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Luis A. Linares: “El cáncer se puede enfrentar”

El radioncólogo guatemalteco Luis A. Linares es un especialista con trayectoria de más de 40 años, quien expone los beneficios del tratamiento integral en pacientes oncológicos.

Luis A. Linares: "El cáncer se puede enfrentar"

El radioncólogo guatemalteco Luis A. Linares es un reconocido especialista de esta rama de la medicina en Estados Unidos, y gracias a su vasta experiencia en el extranjero, ha implementado el tratamiento integral del cáncer. (Foto Prensa Libre, Esbin García) Fotograf’a Esbin Garcia 01-12-21

El radioncólogo guatemalteco Luis A. Linares (1950) lleva una vida dedicado a la investigación y tratamiento del cáncer, no solo en Guatemala, sino en otros países, donde se ha especializado para abordar de manera integral esa enfermedad.

Fue en 1978 cuando, gracias a una beca, salió del país para estudiar en el prestigioso hospital Royal Marsden y en el Christie Hospital, en Mánchester, ambos en Inglaterra, para especializarse en cirugía oncológica. Antes de recibir esta formación fue residente de cirujano en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). El título de médico lo obtuvo en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

“En ese entonces —recuerda Linares— había solo dos o tres cirujanos oncólogos en todo el país, y en el IGSS, ni uno”. Así nació su objetivo de especializarse, pues hace cuatro décadas las probabilidades de sobrevivir al cáncer eran reducidas.

Linares (1950), director médico de Hope International y miembro fundador de Integra Cancer Institute en Guatemala, cuenta su experiencia en instituciones de oncología en otros países, habla de la importancia de un diagnóstico temprano y detalla algunos aspectos de su práctica médica.

Además de su labor profesional, es presidente del Patronato de la Catedral de Antigua Guatemala, por el “gran cariño” que le tiene al país, con lo que apoya a preservar su valioso patrimonio.

¿Cómo nació su deseo de convertirse en médico?

Surgió desde pequeño. Cuando veía llegar a la casa de mi abuelita a su médico de cabecera, a quien se le tenía gran respeto y cuya presencia le daba seguridad a la familia. Posteriormente llevaba a mi abuelita a consulta con su cardiólogo, quien fue mi catedrático en la Facultad de Medicina, en la Usac.

Vengo de una familia cuyos padres nos fomentaron en la niñez no solo valores cristianos, sino principios éticos y morales, así como aspirar y luchar siempre por metas altas, aceptar y tener un compromiso hacia nuestra sociedad.

¿Cómo llegó a la Oncología?

Cuando era residente en el IGSS teníamos una clínica de tumores, donde se atendían los casos de cáncer. Las intervenciones quirúrgicas las hacían cirujanos generales, por lo que solicité una beca para especializarme en Inglaterra.

Regresé a Guatemala en 1980 para establecerme como especialista; sin embargo, dos meses después nuestra familia fue amenazada por grupos de insurgencia de ese tiempo, que exigían un pago, y que llegaron a lanzar una bomba a la casa de mis suegros, por lo que, al día siguiente, tuvimos que salir del país. Llegamos a EE. UU. como refugiados, sin poder regresar a Guatemala.

En EE. UU. comencé laborando como técnico en un banco de sangre de Nueva Orleans, mientras estudiaba para tomar los exámenes que me permitieran trabajar. Tuve que hacer una nueva residencia en Radioncología, en el que era el mejor hospital de cáncer en Estados Unidos y en el mundo: el Memorial Sloan Kettering Cancer Center.

Al terminar mi entrenamiento, me pidieron que me quedara como especialista en la Unidad de Braquiterapia —radioterapia interna—. Aprendí que cuando se tiene el deseo y la preparación no hay límites a donde uno pueda llegar.

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Luego de que el huracán Katrina —2005— destruyera por completo el Instituto de Cáncer de Nueva Orleans, del cual fui cofundador y director, así como nuestra casa, decidí regresar a Guatemala y establecer un centro de Radioncología como en los que yo había trabajado, y de ahí nació Hope International —2009—, que en su momento fue uno de los centros más avanzados en Latinoamérica.

Lo más impactante de mi aprendizaje y experiencia en Europa y EE. UU. fue el manejo del paciente, que se hacía siempre de forma integral. Años después de regresar a Guatemala, con un grupo de médicos especialistas creamos el primer centro integral para el tratamiento de cáncer: Integra Cáncer Institute.

¿Cómo ha cambiado el factor de mortalidad del cáncer?

Los avances en cuanto a las causas del cáncer, genéticas y ambientales y, sobre todo, su detección temprana, han permitido que, en muchos tipos de cáncer, la posibilidad de curación sea más alta. La mortalidad por cáncer en general ha disminuido más del 25% desde 1971, y la sobrevida de cinco años aumentó 36%.

