Comunitario

El ocaso de la vida también debe vivirse a plenitud

“El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”, escribió Gabriel García Márquez, frase con la que reflexiona sobre las circunstancias que atraviesan las personas de la tercera edad. Tal es el caso de los beneficiarios de la Asociación Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Los lazos de amistad y amor forman parte de las tertulias vespertinas de los ancianos. (Foto Prensa Libre: Yadira Montes)

Los lazos de amistad y amor forman parte de las tertulias vespertinas de los ancianos. (Foto Prensa Libre: Yadira Montes)

Detrás de esos rostros que muestran el pasar de los años, las miradas del pasado y las sonrisas que disfrutan el presente están esos hombres y mujeres de la tercera edad que encontraron un hogar donde se les brinda amor, compañía, salud y entretenimiento, pero sobre todo una vida digna.

La asociación fue fundada en Valencia, España, en 1873, por Santa Teresa Jornet Ibars, para acoger, cuidar y consolar a ancianos desamparados.

“Las Hermanitas comenzaron su apostolado en Guatemala el 27 de enero del 2008, para dar refugio y atención a personas de la tercera edad sin medios de subsistencia. El hogar estaba en El Granizo, zona 7. Hace dos años se trasladó a Condado El Naranjo”, dice la Madre Celia Rodríguez, encargada del hogar.

Más que un hogar

Esa entidad ofrece un espacio y crea una comunidad humana donde el anciano recibe asistencia física, moral y espiritual, en un ambiente de serenidad y alegría, con la finalidad de mejorar su calidad de vida.

¿Cómo ayudar?
Para más información sobre cómo apoyar, comuníquese al 2209-6767.
Apadrinar a un anciano a través de un aporte mensual.
Voluntariado, acompañar a los
ancianos un fin
de semana.
Donar víveres
y equipo de
fisioterapia.

“La visión de este apostolado es que cada anciano viva su vejez en las mejores condiciones, en un ambiente respetuoso, donde pueda desarrollar sus facultades, sintiéndose aceptado, valorado y amado”, enfatiza Rodríguez.

El recinto alberga un aproximado de 150 personas, entre ellos 73 ancianos que reciben cuidado y atención, 25 jóvenes aspirantes a monjas que arriban de la provincia, quienes estudian por la mañana y en la tarde apoyan con el cuidado de las personas de la tercera edad.

“Todos ellos dependen de las Hermanitas, es decir, vivienda, comida, salud y recreación. Además, contamos con 25 empleados y seis monjas que apoyan a la institución”, añade la directora del hogar.

Las instalaciones fueron construidas con apoyo de España; sin embargo, para sostenerse necesitan de ayuda económico para cubrir las necesidades básicas de alimentación, vestido y tratamientos médicos.

“Tenemos algunas empresas que nos apoyan con pan, pollo y verduras, pero hace falta mucho más, desde pagar sueldos y mantenimiento de instalaciones, entre otras cosas. Y lo más importante es el apoyo del voluntariado; los ancianos necesitan que se les visite, que platiquen, jueguen y compartan con ellos”, subraya Rodríguez.

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