Comunitario

Estudio confirma que el 80% de los municipios del país tiene alta vulnerabilidad ante desastres

La Universidad Rafael Landívar realizó el estudio Vulnerabilidad Social Multidimensional en Guatemala: análisis de carencias básicas de personas y hogares, el cual determinó cómo la mayoría de municipios presentan altos índices de vulnerabilidad social local.

|

Campur, en Alta Verapaz, es una de las comunidades que más daños sufrió luego del paso de las tormentas Eta y Iota. (Foto Prensa Libre: Juan Diego González)

Campur, en Alta Verapaz, es una de las comunidades que más daños sufrió luego del paso de las tormentas Eta y Iota. (Foto Prensa Libre: Juan Diego González)

El censo del 2018 permitió que se trabajara el estudio “Vulnerabilidad Social Multidimensional en Guatemala: análisis de carencias básicas de personas y hogares”, el cual determinó cómo la mayoría de municipios presentan altos índices de vulnerabilidad social local.

La investigadora en urbanismo y especialista en sistemas de información geográfica del Instituto de Investigación y Proyección sobre Ciencia y Tecnología (Incyt), Michelle Tercero, participó en este estudio y explica cómo el país debe afrontar los riesgos que acechan a las comunidades más vulnerables para evitar que esto genere más pérdidas humanas.

¿Cuáles son los hallazgos más importantes de este estudio?

Se determinó que cerca del 50% de los municipios mostraron tener una vulnerabilidad alta y muy alta. Si a esto le sumamos los de la categoría media, son cerca del 80% del total. Es por ello que se puede afirmar que la mayoría de municipios del país presentan altos índices de vulnerabilidad social local, lo cual se determinó desarrollando un índice que analiza seis ámbitos: sociodemográfico, educación, empleo, vivienda, servicios básicos y equipamiento, y se demostró que los municipios con una mayoría de población rural tienden a ser más vulnerables.

El indicador final, que es la sumatoria de todos los ámbitos, reveló que los departamentos de Alta Verapaz, Quiché y Totonicapán son los más vulnerables del país. Seguidos de cerca por Huehuetenango, Sololá y Petén.

¿Es casualidad que los departamentos más vulnerables son los que más padecieron los efectos de las últimas tormentas?

Los desastres que vimos, con el paso de las tormentas Eta e Iota por Guatemala, tienen que ver también con los territorios por los cuales estas tormentas pasaron.
Para cualquier evento climático es importante el establecimiento de sistemas de alerta temprana y evacuación, oportunos y funcionales que son un mecanismo efectivo para disminuir los altos niveles de vulnerabilidad social existente en Guatemala.

¿Qué tienen en común los departamentos que son altamente vulnerables para ser tan propensos a este tipo de emergencias?

Los departamentos más afectados tienen en común un alto índice de vulnerabilidad en cuanto a servicios básicos y son los que presentan también una mayor vulnerabilidad en el ámbito de vivienda. Presentan, además, una infraestructura deficiente en cuanto a drenajes pluviales. Por otra parte, de los municipios más afectados, ninguno cuenta con un Plan de Ordenamiento Territorial (POT), al igual que la mayoría de los municipios de Guatemala.

¿Cómo está ligada la falta de un ordenamiento territorial municipal con las inundaciones y deslaves?

El ordenamiento territorial permite identificar y delimitar las zonas aptas para construcción de vivienda, las que deben ser protegidas para recarga hídrica, las destinadas a la industria, cultivos, etc.

El ordenamiento territorial es una herramienta esencial para cualquier territorio. Tengo entendido que Segeplan —Secretaría de Gestión y Planificación— ya solicitó la creación de estos documentos a varios municipios hace algunos años. Sin embargo, según el ranking municipal de 2018. De los 340 municipios del país, solo siete contaban con un plan de ordenamiento territorial publicado en el diario oficial.

¿Cómo explicar los eventos de deslizamientos de tierra, derrumbes y deslaves que son cada vez más frecuentes en el país?

Los deslizamientos son fenómenos vinculados a la cantidad de lluvia y uso del suelo y características geológicas y edáficas de los territorios. Se ha evidenciado que derivado del cambio climático global se han observado en Guatemala eventos de precipitación con mayor intensidad. De seguir las tendencias actuales podemos esperar presenciar este tipo de acontecimientos con mayor frecuencia. En tal sentido, los deslizamientos de tierra no tendrían los efectos tan devastadores que observamos recientemente si no hubiese viviendas, caminos y ordenamiento del territorio, u otros, sin planificación adecuada.

Al hablar de emergencias, ¿Guatemala debe preocuparse por las inundaciones y deslaves cada vez más frecuentes?

Guatemala debe preocuparse por las inundaciones y deslaves, tanto por nuestra ubicación geográfica propensa a tormentas, erupciones y terremotos, como por nuestra topografía irregular y nuestra fragilidad social y carencias básicas de la población, como vivienda adecuada, servicios básicos, degradación ambiental, deforestación, etc. Sin ir muy lejos, todas las viviendas ubicadas en los barrancos del municipio de Guatemala viven bajo un riesgo importante.

¿Cómo vivir en un país altamente vulnerable sin perder tantas vidas?

El ordenamiento territorial, acceso a vivienda adecuada, acceso a servicios básicos y preparación de comunidades son temas que deben ser abordados urgentemente y de manera integral por la sociedad. Si al momento de un desastre las comunidades no son atendidas, estas probablemente emigrarán hacia otros sitios también olvidados, desatendidos y de riesgo. Anticipándose a estas tragedias, el ordenamiento territorial debería contemplar la atracción de habitantes hacia nuevas zonas residenciales accesibles y conectadas a los servicios básicos.

¿Podemos decir que el país aprendió algo de los desastres que provocaron las tormentas Mitch y Stan?

Parece que no hemos aprendido mucho. Guatemala sigue afrontando estos desastres de forma reactiva y no preventiva. El riesgo persiste por el aumento de amenazas y probablemente por la vulnerabilidad social, también significativa.

Lo ideal sería tener la capacidad de prever el riesgo y evitarlo, disminuyendo la vulnerabilidad. Esto es aún un trabajo difícil. Nuestro estudio no logró abarcar este tipo de riesgos, ya que el Censo 2018 no cuenta con información de la situación topográfica de las viviendas, solo de materiales. Además, a la fecha no se han hecho disponibles los datos del Censo 2018, a nivel de sector censal, solo a escala municipal. Los datos a escala de sector censal permitirían, por lo menos, identificar dónde se encuentran exactamente las comunidades más vulnerables en cuanto a material de las viviendas y generar mapas más detallados como mapas de calor.

¿Será común para nosotros ver situaciones como la que ocurrió en Campur, Alta Verapaz, donde toda una comunidad quedó inundada?

Según datos del ranking municipal 2018, San Pedro Carchá, donde se ubicaba Campur, no contaba con ningún drenaje pluvial. Como este municipio existen muchos más en Guatemala, por lo que, de no invertir en infraestructura adecuada para las ciudades, es probable que sigamos presenciando este tipo de inundaciones. El Incyt intenta hacer un aporte en este sentido, con la plataforma del Observatorio Urbano de Guatemala, que pretende servir de apoyo a los planificadores y tomadores de decisiones.