Sin embargo, en países en desarrollo los números son más bajos, pero aún así positivos. En la década de 1970 alguien diagnosticado con cáncer invasivo tenía solo 50% de probabilidades de sobrevivir cinco años, las cuales han aumentado a 63% en la actualidad, y en algunos tipos de cáncer hasta el 99%. Los estudios genéticos, especialmente referentes al desarrollo del atlas del genoma humano, nos han ayudado a entender mejor los orígenes del cáncer y, por lo tanto, a aplicar terapias mejor dirigidas, llamadas terapias blanco, contra anormalidades específicas del cáncer.

En Guatemala, la incidencia de tipos de cáncer prevenibles aún es alta. Por ejemplo, el de cérvix es cien por cien curable con detección temprana, pero aún es de los más comunes y lamentablemente se detecta en estadíos avanzados. Además, ya hay vacuna contra el virus de papiloma humano, para prevenirlo.

En el pasado, el cáncer era considerada una enfermedad bastante rara en Guatemala, pero ahora es común. Uno no quiere hablar de cáncer, pero la gente debe entender que es una afección frecuente y que es una realidad. En el mundo, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres, si llegan a vivir de 70 a 80 años, va a desarrollar cáncer. Se debe estar alerta, mediante la detección temprana, para aumentar las probabilidades de curación y no recurrir a tratamiento paliativo.

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Hay personas que tienen predisposición genética a desarrollar cáncer y no se puede controlar, pero hay hábitos o condiciones que sí podemos modificar para prevenirlo, como nuestra alimentación y evitar el tabaco, el alcohol, la obesidad y el sedentarismo.

Siempre es difícil informar del diagnóstico de cáncer a un paciente. ¿De qué manera usted da esta noticia y qué recomendación le brinda siempre a la persona en ese momento?

Informarle a alguien sobre diagnóstico de cáncer es siempre difícil; sin embargo, siempre hay oportunidades, posibilidades y esperanza que como médicos no le podemos negar al paciente, pero siendo siempre honestos. Ningún médico tiene el derecho de cerrar cualquier luz de esperanza que el paciente pueda tener. Yo he tenido que dar esta noticia a seis miembros de mi familia inmediata, a quienes un grupo de especialistas les brindaron el tratamiento adecuado. Hay que experimentar el efecto de la fe y la esperanza que se deben mantener.

¿Cuáles son los errores más comunes que se cometen en el diagnóstico y tratamiento de cáncer?

El error más común en el manejo de cáncer, en general, es no tomarse el tiempo necesario para evaluar al paciente y su posible cáncer, al tener todos los estudios necesarios y, luego, la evaluación, a cargo de un grupo de especialistas. El cáncer es una enfermedad muy compleja y es imposible que una sola persona tenga todo el conocimiento para manejarla. Todas las semanas tenemos una “reunión de tumores”, en la que discutimos los casos complejos, y donde de 15 a 20 médicos especialistas coordinamos y tomamos las mejores decisiones.

Luego de recibir el diagnóstico, por favor, no corra, tómese el tiempo de esperar y de educarse, pues lo más seguro es que existan opciones que ni siquiera hubiera pensado. El tiempo invertido en esta etapa puede ser la diferencia entre la posibilidad o no de curación.

Yo siempre digo que el cáncer, en su gran mayoría, no es una emergencia. Se cometen más errores por la prisa y falta de evaluación al inicio que por esperar unos días y tener toda la información y consultas necesarias.

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¿Cuáles son los tratamientos más innovadores para tratar el cáncer que se puede encontrar en Guatemala?

En Guatemala hay buenos especialistas, muchos de ellos entrenados en el extranjero y, por lo tanto, se encuentran tratamientos avanzados que se pueden brindar perfectamente, tanto en el área quirúrgica como oncológica y de radioncología, con cirugías menos agresivas, más efectivas y con menor morbilidad para el paciente. Las nuevas rutas de tratamiento son exponenciales. Cada semana se divulga el desarrollo de un nuevo fármaco anticancerígeno, aunque no todos son efectivos, pero en el país hay tratamientos cada vez más específicos que ya pasaron por etapas de prueba en EE. UU, pero, desafortunadamente, son excesivamente caros. La gran mayoría de tipos de cáncer en Guatemala se pueden manejar muy bien.

¿Cómo actúa la radioterapia en el organismo para contrarrestar las células cancerígenas y sus beneficios?

