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Luisa Cal, de 55 años, es la sobreviviente y en el Hospital Roosevelt se le practicó una prueba de Covid-19 que dio positivo.
La sobreviviente venía acompañando a sus dos hijas que quedaron con lesiones graves, quienes fueron trasladadas del hospital de Uspantán, Quiché. Llegaron a la capital luego de ser rescatadas de los escombros que causó el alud.
Los líderes comunitarios de Quejá, que permanecen refugiados en Santa Elena, exponen que antes del derrumbe no se detectaron casos de coronavirus.
Mynor Gualin, hijo de Luisa Cal, explicó que su madre antes de la tragedia no estaba enferma y que pudo infectarse durante la evacuación o cuando estuvo cuidando a sus hermanas en el Hospital de Uspantán, Quiché.
“Era algo que no nos esperábamos, porque la señora estuvo en contacto con los rescatistas, con más gente de la aldea, con el Hospital de Uspantán”, dijo Ricardo Méndez, jefe de Pediatría del Hospital Roosevelt.
“Se informó de inmediato a Uspantán para que no hubiera un brote de contagios masivos, porque la gente en su angustia no usaba mascarilla”, agregó.
Las autoridades del Ministerio de Salud han sido notificadas de este caso e informaron a bomberos y médicos para prevenir más contagios.
En tanto, los líderes comunitarios piden atención médica preventiva en Santa Elena, caserío de San Cristóbal Verapaz que se convirtió en campo de refugiados.