Comunitario

Gisele supera la neumonía y lucha con la desnutrición

“Es un milagro”, dice Alberto Ramírez, director del Centro de Salud que tiene a su cargo el caserío El Canal, en el municipio de Zacapa, al describir la evolución de Gisele Isabel Felipe Nájera, que apenas cumplirá dos años, pero lucha victoriosa una batalla contra la desnutrición, retardo del crecimiento y una neumonía.

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La inseguridad alimentaria causa desnutrición aguda. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La inseguridad alimentaria causa desnutrición aguda. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La niña es la más pequeña de la más pequeña de la familia. Ella atraviesa por un serio cuadro de desnutrición aguda, y desde que nació ha enfrentado varios momentos críticos debido a su estado. Debido a que en su hogar es alcanzado por la crisis alimentaria, no logra librar esta condición. Los médicos le llaman a este un caso ping pong, pues se recupera y recae debida que la escasa provisión de alimentos en su casa.

 

Gisele tenía tres días de tener fiebre, pero por la falta de recursos económicos su madre no podía llevarla al centro de salud. El martes 28 de abril fue necesario trasladarla de emergencia y por la neumonía que tenía fue ingresada inmediatamente al Hospital Regional de Zacapa.

Lleva ocho días en el hospital, una semana que para ella significó el regreso a la vida, luego de que su caso fuera detectado durante una visita periodística que Prensa Libre hizo a la comunidad, siguiendo la huella del hambre estacional que, como en la comunidad El Canal, azota todo el Corredor Seco del país y amenaza a cientos de niños menores de cinco años que ya padecen desnutrición aguda.

La niña llegó al hospital con 38.3 grados de temperatura, con peso de 15 libras, que para su edad es demasiado bajo, lo que complicó su salud.

 

“Llegó con una neumonía adquirida en la comunidad, más la dificultad que significa la desnutrición. Gisele tenía una deficiencia de proteínas y son estas las que sirven en la formación de los anticuerpos”, dice el doctor Ramírez en un lenguaje médico, lo que significa que la niña enfrentaba con desventaja la infección pulmonar y necesitaba con urgencia cuidados médicos.

“Tiene el tratamiento intrahospitalario, con antibióticos, con soluciones intravenosas, su alimentación y eso hace que Gisele esté mejor, esté bien, y diríamos que es una vida salvada por una intervención a tiempo y por un milagro en el cual los periodistas y nuestra encargada del programa de Seguridad Alimentaria y Nutricional intervinieron. De otra forma no se hubiera detectado, al menos en una forma temprana, sino hubiese tenido complicaciones y esto amenazar su vida”, dice Ramírez.

Gisele se encuentra internada en el área pediátrica del Hospital Regional de Zacapa y aunque su cuadro médico es estable, el regreso a su casa aún es incierto, allí la espera Judith, su madre, junto a su padre y sus dos hermanos.

“Ella debe continuar con el programa de seguridad alimentaria, tener acceso a alimentos, mejorar su estado nutricional y así Gisele no vuelva a enfermar y pueda seguir su crecimiento”, refiere Ramírez.

Afortunadamente hay signos de mejoría en la niña, y esto se debe al tratamiento médico y a los cuidados del personal de enfermería a nivel hospitalario que ha recibido.

Gisele es el rostro de uno de los otros 33 casos de niños menores de 5 años con desnutrición aguda en el municipio de Zacapa. El 59% de los casos se ubican en el casco urbano; el 53% de los infantes están en el rango de 1 a 2 años.

En el Hospital Regional de Zacapa permanece Gisele Felipe, medicada con antibióticos para superar la neumonía. (Foto Prensa Libre: Wilder López)

Con el clima en contra

El Corredor Seco es una zona vulnerable golpeada por las condiciones climáticas. En 1998 fue el huracán Mitch; dos años más tarde hubo una sequía prolongada, fenómeno que desde entonces se ha registrado en ocho años, y que en 2019 llegó a afectar a 96,512 familias.

“Las condiciones ambientales y sociales se juntan y al final de cuentas complican a la población, que intenta sobrevivir”, resalta Reyes.

Este año, según el Plan para la atención de hambre estacional 2020, se espera que las condiciones de lluvia sean favorables y que la temporada transcurra con normalidad. La canícula se prevé del 10 al 20 de julio, y no se prolongaría.

Pese a ello, la crisis de hambruna cada año se agudiza con los efectos del cambio climático. Por esa razón, Reyes puntualiza que “la contingencia será una cuestión que el Estado siempre deberá tener presente, y llevar asistencia alimentaria a la población del área rural en el Corredor Seco”.

Este año será mayor la urgencia de atender a los habitantes del Corredor Seco por la aparición del covid-19 en el país, pues la cuarentena forzada ha impedido la movilización de las personas dentro del territorio para buscar fuentes de trabajo, que principalmente se encuentran en las fincas, las cuales, por si fuera poco, han disminuido su producción.

La falta de alimentos en el Corredor Seco afecta principalmente a los niños. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

Cómo afrontan la crisis

El año pasado, cuatro de cada 10 hogares rurales gastaron más del 65% de sus ingresos en alimentos, de acuerdo con la Evaluación de Emergencia en Seguridad Alimentaria 2019. Sin embargo, las familias afectadas por el período de hambre estacional no cuentan con ingresos económicos y no tienen de dónde echar mano para tener comida en casa.

Para paliar esta crisis, el informe menciona que un 29% de la población adoptó medidas de estrés, pues recurrieron a créditos o préstamos, gastaron sus ahorros, redujeron los gastos de servicios y obtuvieron cultivos inmaduros.

Mientras que el 30% tomó medidas de emergencia al vender algunas pertenencias del hogar y sus vehículos, trabajaron a cambio de alimentos y redujeron los gastos para producción.

Hubo un 16% que recurrió a medidas extremas, como efectuar trabajos de riesgo, vender sus casas o terrenos, pedir dinero en la calle o buscar alimentos en la basura.