La radioterapia es uno de los tres tratamientos básicos del cáncer, junto con la cirugía y la quimioterapia o terapia sistémica. La radioterapia actúa usando rayos X de alta energía, producidos en aparatos especializados, a fin de dañar el ADN de las células malignas, de tal manera que cuando estas se quieran replicar no puedan hacerlo porque su ADN está deteriorado. Como todo tratamiento, tiene efectos secundarios. Afortunadamente, los adelantos científicos y tecnológicos han hecho posible que muchos de los efectos secundarios que se observaban en el pasado ahora sean mucho menores.

Cuando el cáncer es terminal ¿cuáles son sus recomendaciones de cuidados paliativos?

En el cuidado terminal o paliativo, un equipo de personas entrenadas en estos casos enfrenta una situación sumamente difícil, más digna de apoyo, tanto para el paciente como para la familia, y en eso se ha progresado enormemente. El Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York, EE. UU., donde me entrené, fue uno de los primeros centros en desarrollar la Psiconcología, rama que trata el cáncer desde el apoyo psicológico, pues se determinó que sí había diferencia, no solo desde el punto de vista de bienestar general del paciente, sino en el resultado final del tratamiento. El apoyo familiar y empatía del médico son muy importantes, pues le brinda seguridad al paciente.

¿Cuándo se pronostica que la humanidad se librará del cáncer?

Hay una diferencia en la curación del cáncer, para lo cual ha habido avances significativos: los estudios genéticos, la biología molecular y la inmunoterapia son algunos ejemplos, y seguimos avanzando, sobre todo, en el uso combinado e integral de esas modalidades.

Erradicar el cáncer es aún un proceso a largo plazo, pues los esfuerzos están dirigidos a identificar la primera célula que sufra una transformación maligna y poder erradicarla al inicio, pero aún se necesitarán muchos años de investigación.

¿Cuál ha sido el caso o casos de pacientes que usted ha tratado que le han conmovido más de alguna forma?

Tuve varios en Estados Unidos que impactaron mi vida como profesional, al igual que aquí en Guatemala. Uno de ellos fue el de José, un paciente joven con un tumor cerebral, de quien aprendí a pesar de su corta edad. Aunque falleció, pues ese tipo de cáncer es muy agresivo, tenía una personalidad impresionante y era muy inteligente. Nos dejó a todos impactados con su lucha.

Yo siempre he reconocido mi gratitud hacia todos mis pacientes, que a diario me dan muestras de fe, valentía y esperanza, aún en situaciones que sabemos que son imposibles. “Si uno no tiene gratitud, no tiene nada”, decía mi mamá. Hay pacientes que tienen todo en contra y en quienes no está haciendo efecto el tratamiento, y aún así agradecen. Para mí es una escuela que enseña la bondad humana.

¿Ha visto usted la manifestación de algún milagro en su práctica médica?

No ha sido una, sino varias veces que no puedo más que aceptar que definitivamente no fue solo el tratamiento, sino que hubo algo más poderoso que generó resultados inesperadamente positivos. Yo jamás le he dicho ni le diré a un paciente “tiene cáncer y le quedan tres meses de vida”, algo que es frecuente oír en Guatemala, porque solo Dios sabe. Cuando determino que la persona va a vivir muchos años, me llevo la sorpresa de que no es así, y cuando pienso que pronto sucederá la muerte del paciente, resulta que vive varios años. Tengo fe y siempre hay una intervención más allá de lo que podemos hacer como humanos.

Perfil

  • Luis A. Linares ha acumulado amplia experiencia en el extranjero en el tratamiento del cáncer.
  • Fue residente de cirujano general en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.
  • Se especializó en Cirugía Oncológica en el Royal Marsden Cancer Hospital, en Londres, y en el Christie Hospital, en Mánchester, ambos en Inglaterra.
  • Obtuvo una especialidad en radioterapia oncológica y braquiterapia en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York, EE. UU.
  • Tiene licencia de médico para varios estados de EE. UU.
  • Es el único guatemalteco certificado por el Colegio Americano de Radiación Oncológica.
  • Fue oncólogo radioterapeuta del East Jefferson General Hospital, en Luisiana, EE. UU.
  • Fue presidente del Comité de Cáncer en el Memorial Medical Center, en Nueva Orleans.
  • Fue director médico del Instituto de Cáncer de Nueva Orleáns, del cual fue cofundador.
  • Fue presidente del Comité de Cáncer del Noci Memorial Medical Center, en Nueva Orleans, donde también fue presidente del Comité de Ética y Protocolos.
  • Fue director médico del departamento de Radioterapia Oncológica del Washington County Hospital, en Maryland.
  • Fue presidente de la Sociedad Iberoamericana de Radiación Oncológica y ha publicado varias investigaciones sobre el cáncer.
  • Es director médico del Centro de Radioterapia Hope International desde el 2009.
  • A lo largo de su carrea ha recibido múltiples reconocimientos.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.