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Con un escenario de siete meses sin clases presenciales la disminución sería de 0.8 años, mientras que, si el cierre se prolonga a 13 meses, el descenso llegaría a 1.5 años, lo que a largo plazo tendrá un efecto negativo sobre el perfil del capital humano que se verá limitado para ingresar al mercado laboral.
El impacto se ve en todos los países, pero no en las mismas proporciones. Para Guatemala las consecuencias se verán en una escala mayor, partiendo de que tiene menos años de escolaridad que el promedio para Latinoamérica, pues en la región es de 7.7 años, y un cierre extenso de los centros educativos ocasionaría una disminución de 1.3 años.
“Los seis años -de escolaridad- ya eran alarmantes, si solo llegamos a cuatro, eso nos afecta como país productivo, merma la capacidad de la población para salir adelante por sí mismas y crear nuevas ideas para trabajar, perdemos muchas oportunidades por no tener mano de obra calificada, que comienza por tener la educación básica – primaria, básicos y secundaria sólidos-. Tenemos pocos años de educación y ahora se reducen más, eso nos pone en mayor desventaja competitiva en el mundo”, dice Jorge Andrés Gálvez, director del Centro de Investigaciones Educativas de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG).
Esta situación, entonces, traería “enormes” implicaciones para los ingresos y la productividad de los países, según el informe Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia del covid-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe, elaborado por el Banco Mundial, y plantea el impacto que ha tenido el cierre de los centros educativos para la región.
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La disminución en años de escolaridad se podría traducir en un costo económico a largo plazo, y al permanecer cerradas las escuelas por un período de diez meses, la actual cohorte de estudiantes tendría una pérdida de ingresos anuales por US$1 mil 313.
“Se espera que las pérdidas de aprendizaje en América Latina y el Caribe se traduzcan en costos económicos agregados por ingresos no percibidos por un total de US$1.700 millones, considerando un cierre de escuelas de 10 meses”, señala el informe del Banco Mundial.
El 16 de marzo del 2020 los centros educativos en el país cerraron debido como una medida para proteger del contagio del covid-19 a la comunidad educativa, y el ciclo transcurrió con la estrategia de educación a distancia. En el sector privado fueron siete meses que los niños y jóvenes tuvieron lejos de las aulas, para el sector público la medida se extendió un mes más. Este año las clases presenciales siguen sin reanudarse del todo.
El impacto se extiende
La pérdida de años de escolaridad no es el único tema con el que los países tienen que lidiar debido a los efectos de la pandemia en la Educación, el informe del Banco Mundial menciona que también se observa una “pobreza de aprendizaje”, que es cuando los estudiantes de primaria no son capaces de leer y entender un texto sencillo para su edad, y esto aumentará.
En Guatemala, siete de cada diez niños están en esa posición al llegar a sexto grado, pero el problema viene desde los primeros años de la primaria. Un estudio realizado por el Ministerio de Educación (Mineduc) refiere que solo uno de cada diez estudiantes alcanza fluidez lectora y comprende lo que lee al terminar el primer grado.
A nivel de región son cinco de cada diez niños los que tiene “pobreza de aprendizaje”, pero la ausencia de clases presenciales aumentaría la proporción a dos de cada tres, en el caso de que las escuelas se hayan cerrado por 10 meses.
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Con el fin de mitigar las pérdidas en el aprendizaje los países han implementado distintas estrategias para continuar la educación desde casa en tanto se vuelve a la “normalidad” y los estudiantes puedan retornar a las aulas en un ambiente seguro, en Guatemala se ha adoptado un modelo híbrido –clase presenciales y en casa-, con el apoyo de medios tradicionales como la televisión, la radio y guías impresas, además de las soluciones basadas en internet, aunque su alcance es limitado.
Sin embargo, en su análisis el Banco Mundial indica que “el aprendizaje en casa no es un reemplazo adecuado para impartir muchas capacidades que se adquieren en la escuela”, y que las estrategias de educación a distancia “mitigan parcialmente las pérdidas de aprendizaje”, más aún entre los grupos vulnerables que tienen acceso limitado a esas soluciones multimodales.
Peligro de deserción
No solo se trata del impacto que la pandemia tiene en el rezago del aprendizaje de los estudiantes y en los años de escolaridad que disminuyen, también hay un mayor riesgo de abandono escolar, advierte el informe.
En un contexto de dificultades económicas y recesión, que es evidente en países como Guatemala, la deserción escolar es un daño colateral del covid-19, y en Latinoamérica podría aumentar un 15 por ciento.
“Lo que habrá primero es una mayor deserción, porque el modelo a distancia cuando no es de calidad no reúne las condiciones mínimas idóneas, no motiva a los padres de familia, desanima al estudiante, y algunos suelen abandonar”, dice Hosy Orozco, director del Departamento de Educación, de la Universidad Rafael Landívar (URL).
El académico menciona que una situación similar se vivió en África durante la epidemia del ébola, las escuelas cerraron por unas 33 semanas, lo que provocó un aumento del 7 por ciento en la deserción.
“El problema es que cuando los niños dejan de estudiar uno o dos años, después ya no regresan a la escuela porque se sienten mayores que sus compañeros, se nota la diferencia de edad, y es el gran problema porque salen del sistema educativo”, dice Orozco.
El Mineduc ha señalado que durante el 2020 hubo un abandono escolar menor, comparado con el año anterior, sin embargo, son datos preliminares. En preprimaria la deserción fue de 2.19%, mientras que en primaria alcanzó el 1.57%, en básicos fue de 4.69%, y en diversificado llegó a 4.41%. Habrá que esperar un dato definitivo para verificar el impacto real de la pandemia en la deserción.
Tras el abandono escolar, el retorno de estos niños al sistema educativo es más difícil, y eso hace que la media de escolaridad baje, refiere Orozco.
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El informe del Banco Mundial señala que, si bien la pandemia ha creado la mayor crisis de la historia para los sistemas educativos de Latinoamérica, una de las regiones más golpeada, también es la oportunidad para hacer cambios en la educación, y cerrar las brechas digitales, tomando como punto de partida que muchos países adoptaron el modelo de educación a distancia, apoyados en soluciones tecnológicas.
Mientras más tiempo estén cerradas las escuelas, los rezagos en la educación tendrán una dimensión mayor, y se hace necesario que las clases presenciales se reanuden, pero los gobiernos deben garantizar una reapertura segura y efectiva de los centros educativos, especialmente en aquellos donde haya una mayor incidencia de casos de contagio de covid-19, agrega al documento.