el asfalto. Se fracturó el radio y el cúbito del brazo izquierdo, donde tiene una placa. En otra ocasión, se conducía por la calzada Roosevelt a una velocidad moderada, cuando un indigente, posiblemente con efecto de las drogas, se abalanzó sobre él. Intentó frenar, pero lo atropelló y Portillo cayó al suelo. Sus lesiones fueron leves, pero el susto fue grande.

“Me da miedo ver tantos accidentes en la calle. He visto motoristas repartidores que han fallecido en accidentes por ir a gran velocidad, y pienso que me puede pasar a mí. Quedo en estado de shock después”, indica Castillo, quien ha pensado en varias ocasiones dejar el trabajo que tiene, pero tampoco le atraen otras opciones, como laborar en una oficina. “No soportaría estar encerrado. Soy muy hiperactivo y siento la necesidad de ir de un lugar a otro. Mi esposa me dice que parezco canchinflín de lo rápido que me movilizo”, añade.

En otra ocasión se salvó de ser atropellado por un conductor ebrio de automóvil quien, por diversión, había colisionado contra unos 10 motoristas.

En el lugar donde trabaja tiene prestaciones de ley, a diferencia de otras empresas, donde los mensajeros no gozan de estos beneficios y no les dan motocicleta. De lunes a jueves, Castillo entrega de 10 a 14 pedidos, mientras que fines de semana y feriados, pueden ser 30.

“Hace falta educación vial”

Entregas a domicilio no tienen barreras
Juan Carlos Morente (Foto Prensa Libre, Juan Diego González)

Juan Carlos Morente, de 24 años, lleva trabajando como mensajero hace seis años en Envía de Guatemala, que ofrece servicios de mensajería de diferente índole, como cobros, entrega de productos y comida.

Morente lamenta la falta de educación vial manifestada no solo por motociclistas sino por automovilistas. “Nosotros tenemos que hacer muchas veces entregas urgentes y hay automovilistas que adrede no nos dejan pasar”, cuenta Castillo, quien refiere que en la empresa donde trabaja cada cuatro o cinco meses reciben charlas de Emetra sobre educación vial. Otra de las dificultades es la lluvia, pues debe movilizarse más despacio para evitar derrapar en el asfalto.

Hace cuatro años tuvo su primer accidente, cuando entregó un paquete de medicinas. Ocurrió de noche en Villa Canales, donde a causa de la falta de iluminación, no se percató de un bache en la carretera, donde cayó. Tuvo lesiones en la clavícula, además del gran susto que le produjo. El otro accidente fue en la Calle Martí, donde un taxi que iba contra la vía y a gran velocidad lo atropelló a él y a tres motoristas más. Se lesionó el tobillo y estuvo suspendido un mes. El taxista se dio a la fuga. La ventaja que tuvo, fue que la empresa donde trabaja tiene asegurados a sus mensajeros y se hicieron cargo del incidente.

Una anécdota de su trabajo ocurrió en los meses en que se reportó un pico de casos de coronavirus, cuando hizo una entrega en zona 18. La persona, después de recibir el paquete, le dijo que se quitara los guantes y que se lavara bien las manos porque era positivo de covid-19. A pesar de que en su trabajo llevan guantes y alcohol en gel, además de la obligatoria mascarilla, ese día pasó a una tienda y compró detergente y agua y se lavó las manos más de las veces necesarias.

“Me desvelo mucho”

Entregas a domicilio no tienen barreras
Juan Quino (Foto Prensa Libre, Juan Diego González)

Juan Quino ha sido mensajero 30 años de los 51 que tiene de edad. Cuando era joven, cuenta, trabajaba como jardinero en un banco, donde le dieron la oportunidad de aprender a conducir una motocicleta para ascender al puesto de mensajero y así mejorar su salario. En ese lugar trabajó 12 años, siete en otro banco y ahora, lleva 12 años en una aseguradora.

Al comienzo, se le dificultaba encontrar las direcciones en la capital, porque es originario de Tecpán, Chimaltenango. Además, lleva 18 años trabajando como repartidor de ejemplares de un periódico. Con el salario de este último empleo, pagó el colegio de sus dos hijas.

Para cumplir con ambos empleos, duerme cinco horas al día, de 21 a cero horas, y de 4.30 a 6.30 horas. Hace 10 años tuvo un accidente mientras repartía periódicos, cuando fue atropellado por un vehículo en el Trébol, cuyo conductor estaba ebrio y lo culpó a él del incidente. La Policía lo dejó ir. Estuvo enyesado del tobillo tres meses y su recuperación duró tres meses más. Le han robado tres motocicletas. Dos de los asaltos fueron a mano armada. “Los ladrones no andan viendo si es de modelo reciente o no la moto, sino a quién robarle más fácilmente. La moto es nuestro machete, nuestra herramienta de trabajo, no podemos hacer nada sin ella”, expone Quino.

También lamenta que haya automovilistas que no respeten a los motoristas, pero él prefiere dejarlos pasar. “Ir en moto es como andar a pie. Un golpe dado con el carro basta para aventarnos unos cuantos metros”, dice. “Me gusta mi trabajo y andar en la calle. No me gusta estar encerrado. Durante dos meses de la pandemia, me tocó llamar a los clientes en la oficina para cobrarles. Me sentía muy aburrido y enfermo. A mí me gusta andar de arriba para abajo”, cuenta.

Ante la pregunta sobre hasta cuándo piensa trabajar de madrugada, dice que no será pronto, pues aunque no le gusta porque se desvela mucho, con el salario de repartidor está pagando una casa que compró hace apenas unos años. Es un sacrificio.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.

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